Clasismo y machismo contra Delfina  

delfina calderon
Gabriela Rodríguez | La Jornada 
Dudar de la inteligencia política, de la capacidad y de la autonomía de una candidata por ser mujer y por haber crecido en un hogar en pobreza es una de las formas más perversas de violencia política, de clase y de género. Tratan de denostarla porque es hija de un albañil, es una maestrita de primaria que no tiene linaje ni experiencia para gobernar.
Regeneración, 14 abril 2017.- Una de las dimensiones más vergonzantes de la desigualdad social y de la discriminación de género que proliferan en este país, se utiliza hoy en las campañas electorales para denigrar a una mujer que se colocó hasta arriba en las recientes encuestas electorales: Delfina Gómez Álvarez, candidata de Morena a la gubernatura del estado de México.

En palabras de Delfina Gómez: Yo vuelvo a insistir ya es clasismo ¿Qué tanto les duele que sea pobre? ¿Qué tanto les duele que sea mujer? ¡Ya basta!

Un grupo de 14 dirigentes priístas encabezadas por la secretaria general de ese partido, Claudia Ruiz Massieu, arremetió por razones de género contra la candidata de Morena a la gubernatura del estado de México, es grave que entre ellas estuvieran legisladoras integrantes de la Comisión de Equidad y Género . Le llamaron incapaz, manipulada y mentirosa “La profesora Delfina ha demostrado ser una mentirosa y hoy la reto a que verdaderamente demuestre su capacidad, independencia, autonomía, que no es una candidata manipulada por un grupillo de ex perredistas que ya mal gobernaron el oriente de la entidad. Habrá qué preguntarle a ella si es capaz de contestar, por sí sola, las preguntas que le hacen los mexiquenses o si le hace sentir digna que en el espot que vamos a impugnar mañana, sólo salga al final del mismo. Ella no tiene siquiera la capacidad de proponer algo para las mujeres versus lo que dijo nuestro candidato Del Mazo del salario rosa”.

Horas antes, el presidente del PRI había marcado la línea del discurso, Enrique Ochoa subrayó que Delfina no ha podido hacer campaña por sí sola y requiere que el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, le diga qué hacer. Por parte del PAN las agresiones de género no fueron menores. Josefina Vázquez Mota la tildó de ser una mujer que se ha dejado manipular. PAN y PRI se refieren a ella como títere, López Obrador es el titiritero de la candidata. Ricardo Anaya Cortés retó a Delfina a que responda sobre señalamientos puntuales, ya que quien realmente mandaba cuando ella era presidenta municipal de Texcoco era Higinio Martínez, su líder político. A través de un tuit, Felipe Calderón despreció a la candidata por su nombre ¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata quien la nombró y es su jefe?

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Duelen las burlas hirientes, duelen las expresiones para inferiorizarla, duelen los calificativos que intentan hacerla menos. Duelen las agresiones masculinas y duelen las burlas que dirigen mujeres poderosas hacia ella. Dudar de la inteligencia política, de la capacidad y de la autonomía de una candidata por ser mujer y por haber crecido en un hogar en pobreza es una de las formas más perversas de violencia política, de clase y de género. Tratan de denostarla porque es hija de un albañil, es una maestrita de primaria que no tiene linaje ni experiencia para gobernar. Se trata de actos de discriminación y de ignorancia sobre la trayectoria de Delfina. Muchos desconocen que su nivel académico es mayor al de sus contendientes del PRI y del PAN, ella cuenta con estudios de Licenciatura en Educación Básica por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), logró una Maestría en Pedagogía y una segunda Maestría en Educación con especialidad en Administración de Instituciones Educativas, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Con experiencia de más de 30 años en la gestión política, ha sido directora escolar en la Secretaría de Educación del Estado de México, pese a no ser militante de partidos ganó las elecciones como candidata a la presidencia municipal de Texcoco y años más tarde, resultó electa como diputada de Morena para la LXIII Legislatura. No tiene departamento en Acapulco ni en Miami, la maestra tiene el orgullo de vivir en la misma casa donde nació en Texcoco, ahí donde murieron dos de sus hermanos víctimas de la pobreza.

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Esta semana, el representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral (INE), presentó ante ese organismo una queja contra Ochoa, Anaya y Calderón para atender los actos de violencia política de género contra Delfina. De acuerdo con el Protocolo para la Atención de la Violencia Política contra las Mujeres, esta forma comprende todas aquellas acciones (simbólicas, verbales, patrimoniales, económicas, sicológicas, físicas y sexuales) y omisiones que, basadas en elementos de género y dadas en el marco del ejercicio de derechos político-electorales, tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogativas inherentes a un cargo público.

El INE tiene atribuciones para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia política en contra de las mujeres, las cuales se sustentan en los principios de igualdad y no discriminación, así como en el respeto a la dignidad y libertad de las mujeres. Pero la respuesta del INE ha sido la de deslindarse y referirla al IEEM, el organismo local donde la impunidad hacia el PRI es la regla.

El paisaje político y cultural de México está profundamente dividido por el clasismo, el racismo y la misoginia. Como señala Federico Navarrete (México Racista, Grijalbo, México, 2016) se trata de patrones construidos históricamente que agravan los problemas de inseguridad, crimen, pobreza y desigualdad; rasgos que están atrás de los feminicidios, las masacres y la desaparición forzada. Es una barbaridad que la violencia ejercida contra víctimas ultimadas por su color de piel, por su aspecto físico, por su género importen menos y resulten menos escandalosas que otras.