Por Claudia Sheinbaum
Regeneración, 17 de diciembre de 2014.-Si me lo permiten, quiero hacer una reflexión sobre el momento que estamos viviendo porque es necesario reconocer en qué contexto y en qué momento político estamos luchando en Tlalpan.
Han pasado casi 75 días del asesinato de 6 personas, entre ellos 3 estudiantes y de la desaparición forzada de los 43 jóvenes de la normal rural de Ayotzinapa, Guerrero.
El horror de lo sucedido esa madrugada en Iguala, despertó el dolor y la rabia de millones de mexicanos y ciudadanos del mundo. Los normalistas de Ayotzinapa fueron agredidos por la policía de Iguala y del estado, y hoy se sabe, por la Policía Federal y el ejército (Proceso, Univisión). Las mentiras del procurador son del tamaño de su encubrimiento.
La tragedia de Iguala ha sacudido a México. Iguala devela una realidad en la que hemos estado engullidos ya desde hace años: el vínculo perverso entre la delincuencia y el Estado que ha provocado decenas de miles de muertos y desaparecidos en el país, la criminalización de líderes y movimientos sociales que resisten frente al despojo y la inseguridad y el desamparo de los ciudadanos frente a la situación de violencia e inseguridad, porque no hay autoridad que vele por los derechos de los mexicanos (ni el gobierno, la policía, ni el ejército, ni el ministerio público ni la suprema corte de justicia de la Nación).
Por cierto el horror continua. Hoy fueron reprimidos nuevamente en Chilpancingo por policías Federales ebrios.
A esta situación de inseguridad se suma la terrible situación económica a la que nos ha llevado su modelo. Una brecha de desigualdad que ha dilapidado una parte importante de las conquistas sociales y económicas de los mexicanos. México es el país más desigual del mundo. Tenemos al hombre más rico y pobreza en Guerrero y Oaxaca, similar a la de los países sin recursos del África del sur del Sahara. A eso se suma una situación económica que no tiene expectativas de mejora. Los jóvenes se enfrentan a la desesperación y desesperanza frente a la imposibilidad de escuela y empleo digno que les genere ilusión en el futuro.
Por si fuera poco, a esto se suma la entrega de las tierras y recursos de la Nación y de comunidades a manos extranjeras con la minería y otras actividades económicas, que se apropian de los beneficios y sólo reparten los costos. La reciente entrega del petróleo a las empresas extranjeras.
Y en medio de esta crisis, se levanta la terrible corrupción del régimen. La famosa casa Blanca de Peña Nieto y sus relaciones con el grupo Higa (ahora también se sabe que la de su secretario de Hacienda, el Sr. Videgaray), son una muestra del uso más vil que muchos gobernantes han hecho al ocupar los puestos públicos. Acceder al gobierno para enriquecerse a costa de los recursos y el trabajo de millones de mexicanos. Porque el presupuesto público con el que pagan favores y aumentan sus bolsillos se construye con los impuestos de millones de mexicanos y la riqueza de la Nación. México está quizás peor que en el profiriato.
Esta crisis refleja la podredumbre del régimen, del que desafortunadamente no se escapan ninguno de los partidos políticos tradicionales incluido el PRD. Es indignante que haya sido en Guerrero y en Iguala, supuestamente gobernado por la “izquierda” en el que hayan ocurrido la masacre y desaparición de estudiantes.
El Estado se ha envilecido y está copado por canallas, insensibles que quieren perpetrar sus intereses por encima de los anhelos del pueblo de México de justica y honestidad.
La responsabilidad de los sucesos de Iguala y de la actuación posterior del gobierno que ha mentido y encubierto, tiene un responsable y ese se llama Enrique Peña Nieto y por eso exigimos su renuncia; pero lo que ocurrió nos devela también, la descomposición de la mayor parte de los dirigentes del PRD que ya no tienen distingo con el resto de la llamada clase política del país. Ahí ya no hay mas que mayor descomposición.
Hoy en México, todos tenemos la obligación moral y ética de inspirarnos en el ejemplo de las familias y estudiantes de Ayotzinapa, para luchar sin tregua por la verdad y la justicia en este México herido. Si tenemos responsabilidad política, nuestra palabra tiene que seguir exigiendo Justicia para Ayotzinapa, porque en ello va empeñado el futuro de México. No puede haber, ni olvido ni perdón, pues “superarlo”, como pide el gobierno, sin verdad ni justicia, sería no sólo hacernos cómplices del encubrimiento, sino un anunciado suicidio colectivo.
Es en este marco, de este México desesperado y herido del que somos parte, que hacemos política para transformar a nuestra patria. Nosotros no vivimos de la política, nosotros, como muchos mexicanos, desde diferentes trincheras, construimos patria en nuestro andar, haciendo política de forma honesta, transparente y con principios éticos que no podemos perder.
Como dice nuestra declaración de principios: El cambio verdadero del país comienza por cambiar la forma tradicional de intervenir en los asuntos públicos. La política es un asunto de todos y todas. El Movimiento concibe la política como una vocación de servicio, como un trabajo en favor de la colectividad, como una forma de servir a sus semejantes. Buscamos recuperar la política, hoy envilecida, como un instrumento de transformación de los ciudadanos, participando en los asuntos públicos.
Morena lucha por la transformación de este régimen de violencia y corrupción por la paz con democracia, justicia y dignidad. Morena es un movimiento que siempre debe ser solidario con las justas causas de nuestro pueblo y debe movilizarse siempre que sea necesario por la defensa de los recursos de la Nación y los derechos sociales y humanos del pueblo de México. Pero Morena también es un partido político que cree que el acceso al poder para el cambio verdadero es por la vía pacífica y electoral.
Hay quienes de forma legítima creen que la vía electoral no es una opción. Hay otros que por desesperanza y los fraudes electorales piensan que votar no tiene sentido.
Pero también es desde el propio gobierno que quieren impulsar la idea de que todo da lo mismo, que no hay nada que hacer. Cuando eso pase, ellos ganaron. El coraje que hoy sentimos por lo que ocurre en nuestras vidas cotidianas en nuestro país tiene que transformarse en acción organizada. No podemos caer en la desesperanza, en el todo es lo mismo, en no sirve para nada actuar. Porque entonces ahí, ya nos derrotaron. La esperanza de México, sólo es posible en la acción. Y en esa estamos y a esa estamos convocando.
México requiere un cambio profundo, estructural, que promueva la equidad y la justicia, con base en principios éticos de honestidad y solidaridad. Que recupere los recursos naturales de la Nación para promover su preservación y aprovechamiento para el bienestar colectivo, que tenga gobiernos que sirvan a su pueblo y no que se sirvan de él.
La vía electoral es un espacio de lucha para esa transformación, y en el caso de acceder a un encargo público, la oportunidad de hacer gobierno y poner los recursos públicos al servicio de la gente, empezando por la más necesitada. Sólo hacer un buen gobierno en las condiciones actuales, sería un acto de subversión. Pero Morena no sólo quiere administrar con honestidad y eficiencia los recursos del pueblo, Morena quiere combatir la desigualdad y ampliar los derechos sociales y forjar ciudadanos participativos, críticos y solidarios.
Por eso hoy, todos los que conformamos este gran movimiento en Morena, tenemos una responsabilidad histórica. Y en esa responsabilidad histórica también tiene que distinguirnos el por qué luchamos, cómo luchamos y qué pretendemos cuando queremos acceder a puestos de elección popular. Como bien dice López Obrador, no es el quítate tú para ponerme yo. Morena tiene un proyecto de Nación y de la misma forma, Morena debe construir un proyecto de Ciudad y en nuestro caso, un proyecto para el lugar donde vivimos y luchamos.
Por eso creemos que los grandes principios que deben distinguir a un proyecto de izquierda son:
Erradicar toda forma de corrupción, de utilización del poder público para el enriquecimiento personal y de grupo, contra el tráfico de influencias y el manejo de recursos públicos para beneficio de unos cuantos.
Instaurar un verdadero sentido del servicio público. Por la eliminación del dispendio de recursos públicos, de salarios excesivos y derroche de la alta burocracia. El dispendio del gobierno ofende al pueblo.
Conformar gobiernos democráticos, transparentes y que rindan cuentas a la sociedad.
Defender, crear y materializar derechos sociales que signifiquen la creación de condiciones más equitativas de vida para la población.
Defender el derecho a la educación gratuita, laica y de calidad en todos los niveles, por servicios de salud universales, gratuitos y de calidad, por vivienda digna y adecuada en tamaño, materiales y ubicación; por que se cumpla el derecho humano al agua, por servicios básicos y accesibles de drenaje y energía eléctrica, por el derecho a la alimentación saludable y suficiente, porque se pueda ejercer el derecho al trabajo con salarios justos y remunerativos.
Proteger, respetar y promover los derechos humanos, con especial atención a los niños, jóvenes, adultos mayores y mujeres.
Respetar y promover nuestra pluriculturalidad
Rescate del campo y la soberanía alimentaria
Proteger los recursos naturales y el ambiente.
Promover el acceso de tod@s a la lectura, la música, el cine y las diversas expresiones culturales.
Asumir radicalmente la exigencia social de cero tolerancia a la corrupción y a la impunidad.
Solo un México más justo, más solidario, más democrático, más culto, sin corrupción, sin impunidad, será menos violento.
Qué quiere Morena para Tlalpan, sencillamente, aterrizar estos principios en un programa de acciones concretas que digan el por qué, para quién, el cómo, cuándo y dónde.
Pero en eso también queremos ser distintos, queremos pedirles que participemos todos en las ideas y elaboración de esos proyectos. Vamos a realizar algunos foros, talleres y reuniones y a través de la página de facebook, de morena.tlalpan.enlace o directamente en los locales, nutramos de ideas este gran proyecto de transformación de nuestra delegación. Los conminamos a que durante el mes de enero construyamos participemos en aportar ideas para proyecto.
Queremos un Tlalpan con un gobierno honesto, honrado con vocación de servicio público, accesible, de puertas abiertas, con programas sociales que aminoren la enorme desigualdad, que promueva el empleo, la educación, la cultura, la recuperación y la vida digna de los pueblos, barrios y colonias. Queremos un Tlalpan seguro, con respeto a los usos de suelo, un Tlalpan en donde no se imponga un proyecto externo de Ciudad de la Salud, un Tlalpan incluyente. Queremos recuperar el orgullo de vivir y ser de Tlalpan.
Compañeros y compañeras: Tengo la firme convicción de que si logramos transmitir la honestidad de nuestra voces y trabajamos duro, comunicaremos este entusiasmo por la transformación de la vida pública. Sigamos solidarizándonos con las movilizaciones por la presentación con vida de los estudiantes de Ayotzinapa y sigamos luchando para transformar a México.
No nos cansemos de luchar, es nuestro futuro y el de millones de mexicanos el que está en juego, seamos protagonistas del cambio verdadero.