Por Florentino López Martínez | Rebelión
Regeneración, 22 de octubre de 2014.-Durante las primeras horas de la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre pasado, en la Comunidad de Iguala, Estado de Guerrero, ocurrió una masacre contra los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, en donde resultaron 3 estudiantes asesinados y otros 43, hasta la fecha se encuentran en calidad de desaparecidos; el acto fue cometido por la policía municipal en coordinación con el cártel del narcotráfico que opera en la región, denominado “Guerreros Unidos”.
Esta Normal Rural, que acoge a estudiantes aspirantes a profesores, es más conocido como Normal de “Ayotzinapa”, se ubica en el municipio de Tixtla, Guerrero, entre el Distrito Federal y el Pacífico Mexicano, a una distancia de 125 kilómetros al sur de la Comunidad de Iguala, donde ocurrió la masacre.
Ese día los estudiantes, en su mayoría de reciente ingreso a la normal, habían acudido a realizar un boteo (recolectar la aportación económica voluntaria de la población), como regularmente lo hacen con la finalidad de hacerse de recursos para las diversas actividades educativas, culturales y políticas; al atardecer se disponían a emprender el regreso, no sin antes tomar autobuses para su retorno al centro educativo que a la vez les ofrece dormitorio y alimentación como una especie de internado. La toma de los autobuses también tenía como objetivo utilizarlas para el traslado a la manifestación que se realizaría el 2 de octubre en la capital del país, con motivo de la reivindicación de la masacre de estudiantes en el año de 1968, fecha en que cada año se realizan movilizaciones estudiantiles en todo el país.
Los estudiantes ya tenían en posesión un autobús que trasladaba a un equipo de fútbol de adolescentes, se dirigían hacia la salida de la comunidad de Iguala cuando un convoy de policías municipales los interceptó, detuvo el autobús, una comisión de estudiantes descendió de la unidad, al momento de dirigirse hacia la policía para dialogar, recibieron la primera ráfaga de disparos, del cual cayó batido uno de los estudiantes, y una decena resultaron heridos, incluyendo a los adolescentes que viajaban en el autobús.
En medio de la confusión, los estudiantes se dispersaron aterrorizados, así inició la cacería y la tragedia que ha conmovido a México y al mundo.
La persecución fue brutal en las siguientes horas en toda la población (el segundo estudiante que cayó, fue en un taller mecánico); no sólo intervino la policía municipal, sino sicarios de los “Guerreros Unidos”, la omisión del Ejército Mexicano que tiene una zona militar en la población, así como de los cuerpos policíacos estatales y federales que también tienen sus destacamentos en la localidad, es parte de toda la maraña del modelo fascista que se ha venido evidenciando a lo largo de los días siguientes.
Asimismo, la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa, se ha convertido en un catalizador de toda una serie de inconformidad acumulada del pueblo guerrerense, la comunidad estudiantil y todo el pueblo de México, que a lo largo de los 24 días que lleva la lucha por la presentación con vida de los 43 de ayotzinapa, ha dado muestras puede transitar a un nuevo estadio en el país.
Iguala: capital del fascismo a la mexicana
Al siguiente día (27 de septiembre), empezó la revelación de la podredumbre, la pestilencia y el grado de descomposición del régimen mexicano, cuando fue localizado a un tercer estudiante asesinado, a un lado de la carretera, muy cerca de donde fue la primera agresión, el cadáver mostraba señales de tortura inimaginables, su rostro estaba totalmente desgarrado, le arrancaron sus ojos.
Poco a poco, fue fluyendo la noticia, las imágenes recorrieron el mundo, no se trataba solamente de una represión cualquiera lo que se había dado en Iguala, ni era sólo un hecho aislado, mucho menos se trataba de la intervención de narcotraficantes alejados del aparato estatal; era un hecho perfectamente coordinado con la policía estatal, con la intervención activa o cuando menos la tolerancia de los gobiernos estatales y federales; a estas alturas de la partida, se ha confirmado que fue una masacre de estado.
La telaraña fascista se empezó a desenredar una vez detenido un grupo de policías municipales que reciben órdenes del Presidente Municipal José Luis Abarca (narcoempresario muy conocido en la región), cuya esposa es hermano de un excolaborador de un famoso narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, hecho conocido por todas las estructuras militares, de inteligencia y políticas del estado mexicnao; además, unos días después de la detención de los policías municipales el cártel de los “Guerreros Unidos” colocó mensajes en varios puntos de la localidad exigiendo la liberación de los policías bajo la amenaza de rebelar toda la complicidad del gobierno con el narcotráfico, quedando claro con ello la pertenencia al narcotráfico de los policías municipales detenidos.
El gobierno federal de Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el estatal de Angel Heladio Aguirre Rivero con filiación al Partido de la Revolución Democrática (PRD), frente a la revelación de esta punta del Iceberg, de la actual composición del narcogobierno, se apresuraron a evitar que se siga revelando el verdadero carácter del régimen mexicano, al ver que eso era incontenible, pusieron la cabeza del presidente municipal sobre la mesa, no sin antes dejarlo huir (ahora prófugo de la justicia, junto con su director de la policía municipal), para después echarle toda la culpa.
Las revelaciones no pararon ahí, resulta que José Luis Abarca, tenía en su principal protector y padrino (promotor político) en Lázaro Mazón, quien hasta hace unos días era el Secretario de Salud del Gobierno del Estado de Guerrero (ahora fue despedido y ha tenido que asumir un proceso legal); son incontables los vínculos entre este narcogobierno del municipio de Iguala y el gobernador del estado, inclusive en las redes sociales Abarca, solía presumir sus selfies, con el propio Enrique Peña Nieto.
Además, la Procuraduría General de la República (PGR), los órganos de inteligencia del país, el sistema de justicia estatal, conocían a detalle la fisonomía política y criminal del presidente municipal de Iguala, es más, hubo desde hace muchos meses, denuncias formales-legales y denuncias públicas de diversos actores políticos del municipio, el estado y el país, sobre el carácter criminal de este narcopresidente, que tiene en su haber otros crímenes de los cuales se le había acusado, los cometió junto con la delincuencia organizada, pero nadie hizo nada ¿Por qué?…
Esto explica, porqué no intervinieron los cuerpos policíacos estatales y federales, ni el ejército mexicano que tiene su base en la zona militar ubicada en la misma comunidad, a pesar de que la persecución duró varias horas, los disparos de arma de fuego de alto calibre detonaron en distintos puntos de la población desde las primeras horas de la noche del 26 de septiembre hasta la madrugada del siguiente día. Esto explica también, porqué no se le detuvo inmediatamente al narcopresidente municipal, ni al jefe de la policía; tampoco se iniciaron las diligencias inmediatamente para dar con el paradero de los estudiantes desaparecidos, dejando pasar una eternidad, con el objetivo de que pudiera borrarse perfectamente las evidencias de este crimen de lesa humanidad.
La búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos que inició muchísimas horas después, además de la no localización hasta ahora de los desparecidos, puso en escena, que en Iguala la masacre en masa es parte de la vida común en el municipio, por doquier se han localizado fosas clandestinas, hasta la fecha más de 29, lo que ha convertido a esta población en un terrorífico cementerio; las decenas de cuerpos que se han localizado, están calcinados, hay evidencias que muchos de ellos fueron quemados vivos ¿A quienes corresponden esos cuerpos calcinados, si no son de los estudiantes? ¿Serán otros opositores políticos? Son preguntas que hasta ahora no encuentran respuesta…
Los hechos en Iguala no son aislados, ni únicos, en el país, durante los últimos 10 años, con los gobiernos del PAN (Partido Acción Nacional), el PRI y en muchos estados del país donde gobierna el PRD también, hay más de un tercio del millón de desaparecidos, con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico, que ahora queda más que evidenciado, es sólo un pretexto; ¿Donde están los cementerios clandestinos de todos estos desaparecidos? ¿Habrán sido calcinados, también? ¿Será posible que a estas alturas del desarrollo tecnológico del espionaje, la inteligencia militar, sea posible que pase en el país todo esto sin que nadie se dé cuenta?
Todo parece ser que Iguala es exactamente la punta del Iceberg, por donde se puede entender la fisonomía de un régimen totalmente podrido que supura hedor y chorrea pus por todas partes.
No hay duda, Iguala es la capital del fascismo a la mexicana, que se distingue de otras épocas fascistas de la fusión de la estructuras del narcotráfico, los partidos políticos burgueses, el aparato estatal y la oligarquía financiera. Es la capital del fascismo que ha logrado sintetizar el terror de todas las épocas anteriores, en un modelo perfeccionado para destruir masivamente las fuerzas productivas y ejercer la dictadura burgués,
Ayotzinapa: fuerza de tracción de la lucha de clases
Desde la misma noche del 26 de septiembre inició la etapa de movilizaciones, para repudiar la agresión a los estudiantes de Ayotzinapa y exigir la presentación con vida de los desaparecidos, al paso de los días, la indignación, el luto y la impotencia de las masas populares de todo el país, poco a poco se ha transformado en lucha callejera; la opresión acumulada de los últimos años sobre la clase obrera, la imposición de las reformas neoliberales dictados desde el BM, el FMI y la OCDE, los fraudes electorales, han encontrado en este momento político un espacio para expresarse a manera de movilización en las calles y plazas del país, convirtiendo así en Ayotzinapa en esa palanca que hace girar la rueda de la historia en favor de la lucha del proletariado y las masas populares.
El primer engrane, ha sido revitalizar todas las fuerzas del sufrido pueblo de Guerrero, para volcarlas a la calle, por la exigencia de justicia y por el repudio al gobierno de ese estado, retomando la consigna de presentación con vida, la de la caída del Gobernador y la lucha histórica por la instauración de un Gobierno Popular y Democrático, así como la convocatoria a una Nueva Constituyente. En el estado se ha lanzado la consigna de fortalecer la policía comunitaria (una especie de milicias populares), y la toma de municipios, como una forma de avanzar en la construcción del poder de las masas desde abajo.
El segundo remolque de esta revitalización de la lucha, es en el sector estudiantil, la Normal de Ayotzinapa forma parte de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSUM), que aglutina a alrededor de 15 escuelas de su tipo, ubicados en distintas partes del país que han demostrado ser una reserva importante de la lucha estudiantil y popular; la tragedia de Ayotzinapa ha coincidido con la Huelga del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que se desató contra los efectos de la reforma educativa, en los días pasados ha llegado a movilizar hasta 50 mil estudiantes en la capital del país; a partir de ambos proceso jalonadores, las universidades del país se han vuelto un hervidero de la lucha de clases, mostrando su músculo ya por dos ocasiones (2 de octubre, paro de 48 horas los días entre el 14 y 16 de octubre), durante el paro estudiantil, más de 30 centros educativos importantes se sumaron; ahora está convocado un segundo paro nacional entre el 23 y 23 de octubre, que promete superar por mucho el pasado paro.
Un tercer engrane que se ha reactivado, es la del movimiento magisterial democrático; tienen vínculos muy sólidos con los estudiantes normalistas, ahora está coincidiendo lo que los maestros llaman el Plan Estratégico de la CNTE (Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación), hacia la Huelga General, que preveen estallar a inicios del próximo año, con la lucha creciente de la coyuntura actual.
Finalmente, todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias, han salido a las calles muchos en solidaridad, pero la mayoría con sus propias demandas y aspiraciones, para unirse a la lucha por la presentación con vida, pero sobre todo contra el régimen mexicano en general; una muestra clara de esta potente ascenso coyuntural de la lucha de las masas fue la jornada de movilizaciones del pasado 8 de octubre, que en todos los rincones del país y en muchos países del mundo movilizó a la población.
El próximo 22 de octubre será una segunda demostración, que se ha llamado como “movilización nacional” o “Día de acción global”, por la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
24 días de lucha por la presentación con vida, apuntan hacia el crecimiento de las formas de lucha y de organización de pueblo mexicano. La historia nos ha enseñado que muchas veces toda la experiencia de la lucha de clases se sintetiza en semanas o en días, y todo ocurre en una fracción de tiempo tan corta, eso es lo que ha vivido en nuestro país en los últimos 43 días; la perspectiva de la unidad de todas las fuerzas antifascistas, antiimperialistas, democráticas y progresistas, que se viene construyendo a lo largo de los últimos 14 años, no había encontrado una coyuntura tan favorable como ahora, la necesidad de la concentración de todas las fuerzas populares en el país en una gran asamblea, ha avanzado a pasos agigantados, el día 15 de este mes se fundó en la Normal de Ayotzinapa la Asamblea Nacional Popular que ha trazado un plan de acción único en el país y es el que ha convocado a la movilización nacional e internacional para el próximo 22 de octubre; se ha reactivado el Encuentro Nacional Magisterial y Popular, espacio convocado desde el año pasado por la CNTE; y se le ha dotado de mayor posibilidad de proyección a las reuniones de Enlace Nacional con todos los movimientos del país, que ha tenido ya dos sesiones en el transcurso del último mes, el objetivo central de este espacio es avanzar en el acercamiento y unidad con todos los movimientos del país. Todo indica que la construcción de una gran Asamblea Nacional del Proletariado y los Pueblos de México, está cada vez más cerca.
La multiplicación de los paros y huelgas estudiantiles, la suma de los paros de algunos sindicatos que han estallado recientemente, las jornadas de movilizaciones del 2 de octubre, 8 de octubre y la del próximo 22 de octubre, va sumando bonos hacia la conversión de la convocatoria al 1° de diciembre próximo, en un verdadero Paro Nacional.
Al mismo tiempo, la agitación de la Huelga Política General va viendo en popa, en todos los espacios y asambleas, entre todas las organizaciones más o menos progresistas y democráticos, la Huelga General es un debate, que si bien algunas tendencias de la pequeña burguesía y la burguesía en sí misma empiezan a desatar una lucha ideológica en contra, abajo entre las masas, ésta va cobrando una fuerza real.
Diversos grupos guerrilleros del país, han encontrado terreno fértil para romper el silencio que durante mucho tiempo habían mantenido, y han declarado la guerra al cártel de los “Guerreros Unidos” y al narcogobierno, no hay claridad de cuál va a ser su verdadero actuar todavía.
Así se va escribiendo la lucha de clases en México.
Florentino López Martínez. Presidente Nacional del Frente Popular Revolucionario (FPR) y miembro del Comité de Coordinación Internacional de la Liga Internacional de la Lucha de los Pueblos (ILPS)