La población de esa comunidad oaxaqueña está en total abandono, el camino está lleno de derrumbes y no hay medicamentos en el centro de salud que es atendido por sola una enfermera.
Regeneración, 16 de septiembre de 2017.-San Lorenzo Jilotepequillo, es otra de las comunidades oaxaqueñas olvidadas por el gobierno luego del sismo de 8.2 grados del pasado 7 de septiembre.
Allá, al menos 65 de 100 familias fueron afectadas por el temblor y al día de hoy, no son parte de las listas oficiales.
La población está en total abandono, el camino está lleno de derrumbes y no hay medicamentos en el centro de salud que es atendido por sola una enfermera.
Unas 12 casas quedaron en ruinas y también la iglesia quedó derruida.
El medio oaxaqueño NVI Noticias, explica en un amplio reportaje de la periodista Nadia Altamirano que para llegar a la comunidad es necesario “recorrer 179 kilómetros de la carretera federal 190 Oaxaca – Istmo, donde comienza una desviación de 30 kilómetros, sólo diez con pavimento y el resto convertido en un camino agreste y angosto, entre montañas deslavadas por el paso de la tormenta Beatriz desde finales de mayo e inicios de junio pasado”.
En ese pueblo, devastado por la pobreza, la situación se volvió aún más precaria con el paso del sismo que destrozó la biblioteca comunitaria, el molino de nixtamal, la bodega del preescolar y un viejo edificio que servía como cárcel.
En el Centro de Educación Preescolar Jlipa, los alumnos no pueden ir a tomar clases porque la construcción se está hundiendo, el sismo dejó fisuras por todos lados en el inmueble.
El templo católico también resultó afectado. Fue reconstruido hace 23 años pero ahora, quedó inservible.
Entre los afectados se encuentran adultos mayores, madres de familia con más de un par de hijos que perdieron todo, que nunca tuvieron mucho.
De nada sirve esperar a que lleguen los apoyos de las autoridades, la población sabe que nunca llegan.
Con la iglesia destrozada, la comunidad ya no podrá planear su fiesta patronal del primer domingo de octubre.
Los dueños de una panadería relataron a NVI Noticias que cuando despertaron el viernes, todo era desastre. El horno, los trastes, nada han podido salvar.
Mientras hacen el recuento de los daños, la voz se quiebra, la desesperación se apodera de ellos.
“¿Cómo le vamos a hacer? ¿Quién nos va a ayudar?”.
Con información de NVI Noticias