Decenas de extremistas impiden la entrada de mujeres y niños inmigrantes en un centro de California al que son trasladados ante el hacinamiento en Texas. El cantante Lupillo Rivera anuncia que continuará la lucha por los derechos de los migrantes: “Ya es tiempo de que en EU se les dé oportunidad de vivir en paz”
Regeneración 9 de julio de 2014. La crisis humanitaria provocada por la migración de niños y adolescentes de Centroamérica y México a Estados Unidos. En los primeros ocho meses del año, han sido detenidos 52 mil niños que cruzaron la frontera solos y sin papeles.
Las detenciones masivas de infantes indocumentados en EU ha provocado un serio problema de hacinamiento en centros de detención de Texas de niños indocumentados, sobre todo de Centroamérica y la capacidad de estos centros temporales está desbordada. El gobierno trasladó a los menores a otros centros de detención de la policía fronteriza hacia el oeste, en Arizona y California.
Uno de esos centros es el de Murrieta en San Diego. Desde hace una semana algunas decenas de activistas de derecha han bloqueado del centro de detención de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. La situación es inédita pues les han impedido hacer su trabajo de trasladar a los inmigrantes detenidos. Muchos de ellos llegaron convocados por las redes sociales, otros por sus contactos locales con el Tea Party y otros más enterarse por la televisión.
“No me quedaré de brazos cruzados ante acciones contra migrantes”: Lupillo Rivera
“Es preocupante la cerrazón de los grupos antinmigrantes y la negativa de los republicanos a una reforma migratoria, afirmó el popular cantante estadounidense de origen mexicano, ganador de un Grammy, Lupillo Rivera.
“No soy líder de la causa de los migrantes en Estados Unidos, ni pretendo serlo, pero sí veo acciones como las del pasado martes (primero de julio) en Murrieta, California, en las que grupos antimigrantes impidieron que se ayudara a niños que lo requerían, humanitariamente, no podré quedarme con los brazos cruzados”, expresó a La Jornada el cantante Lupillo Rivera, en entrevista telefónica desde Los Ángeles, donde vive.
Rivera había ido con su familia a un centro comercial en Murrieta y al ser testigo de los hechos, del odio de los racistas hacia niños migrantes no pudo contenerse. Lupillo junto con su familia fue un espalda mojada. En unas cartulinas escribió que los migrantes son los que cuidan a los hijos de los güeros y que son los que se queman con el sol en los campos para pizcar lo que se comen. Como respuesta, recibió gritos, insultos, amenazas y un activista, iracundo, escupió sobre su cara. Él solo apretó los dientes.
El músico aseguró que sólo pasaba por la calle donde estaba la protesta: “No sabía que se oponían a la entrada de los camiones con niños centroamericanos y mexicanos. Llegué a casa, vi las noticias, en las que se informó del asunto y se lo comuniqué a mi esposa. Fue entonces cuando fui a protestar y no les gustó. Empezaron a agredirme y a romper los letreros que llevaba, porque les pregunté por qué no dejaban pasar a los niños. Les dije que no iban a hacer nada y que era más fácil dejar entrar a 140 niños que a 140 adultos. Está muy fea la situación y se puede poner peor. A mí me pueden empujar, me caigo y me levanto, ¿pero qué va a hacer un niño sin sus papás? ¿Quién garantiza dónde van a estar esos pequeños?”
Es preocupante la cerrazón de los grupos antinmigrantes y la negativa de los republicanos a una reforma migratoria, afirmó Lupillo Rivera: “Sólo pedimos que se cumpla lo que se prometió, lo que el presidente Barack Obama se comprometió a realizar cuando estaba en campaña. No más, pero tampoco menos… Creo que ya es tiempo de que en Estados Unidos se dé oportunidad de vivir en paz a los que llevan viviendo aquí mucho tiempo, trabajando. Siento que ya es hora, porque una promesa se debe cumplir y a ellos, los migrantes, se los prometieron”.
Cómo comenzó todo
La situación comenzó el martes 1 de julio. En la víspera se había informado que 140 niños y mujeres serían trasladados de Texas a San Diego para ser internados en el centro de Murrieta. Ese día una manifestación detuvo la entrada del autobús que los llevaba y tuvo que desviarse hacia el centro en San Ysidro. La noticia se transmitió por la televisión, atrayendo a más activistas antiinmigrantes a Murrieta.
El 4 de julio se repitió la situación, esta vez provocando enfrentamientos entre manifestantes a favor y en contra de los indocumentados. La disputa se convirtió en noticia nacional. Los manifestantes continúan vigilando que no puedan ingresar autobuses con migrantes detenidos. En su piquete relucen las banderas norteamericanas, carteles alusivos al derecho a llevar armas y contra Obama.
“Tenemos un presidente que deja venir a millones de inmigrantes, con sus enfermedades, que no pagan impuestos y quiebran nuestro sistema”, aseguraba Steve George a El País. “Vienen aquí por la beneficencia, no hay otra razón. Deberíamos ir nosotros a México, cruzar la frontera y pedir beneficios sociales allí”. George dice pertenecer a un grupo llamado American Patriots 3%, que se presentan como III, en números romanos. “Los que hicieron la revolución y la ganaron eran el 3% de la población de América”, aclara. Cuando se le recuerda que EU es un país de inmigrantes, traza una distinción con estos indocumentados. “Aquellos llegaron a Ellis Island (Nueva York) y después se hicieron ciudadanos. Los que vienen aquí cobran en efectivo y se llevan el dinero a su país. No contribuyen. No hacen las cosas legalmente. Aquí hay oportunidades para todos, pero siempre que vengan legalmente, ¿es mucho pedir?”. George, está jubilado. “Cuando trabajaba, perdí trabajos por culpa de los inmigrantes ilegales”.
Según la crónica de El País, en la concentración antiinmigrante también estaba Pete Santilli, un locutor de radio que montó un estudio en su coche con un iPad y transmitía la protesta 24 horas al día a través de Facebook, enfundado en una camiseta del futbolista Totti, el número 10 del AS Roma. Santilli animaba por radio a acudir a Murrieta a apoyar la protesta, y se quejaba en general de que no hay ninguna garantía de que los indocumentados hayan sido examinados médicamente para saber que no portan enfermedades contagiosas, y de que no se puede saber si tienen un pasado criminal en sus países.
Murrieta es un pueblo de 100 mil habitantes del condado de Riverside, cerca de San Diego, que se presenta como un centro de negocios de la zona. “Murrieta, el futuro del Sur de California”, es el lema que se puede ver en todos los carteles del Ayuntamiento. El alcalde, Alan Long, un bombero que es medio mexicano por parte de madre y está casado con una mexicana, se ha visto desbordado por un torbellino político en el que ni siquiera tiene jurisdicción. Trató de reclamar un trato más humano para los inmigrantes y acabó criticado por ambos bandos.
Las tensiones en esa población de California y se ha convertido en el epicentro del debate a favor y en contra de una reforma migratoria.