Por Ariel Noyola Rodríguez/Alai*
Durante su visita a Brasil, Colombia, Perú y Chile, el primer ministro Li Keqiang, abonó la influencia de China en América Latina a través del cumplimiento de 2 metas fundamentales: la transformación del mapa económico de la región para apuntalar el protagonismo de Asía-Pacífico, y el impulso del yuan en territorio sudamericano a través de Santiago de Chile como plataforma.
El primer objetivo se alcanzó con los gobiernos de Brasil y Perú: la construcción de una red ferroviaria de más de 5,000 kilómetros que conectará los océanos Atlántico y Pacífico a fin de aumentar los montos y la velocidad de los intercambios comerciales con China.
La «Ruta de la Seda» extensiva a Sudamérica[1], será una alternativa para el tránsito de mercancías por el Canal de Panamá (bajo control estadounidense desde hace décadas) y al mismo tiempo, complementará las capacidades del Canal de Nicaragua, también de próxima implementación.
En la construcción de ambos canales destaca el financiamiento provisto por China, producto tanto de su interés por garantizar el suministro de recursos naturales de carácter estratégico (petróleo, metales, minerales, etcétera), como por los vínculos comerciales privilegiados que mantiene con Managua y las economías sudamericanas, incluso por delante de Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, el incremento de los flujos de comercio e inversión entre China y la región latinoamericana, sobre todo a partir del ingreso de la primera a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, no guarda hasta el momento ninguna relación con el uso incipiente del yuan.
Mientras que el comercio con China se multiplicó 22 veces entre los años 2000 y 2014, según las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)[2], a partir de 2009 únicamente con Brasil y Argentina se establecieron acuerdos tipo «swap» (permutas de divisas) para impulsar las operaciones en yuanes entre empresas (a través de los bancos centrales). Ni siquiera los principales exportadores de hidrocarburos y minerales a la región Asia-Pacífico, como Venezuela y Perú, lograron construir vínculos de cooperación financiera con Pekín.
De ahí la importancia del segundo acuerdo alcanzado durante la gira de Li Keqiang: Chile, el primer país sudamericano que reconoció a China en el ámbito diplomático hace 45 años y que suscribió un Tratado de Libre Comercio (TLC) en 2005, ahora será protagonista del lanzamiento de la primera plaza financiera del yuan en América Latina, gracias a la adopción de 3 acuerdos clave.
En primer lugar, el gobierno chileno recibió la autorización de las autoridades regulatorias chinas para participar en el Programa Chino de Inversores Institucionales Extranjeros Calificados en Renminbi (RQFII, por sus siglas en inglés). Con ello, los bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros y fondos mutuos de origen chileno, podrán invertir un monto límite de hasta 50,000 millones de yuanes (8,100 millones de dólares) en el mercado de capitales de China[3].
En segundo lugar, se acordó la apertura del segundo banco de liquidación de la «moneda del pueblo» (renminbi) en el continente americano, el primero se instaló en América del Norte, en Canadá[4]. A través de una inversión inicial de 189 millones de dólares y bajo la supervisión del Banco de Construcción de China (CCB, por sus siglas en inglés), Chile y el gigante asiático disminuirán los costos de sus transacciones (operaciones de crédito, pagos por concepto de comercio exterior, etcétera) y facilitarán la conversión entre sus divisas.
El CCB es una entidad global que en los últimos años, ha llevado a cabo operaciones por más de 7 billones de yuanes para más de 19,000 clientes fuera de China. Ya con varias sucursales abiertas en Chile, ahora pretende ampliar sus servicios financieros en el resto de los países sudamericanos[5].
Y en tercer lugar finalmente, se concretó la firma de una línea de crédito «swap» de divisas entre el banco central de Chile y el Banco Popular de China por un monto de 22,000 millones de yuanes (3,500 millones de dólares), que permitirá por un lado, amortiguar los efectos de la volatilidad del dólar sobre los flujos de comercio e inversión y, por otro lado, ayudará a que el peso chileno y el yuan ganen terreno en la facturación de sus intercambios bilaterales[6].
«Esperamos que nuestra cooperación Chile-China en materia financiera pueda contribuir a la cooperación industrial y de inversiones entre China y toda América Latina», sentenció Li Leqiang durante su visita[7]. Su declaración pone de manifiesto la creciente preocupación en amplios sectores de la izquierda latinoamericana por el tipo de relación que se ha cultivado hasta ahora con el dragón: exportaciones e influjos de capital concentrados en productos y actividades de la industria extractiva.
Es que después de la caída de los precios de las materias primas y la brusca desaceleración de los mercados emergentes, es evidente que la musculatura de China no es suficiente para detonar la reactivación económica en los países del Cono Sur.
Pese a todo, el gobierno chino se declara dispuesto a llevar un paso adelante, los términos de sus vínculos económicos con los países latinoamericanos[8]. Citando a los poetas Pablo Neruda y Xin Qiji, el primer ministro de China sostuvo en la sede principal de la CEPAL que «nada podrá detener el río de la aurora» y que «sus aguas corran hacia el Oriente».
Para triunfar en esa encomienda, consideró urgente aumentar las inversiones tecnológicas para así, contribuir a la creación de cadenas regionales de alto valor agregado que transformen el modelo de crecimiento de la región sudamericana.
En ese sentido, la instalación de la primera plaza financiera del yuan en América Latina, en la ciudad de Santiago de Chile, se ha convertido de facto en el laboratorio de un enorme desafío para los líderes de Pekín: por un lado, finalmente hacer posible la industrialización periférica y, por otro lado, fortalecer la internacionalización del yuan con el apoyo de los gobiernos de Sudamérica.
Regeneración, 28 de mayo del 2015 – Ariel Noyola Rodríguez es economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Contacto: [email protected]. Twitter: @noyola_ariel. Fuente: Servindi
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[1] «The Silk Road Stretches To South America», Andrew Korybko, Oriental Review, 20 de mayo de 2015.
[2] «América Latina y el Caribe y China: hacia una nueva era de cooperación económica», CEPAL, Mayo 2015.
[3] «China Extends Yuan Clearing Network, RQFII Program to Chile», Bloomberg, 25 de mayo de 2015.
[4] «¿Quién es el ‘caballo de Troya’ de China en América del Norte para impulsar el yuan?», Ariel Noyola Rodríguez, Russia Today, 6 de mayo de 2015.
[5] «CCB Designated as the First RMB Clearing Bank in South America», China Construction Bank, 26 de mayo de 2015.
[6] «China, Chile ink multi-billion-USD currency swap deal amid closer financial ties», The Global Times, 26 de mayo de 2015.
[7] «China instala en Chile su plataforma financiera latinoamericana», RFI, 26 de mayo de 2015.
[8] «China Seeks ‘Updated Model’ for Latin America Cooperation», Shannon Tiezzi, The Diplomat, 28 de mayo de 2015.
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