#Opinión: Cuando Se Quitó La Venda

A Pablo, el buscador que se quitó la venda

y lucha porque otros más se la quiten.

RegeneraciónMx.- Un día se la quitó, primero, como un niño, empezó a mirar por un extremo que no había quedado totalmente cubierto, la luz hirió su retina y cerró fuertemente los ojos. Luego, se armó de valor y volvió a intentarlo, esta vez, descubrió parte de ambos ojos con los párpados cerrados y así estuvo un largo rato hasta acostumbrarse a la luz cegadora, recordó cuando le pusieron por primera vez la venda, la ataron fuertemente a sus ojos cuando todavía era un bebé, tal como lo hacían en Japón con las Geishas, para tener la belleza de un pie pequeño, aunque el dolor las acompañara toda la vida.

En su generación no era por belleza sino por costumbre, no mirar, no sentir, no actuar. “El conocimiento mata”, decían al oído mientras que a gritos vociferaban “La verdad te hará libre”.

Abrió lentamente los ojos, a medida que comenzaba a hacerlo su retina se iba acostumbrando, sus ojos comenzaban a enfocar lo que por años le fue prohibido, vedado, limitado.

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Vio a los grandes mercaderes preparando la siguiente trampa: compra, lo necesitas.

Vio a las empresas transnacionales frotarse las manos: La tierra es solo mía, los recursos son míos.

Vio las guerras financiadas por los potentados para masacrar a los pequeños: había que hacer espacio en un mundo sobrepoblado.

Vio las grandes trampas del hombre: Manipulación, fraude, mentira.

Vio al hombre embrutecido, cegado por su propia ambición.

Mientras las naciones se convertían en rehenes, hacían desfilar a su pueblo, portando la misma venda que antes él se había quitado. ¿Por qué?, se preguntaba ¿por qué no se la quitan también?

Entonces entendió: “El conocimiento mata”, era verdad, algo en su interior comenzó a morir, quizá era la inocencia de pensarse independiente y libre, quizá la ignorancia de no entender que todo estaba planeado desde el principio, que su vida nunca fue suya, que al hombre lo dominarán siempre los sistemas.

Un líquido tibio mojó sus mejillas, era un llanto diferente por reconocer que la humanidad había dejado de existir como persona y como concepto, ¿desde cuándo?, tuvo la certeza de que fue mucho antes de que él naciera.

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Observó a los que se dejaban guiar mansamente, parecían tener la misma felicidad que el mostraba antes de convertirse en disidente, parecían satisfechos, tal como él lo estuvo antes de que la curiosidad le hiciera querer mirar lo prohibido. Entonces se sintió solo en un mundo de sordos, de ciegos, de mudos.

Echó un último vistazo a esa verdad que lo rebasaba, volvió a cubrir sus ojos con la venda y se incorporó mansamente a la multitud adormecida. Mientras caminaba lentamente la sonrisa mecánica de los demás se dibujó en su rostro… era “feliz”.

Sigue a Ana María Vázquez en Twitter como @Anamariavazquez