El Pentágono necesita urgentemente una guerra para mantener su poderío

Justo cuando faltan pocos días para que el Colegio Electoral ratifique la elección de Donald Trump, el Pentágono hizo público el documento ‘2015 National Military Strategy’ (2015 La Estrategia Nacional Militar) como advirtiéndole de que la guerra continuará siendo la prioridad de Washington para seguir gobernando el mundo.

Por Vicky Peláez

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Los soldados calculan la distancia entre el ser y la nada con la mira telescópica
(Mahmud Darwish, poeta palestino 1941-2008)

Para sustentar esta advertencia, hace unos días el Congreso de los EEUU aprobó la nueva Ley S.2943-The National Defense Authorization Act 2017 (NDAA) que autoriza a su presidente a sancionar a cualquier país del planeta en nombre de la seguridad nacional. En la definición de ambos documentos, Rusia, Irán y Corea del Norte representan una «agresiva amenaza» a la paz en el mundo. Esto significa que el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin Dempsey tiene la obligación de preparar las Fuerzas Armadas para guerras y más guerras.

Esto no es nada nuevo porque en 2014 el Secretario de Defensa en aquel tiempo, Leon Panetta advirtió que la guerra en el Oriente Próximo contra el Estado islámico duraría no menos de 30 años y que terminaría posiblemente en el 2050. Los dirigentes del Pentágono saben lo que dicen porque precisamente ellos, junto con sus colegas de la CIA, crearon, entrenaron y armaron con la ayuda de Israel, Qatar, Arabia Saudí y Jordania a los yihadistas del Estado Islámico, de al Qaeda, al Nusra que es ahora el Frente Fatah al Sham y quién sabe a cuántos grupos más para apoderarse de los abundantes recursos energéticos de la región.

Todas estas organizaciones, movimientos y grupos terroristas están trabajando por encargo de los EE.UU. para balcanizar el Oriente Próximo, crear una imagen negativa del islam y facilitar el dominio norteamericano en la región. Las periódicas declaraciones de las autoridades de Washington donde dicen que todas sus intervenciones, incluyendo las de Irak, Afganistán, Libia, Somalia, Yemen y ahora en Siria han sido motivadas exclusivamente por su deseo de traer paz y democracia a estos países son falsas. Todo esto constituye una mentira igual que las aseveraciones de los especialistas norteamericanos donde afirman que el país es autosuficiente en el petróleo. Resulta que, inclusive con el oro negro obtenido usando el petróleo de esquisto, Estados Unidos solo puede abastecerse en un 40%, y está obligado a importar el restante 60%.

A diferencia de China y Rusia que están dedicados a crear una zona integrada económicamente a base de una nueva ‘Ruta de Seda’, Estados Unidos sólo tiene la visión de controlar el mundo a través de la fuerza. Según el coordinador de la organización ‘SOS Irak’, Dirk Adriansens, «EE.UU. ha creado un imperio global que ofrece dos opciones a los países: o aceptan el dominio o los destruye». Al menos su brazo ejecutor, el Pentágono percibió las opciones a su manera. Como resultado hubo más de un millón y medio de muertos en Irak, 2,7 millones de desplazados, 2,2 millones de refugiados y cinco millones de niños se quedaron huérfanos. En el Informe Mercer sobre la calidad de vida, la capital de Irak, Bagdad, que otrora fuera una de las más prósperas ciudades del Oriente Próximo, ocupa actualmente «el último lugar como la ciudad menos habitada del planeta». Y esto se llama en el idioma de Washington traer paz y prosperidad y «un ejemplo de la construcción de una nación democrática».

Lo mismo se repitió en Libia y ahora Siria está sufriendo los resultados de la monstruosa visión norteamericana de un «mundo mejor». Sin embargo, la ‘Estrategia 2015’ del Pentágono ya está dirigiéndose más allá de los conflictos con los grupos terroristas diseminados por EEUU en el mundo entero. Ahora en este nuevo documento el Pentágono está hablando sobre los desafíos que debe afrontar Norteamérica de parte de Rusia e Irán. Rusia actualmente en la mentalidad de Pentágono es «un Estado revisionista que está haciendo peligrar la seguridad nacional de EEUU». Así de simple sin ningún sustento Rusia ha sido nombrada como el «principal enemigo» de Norteamérica porque como afirmó en 2012 el ex candidato presidencial Mitt Romney, «Rusia es el principal enemigo geopolítico porque Rusia es siempre Rusia».

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Lo que no sabe Washington es cómo poner de rodillas a Moscú. Las sanciones han fracasado y según el último informe del Fondo Monetario Internacional, el país ha comenzado el proceso de recuperación económica. Tampoco la Casa Blanca tiene el «caballo que se deja a montar» como alguna vez el presidente George H.W. Bush denominó a Boris Yeltsin. Por supuesto, todavía sobreviven los simpatizantes, los atlantistas, los neoliberales, pero afortunadamente sin capacidad de imponer la voluntad de Washington en Rusia contemporánea. Entonces lo que queda a los Estados Unidos y a su Pentágono es jugar con su fantasía y hacer ruido de las armas que necesitan, como explicó Donald Trump, una renovación y la adecuación de la doctrina militar a las exigencias del siglo XXI.

Las Fuerzas Armadas de la única superpotencia del mundo están sobrexpandidas. Las más preparadas para el combate son las Fuerzas de Operaciones Especiales que están desplegadas en 133 países del planeta. Unos 200.000 efectivos de las tropas del Ejército, la Marina y las Fuerzas Aéreas, están en 100 países donde Norteamérica tiene más de 450 bases militares. Todo este despliegue representa fuertes gastos. Se calcula que uno de cada cinco dólares que pagan los ciudadanos al estado por impuestos está destinado para el Pentágono. The National Defense Autorization Act 2017 (NDAA) establece el presupuesto del Departamento de Defensa en 619.000 millones de dólares.

Pero si tomamos en cuenta que EEUU cubre el 72% del presupuesto de la OTAN que es equivalente a 288.000 millones de dólares que salen vía Pentágono y también el Departamento de Defensa recibe anualmente unos 25 mil millones de dólares del Departamento de Energía para mantener las armas nucleares, otros tantos miles de millones de dólares para los programas especiales de la NASA vinculados a los sistemas de misiles y tantos aportes más clasificados, llegaríamos a la conclusión que el presupuesto real del Pentágono sería encima de un millón de millones de dólares. Todo esto explica por qué el presupuesto militar norteamericano representa más del 50% de todos los presupuestos militares del mundo.

La moral de las tropas de la primera potencia del mundo tampoco es alta. En mayo de 2014 el periódico US Army LA Times reveló que «casi uno de cada cinco jóvenes enlistados en el ejército tiene enfermedades mentales como ansiedad, depresión, desorden de pánico». También las autoridades del Pentágono admitieron el 8 de mayo de 2013 que cada día en las Fuerzas Armadas se produce unas 70 agresiones sexuales contra mujeres y hombres. A estos problemas se agrega la corrupción denunciada muchas veces, especialmente en Irak y Afganistán. El escandaloso caso de la ‘División 30’ que propuso crear el Pentágono en Irak al ritmo de 5.000 soldados al año, recorrió el planeta entero. Usando 500 millones de dólares en 2015, los instructores norteamericanos entrenaron 75 efectivos iraquíes de los cuales 30 pasaron a las filas del Estado Islámico y 45 simplemente desaparecieron.

Seguro que todo esto ha tomado en cuenta Donald Trump cuando anunció que su gobierno cancelaría el proyecto del avión de combate polivalente de quinta generación Lockheed Martin F-35 Lightning II cuyo diseño y construcción establecidos en 388.000 millones de dólares ya superaron un millón de millones de dólares. Como hombre de negocios, Donald Trump sabe perfectamente los trucos de corrupción, especialmente a través del cabildeo. Sus asesores y el personal militar elegidos por el futuro presidente también le están enseñando a Trump que el mundo actual globalizado no puede ser definido «como un campo de batalla» del que hasta ahora ha presumido el Pentágono, según el profesor la Universidad de Oxford, William J. Astore, quien escribió el libro «Razones para una guerra permanente».

Tampoco el Pentágono está preparado para una guerra contra Rusia a la que los socios europeos de la OTAN le están empujando para preservar la existencia de la organización, a pesar de que saben que no habrá tal guerra. Uno de los ex líderes de la OTAN el general británico Richard Shirreff publicó hace poco el libro, «2017: War with Russia: an urging warning from senior military command» en el que se refiere al «inminente ataque de Rusia contra los países bálticos», esto sin preguntarse para qué Rusia necesita a estos países carentes de recursos naturales y a los que tendría que mantener como sucedía en la Unión Soviética.

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Todos estos halcones neoconservadores, junto con los demócratas neoliberales conducidos por Hillary Clinton representan un obstáculo aparente para que Trump trate al menos de cumplir algunas de sus promesas. El nuevo líder elegido sabe perfectamente que el problema de Siria no es nada nuevo. Durante más de 40 años Washington trató infructuosamente, primero, sacar del poder a Hafez Asad y ahora a su hijo, Bashar Asad. Detrás de la guerra en Siria están fuertes intereses geoestratégicos en los están envueltos Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, Turquía, Arabia Saudí, Qatar, Jordania y Rusia.

Según la doctrina de Obama, una Siria débil y balcanizada debilitaría inmediatamente a Irán, lo que permitiría el acceso de Norteamérica al abundante petróleo y gas en el Mar Caspio y haría vulnerable a Rusia cuya parte sur está en la orilla de ese mar, donde están localizadas las ciudades de Derbent y Astrajan. Entonces, desde este punto de vista Rusia no puede abandonar a Siria. Los Estados Unidos saben también que sin la participación de Rusia, el ejército sirio no podrá destruir a sus mercenarios del Estado Islámico y del al Nusra y pacificar el país.

También están envueltos los intereses energéticos de Qatar, Arabia Saudí, Turquía, Israel y Jordania. La orilla de Siria es considerada como un importante punto de tránsito de gas y petróleo tanto de Irán como de Arabia Saudí y Qatar. Por el momento Irán y Siria firmaron un contrato para la construcción del oleoducto y gasoducto que saldrían de Irán (Parsa del Sur), pasarían por Irak y Siria y salen a las orillas del Mar Mediterráneo. Estados Unidos diseñó sus rutas para el petróleo y gas que salen de Qatar, se juntan con el gas y petróleo de Arabia Saudí, pasan por Irak y Siria y terminan en Turquía. No hay que olvidar que Irán posee 18.000 millones de barriles de petróleo y 14 billones de metros cúbicos de gas, mientras Qatar dispone de 27.000 millones de barriles de petróleo y 13.8 billones de metros cúbicos de gas.

Rusia mientras tanto está apoyando el proyecto iraní. Actualmente la situación en Siria se complicó más, debido a la existencia en la frontera de Siria con Líbano de un yacimiento que contiene entre 3 a 17.000 millones de barriles de petróleo. Estados Unidos no quiere que los rusos tengan acceso a este yacimiento y están haciendo todo lo posible para agravar la situación en la región. Esto explica por qué Barack Obama rechazó el último acuerdo de trabajo firmado por el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov y el Secretario de Estado, John Kerry. Dos horas después, los yihadistas guiados por las fuerzas especiales norteamericanas atacaron el hospital de campo ruso en Alepo asesinando e hiriendo a varios médicos.

También los militares rusos fueron puestos en máxima alerta en Siria, según el periódico European Union Times, debido al cínico «Regalo de Navidad» que preparó Obama a Putin y a Asad. Autorizaron para el NDAA de 2017 la entrega de misiles portátiles tierra-aire (MANPADS) a los supuestos yihadistas «moderados» en Siria e Irán a los que pertenecen, según el Departamento de Estado, los combatientes del Frente al Nusra, rebautizado ahora como Frente Fatah al Sham. Esto les permitirá derribar los aviones rusos y los del Ejército Sirio con el único propósito de hacer más difícil un posible acercamiento entre Donald Trump y Vladimir Putin para llegar a un compromiso que beneficie sobre todo al sufrido pueblo Sirio. Las cartas están echadas, el futuro de paz en nuestro planeta depende de los dos líderes cuyos países necesitan también un respiro para superar muchas dificultades económicas que hombres como Obama han ocasionado tanto a los estadounidenses como a los rusos.

Fuente: http://mundo.sputniknews.com/