República Amorosa es comunidad

Por Laura Esquivel *

Muchos consideran que el amor es tan sólo un vínculo que nos relaciona de manera especial con una cuantas personas, principalmente con nuestra pareja sentimental, vínculo que en muchas ocasiones es únicamente un disfraz para ocultar un egoísta deseo de posesión y manipulación.


Algunos otros dicen que la política no tiene nada que ver con el amor. Bueno, tal vez tengan razón si tomamos en cuenta la forma en que se practica. Lo que resulta absurdo es que después de las 50 000 mil muertes que ha dejado la absurda guerra contra el narcotráfico aún nos neguemos a considerar la posibilidad de construir una República Amorosa.
 
En estos tiempos en que los que tanto nos urge la reconciliación nacional, vecinal, familiar,  escapa de mi comprensión que  la palabra amor se haya convertido un una espacie de mala palabra que no se menciona ni en las reuniones sociales, ni en los lugares donde se toman las decisiones que afectan a la mayoría de los mexicanos.
 
Desde que Andrés Manuel López Obrador puso en la agenda pública su polémica propuesta, se han levantado varias voces que dicen que el amor y la honestidad, no pueden darse por mandato ni decreto. Es cierto. Dicen que el amor no se impone ni se obliga. También es cierto, como también lo es el que el amor no hace distinciones. Y la desigualdad de ninguna manera es amorosa. Como tampoco lo es la impunidad, la avaricia, la corrupción, la discriminación, la indiferencia, las masacres, los bombardeos, el asesinato, los secuestros, las hambrunas. Esta evidente falta de amor genera resentimiento, frustración, dolor, miedo, violencia, y propicia todo tipo de conductas delictivas.
 
A estas alturas de la historia nos queda claro que las guerras sacan lo peor de los seres humanos y que la paz sólo se alcanza cuando tenemos  la certeza de que alguien nos respeta y toma en cuenta nuestras necesidades.
 
No es tan difícil entender que en estos momentos en los que México requiere entretejer el vínculo social roto, sea indispensable apelar al poder de una energía incluyente, o ¿cómo es que se va a reestructurar el tejido social herido, cortado, polarizado, sin no es por medio de la unión? ¿De dónde saldrá el pensamiento, la intención, la acción que permita cerrar la herida social sangrante, cansada y asqueada de tanta muerte?
 
Dice nuestro gran poeta Eduardo Lizalde:

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;
que se pierda
tanto increíble amor…./
 
Que tanto y tanto , una vez más, y tanto,
tanto imposible amor inexpresable,
nos vuelva tontos, monos sin sentido.
 
Que tanto amor queme sus naves
antes de llegar a tierra,
 
Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,
niños, animales domésticos, señores,
lo que duele.

 
Ante este dolor, sólo una energía aglutinante, que yo llamaría amorosa,  puede reordenar la conducta social.
Por lo mismo pienso que no hay nada más oportuno que estar en la ciudad e Puebla para reflexionar sobre este tema pues me gustaría recordar a un poblano sobresaliente: Gabino Barreda, médico, pensador y político que dio a México, entre otros esfuerzos notables, la creación de la Escuela Nacional Preparatoria. Don Benito Juárez reconoció en Gabino Barreda una extraordinaria vocación de pedagogo y una gran capacidad para proponer una estructura educativa que sentara las bases para la transformación que el país requería en ese momento y le encomendó la colosal tarea de renovar no solamente los programas de estudio, sino la visión completa de la educación en México.
 
Don Gabino, quien se había formado en la escuela positivista francesa, estaba convencido que la formación más adecuada era aquella que permite que la inteligencia distinga y asocie ideas, objetos y conductas con el fin de racionalizarlas y hacerlas propias. Discernir y distinguir esquemas de análisis antes que los simples datos y poder relacionar las ideas y los objetos entre sí son las bases de la propuesta educativa de don Gabino Barreda. Esta idea de educación se contraponía a la de la repetición metódica, a la formación fincada solamente en la memoria, típica de las tendencias neo clásicas que prevalecían en la educación nacional, heredada de los esquemas de formación religiosa de la primera mitad del siglo XIX.
 
Este mexicano ejemplar, que tanto creía en el poder del raciocinio, propuso como lema para la escuela Nacional Preparatoria la frase: Amor, Orden y Progreso, expresión emblemática con que se ha reconocido a la Preparatoria desde su fundación en febrero de 1863.
 
La primera palabra de ese lema es clave para nuestra reflexión actual: antes que el progreso y el orden, para Gabino Barreda está colocado el amor.
 
Para muchos de nosotros, su prioridad resulta  obvia, pero sé que para algunos no tanto. En primer lugar  hay que decir que una cultura surgida del materialismo y la competencia necesariamente mirará con sospecha la idea de una entrega humana gratuita y desinteresada. Para el pensamiento que sólo concibe el interés económico, por ejemplo, que sólo piensa en el lucro, todo se mide por el poder del intercambio y las cosas adquieren más valor en la medida en que no se consideren ni atiendan las consecuencias que nuestras acciones generan en los otros seres humanos.
 
La explotación del hombre por el hombre está sostenida en este pensamiento: yo primero, yo después y yo al final, o dicho a la mexicana: quien no transa no avanza, es decir, quien no engaña y se aprovecha de los demás, quien no está dispuesto a aplastarlos, no tiene ni sentido ni futuro ni razón de ser.
 
Todas estas ideas son las que se oponen a la noción de servicio y entrega a los demás, que es la razón de ser y el fruto automático del amor.
 
Quizá por lo mismo, acostumbrados como estamos a considerar a que uno está antes que todo lo demás, nos puede costar trabajo entender lo que la palabra amor puede significar en la vida pública. Amor es servicio desinteresado, interés en el bienestar personal compartido, es consideración para los demás, respeto a sus ideas, interés en su suerte, urgencia por evitar los abusos de los que pueden ser víctimas.
 
Cuando alguien brinda ayuda a los sectores más vulnerables de la sociedad esperando recibir a cambio su voto, de ninguna manera se puede decir que está actuando de manera amorosa.
 
República amorosa significa una comunidad de seres que se reconocen, se aceptan, se respetan y por eso se aman y aman a los demás. Frente a la opción de abusar, prefieren proteger, frente a la opción de robar, deciden cuidar los bienes comunes, frente a la opción de violentar un ecosistema, eligen cuidar un entorno en el que todos estamos involucrados.
Manifestamos nuestra falta de amor cuando  acumulamos indiscriminadamente. Cuando permitimos que la gente muera de hambre. Cuando amamos selectivamente. No basta amar sólo a nuestros hijos sino a los hijos de todos. No basta amar a nuestros abuelos sino a los abuelos de todos. No basta amar a nuestros padres sino a los padres de todos. Han de estar esperando la frase de no basta amar a nuestra esposa sino a las esposas de todos, ¿verdad?, pero no la diré.
Prefiero hablar de otro lema, el de la Universidad Nacional Autónoma de México que fue concebido por  José Vasconcelos, gran político, humanista, pensador y escritor mexicano: “Por mi raza hablará el espíritu”.  Él puntualizó que con esta frase quiso expresar  que los mexicanos “despertábamos de una larga opresión”.
 
Creo que ese momento está llegando y que Andrés Manuel López Obrador ha escuchado el llamado urgente que hace el espíritu de esta gran Nación , que se niega a desaparecer. Es una voz que mucho tiempo permaneció apagada, casi ausente, pero que ahora se escucha con fuerza. Es un murmullo que Andrés Manuel recogió a su paso por todos los municipios de este gran país. Es el susurro que las madres, las viudas, las hijas de los muertos y desaparecidos dejaron en sus oídos. Es el eco que está presente en el sonido de los ríos, de la brisa, de la lluvia. Es la voz que nos anima a unirnos amorosamente para transformar y rescatar lo mejor de nosotros mismos. Es la necesidad de participar todos juntos en la creación de una República Amorosa.
 
La República amorosa debe ser un objetivo de convivencia, una forma de organización cívica que permita aflorar el aprecio que cada uno de nosotros nos debemos a nosotros mismos, a nuestra comunidad y a nuestra nación.  Para mi esto es particularmente importante  porque no se trata solamente de que ganemos una elección presidencial. Ese es, claro está, un importante primer paso, pero el interés de MORENA va más allá de una actitud amorosa pasajera con meros fines electorales. No. Estamos hablando de la construcción de un nuevo modo de ser que logre generar la grandiosa libertad de amarnos a nosotros mismos para así poder amar sin límites todo aquello que nos rodea.
Hagamos que el amor, que es otra cosa que respeto, aprecio y entrega gratuita hacia uno mismo y los demás, nos guíe hacia un orden verdadero y un progreso integral que se refleje en amor y paz duraderos. 
 
El día de ayer fue el aniversario del natalicio de Martin Luther King, otro gran luchador social, que estaba convencido de que el amor era el medio indicado para alcanzar la paz y la justicia mundial.
 
“Este concepto frecuentemente incomprendido, frecuentemente mal interpretado, tan rápidamente eludido por los Nietzsches del mundo, como una fuerza débil y cobarde, se ha convertido ahora en una necesidad absoluta para la supervivencia del ser humano…/ El poder sin amor es peligroso y abusivo,  el amor sin poder es sentimental y anémico. El mejor poder es el que implica la petición de justicia y la mejor justicia es el poder que corrige todo aquello que pone obstáculos al amor. “
 
¡Que el amor nos entrelace! ¡Que el amor nos dignifique! ¡Que el amor triunfe! ¡Que viva el amor!
 
Ahora y como aportación de nuestra querida compositora Liliana Felipe, vamos a escuchar el estreno mundial de “El Triunfo del Amor”!!!

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*Intervención en el Foro "Fundamentos para una República Amorosa" en Puebla, Puebla, México; 16 de enero del 2012

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