Por Pedro Miguel
Se da la paradoja de los que llevan 12 años repitiendo, como único argumento detractor, que Andrés Manuel es un hombre de ideas fijas y cerrado a los cambios de realidad. Cotejado con sus precedentes, el texto de 2017 es un mentís rotundo a esa descalificación y una prueba de que es posible conciliar la fidelidad a los principios con la flexibilidad y la imaginación requeridas para hacer frente a nuevas realidades.
El último libro de AMLO también desmiente a quienes lo retratan como un dirigente autoritario, caudillista, adepto al mando unipersonal y cerrado a disidencias, críticas y voces discordantes. Vaya, como prueba, el contraste entre los tres textos: el primero fue escrito en primera persona como plataforma política en la construcción de una candidatura presidencial para 2006; el segundo es una obra de pensamiento colectivo de 36 autores, bajo la coordinación de Jesús Ramírez Cuevas; el más reciente, La salida, está concebido como un documento base para la discusión y la construcción de un proyecto de gobierno de cara al sexenio 2018-2024.
La catástrofe nacional del ciclo neoliberal empieza con una afectación de los niveles de vida de amplios sectores de la población. Conforme se ahonda y se agrava, descompone las instituciones, desgarra el tejido social y afecta los principios éticos y las conductas de convivencia de sectores cada vez más amplios; comienza con una crisis salarial y de ingreso, sigue con una afectación a derechos y garantías, continúa con la pérdida de la seguridad pública y culmina con la pérdida de confianza de la gente en sí misma, en los demás y en el futuro. En seguimiento de esa ruta de desastre, el énfasis del pensamiento lopezobradorista va trasladándose, a lo largo de los tres libros referidos, de lo económico a lo estructural y de allí a lo social; a estas alturas no sólo es necesario rescatar el Estado, sanear la administración pública y recuperar los niveles de vida sino también una refundación moral del país. Ya no basta con reformar el poder. Se requiere de crear, desde él, condiciones propicias para que la sociedad se reforme a sí misma.
El daño gravísimo que han causado a México las reformas peñistas y la actual circunstancia de acoso por parte de Estados Unidos obligan a reformular y actualizar la propuesta de 2012 en términos que conduzcan al consenso nacional y no, como lo hicieron esas reformas, una fractura y una polarización sin precedentes entre los mexicanos.
El programa de transformaciones contenido en el libro de AMLO es una propuesta general susceptible de ser enriquecida y complementada que bien podría ser el gozne entre las visiones desde arriba
y desde abajo
que han venido dando materia al debate de las izquierdas en el país, a condición de que las partes acepten debatir y acordar las modalidades concretas, regionales, estatales, municipales, comunitarias y hasta barriales, así como la incorporación de reivindicaciones específicas –de derechos colectivos, ambientales, de género, de discapacidad, etcétera– para construir, de cara a 2018, un frente político en contra del régimen en el que tenga cabida la suma de todas las luchas sociales y populares que se desarrollan en el México actual. Si existe una propuesta de recuperación nacional más articulada, viable e incluyente que la comentada, favor de darla a conocer.
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