Venezuela ha encontrado un nuevo objetivo de sus arremetidas internacionales. Acusó a México de ser “cómplice” de la oposición y de tratar de “socavar la estabilidad democrática” del país.
Regeneración, 27 de abril de 2017.- Los ataques se producen en un momento en que la diplomacia mexicana ha decidido dar un paso al frente y asumir el liderazgo de los países latinoamericanos ante la crisis que azota a Venezuela. Las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro de las últimas semanas han provocado, según cifras proporcionadas por la Fiscalía, 26 personas muertas, 437 heridos y 1.289 detenidos.
Lo que desencadenó la última polémica ha sido la reunión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA) que, a instancias de México, se pretende celebrar este miércoles y que Venezuela rechaza. De celebrarse, la canciller chavista, Delcy Rodríguez, ha asegurado que su país iniciará los trámites para salir del organismo internacional. El encuentro promovido por México pretende establecer una fecha para una reunión de los cancilleres de la OEA, el encuentro de más alto nivel previo al de los jefes de Estado.
En una carta publicada este martes, la misión diplomática del Gobierno de Nicolás Maduro ante la OEA rechaza la “declaración de apoyo a las decisiones y recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre Venezuela”, que se pretende discutir este miércoles. Esto supone un paso más en la intención del secretario general, Luis Almagro, para obligar a Venezuela a aceptar una solución consensuada a la crisis del país sudamericano. “Con este tipo de iniciativas México se convierte en cómplice y encubridor de los graves episodios de violencia que contra las personas, agentes de policía y la infraestructura pública han protagonizado grupos extremos opositores al Gobierno que intentan socavar la estabilidad democrática de Venezuela”, afirma la misiva.
“Resulta vergonzoso cómo el Estado mexicano se aleja cada vez más de América Latina y el Caribe para apoyar intereses imperiales. Es contradictorio que México, que ha sido tan crítico con la CIDH, apoye sus prácticas destinadas a fijar posición pública antes de investigar los hechos con ponderación, equilibrio y profundidad”, se lee en otro aparte del comunicado.
Las duras críticas de Venezuela no son casuales. México ha cambiado en las últimas semanas sustancialmente su posición ante la crisis del país sudamericano y ha dado un viraje rotundo a su política diplomática, tibia durante la última década. “No podemos y no debemos seguir siendo indiferentes, se trata de una violación sistemática a los principios de la democracia”, aseguró recientemente el canciller, Luis Videgaray, lo que propició que su homóloga venezolana, Delcy Rodríguez, le tachase de “servil”.
“Una suma de coyunturas ha propiciado tener un papel más activo”, reconocía recientemente a este diario Luis Alfonso de Alba, embajador de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Uno de los motivos es el “estancamiento” del diálogo, impulsado por Unasur y respaldado por El Vaticano, de tres los expresidentes iberoamericanos, entre ellos el español José Luis Rodríguez Zapatero. “No damos por rota esa mediación, pero tendría que haber un planteamiento novedoso porque no han logrado destrabar la situación”, aseguraba el diplomático.
El objetivo de México, sede de la Asamblea General de la OEA a finales de julio, es celebrar una reunión de cancilleres para tratar de buscar soluciones a la crisis. Venezuela ha asegurado que, de celebrarse sin su consentimiento ese encuentro, iniciaría el proceso de abandono de la OEA, lo que en ningún caso sería inminente.
El proceso para que un país miembro se retire de la OEA supone un trámite largo. Al margen de esta decisión administrativa parece claro que Venezuela se está quedando sin el apoyo de los países del Caribe, que, en los tiempos de Hugo Chávez, recibían generosos descuentos en su factura petrolera a cambio de apoyo político a las iniciativas del régimen chavista. Sin el respaldo de Argentina, Brasil y Uruguay, con una profunda crisis económica y la deriva dictatorial de su gobierno la ayuda se ha reducido en tiempos de Maduro. Jamaica, Bahamas y Barbados se han sumado al grupo de los 14 países que promueven una mediación de la OEA en Venezuela.
Caracas no se siente cómodo en el foro panamericano y ha solicitado una reunión urgente de la Celac, otro organismo de integración regional. La respuesta de Venezuela indica que no harán las concesiones que demanda la gran mayoría de la comunidad internacional. En consecuencia, de continuar el pulso es bastante probable que se aplique la Carta Democrática Interamericana.
Con información de: El País