Fue el sexenio de Vicente Fox el que permitió la censura de la obra Aura, una de las más emblemáticas de Carlos Fuentes. A 10 años de la muerte del autor, recordamos aquel ‘conflicto’ entre el poder y la literatura mexicana.
Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx, 15 de mayo de 2022.- Aura es una novela corta publicada por Carlos Fuentes en 1962. Se trata de un relato oscuro con tintes eróticos que actualmente se considera una de las obras más laureadas de la literatura mexicana. Trata sobre un historiador llamado Felipe Montero que descubre en el periódico una oferta de trabajo que parece estar diseñada exactamente para él y que consiste en ordenar el acervo de un fallecido general para su viuda, la señora Consuelo Llorente. Parte del acuerdo consiste en habitar una ruinosa casa del centro de la Ciudad de México, ubicada en Donceles 815. Fuentes hace el comentario de que los antiguos palacios de la ciudad se convirtieron en viviendas populares, tropo que es retomado en el guion de la película Los Caifanes (Juan Ibáñez, 1967).
Durante su estancia en la casa de Consuelo Llorente, que se distingue por carecer de iluminación, Montero va desarrollando un deseo irrefrenable hacia Aura, la sobrina de Consuelo, que tiene un comportamiento inquietantemente parecido al de su tía, y que parece por momentos no tener autonomía de pensamiento. La historia transcurre entre febriles ensoñaciones de Felipe, al tiempo que va descubriendo una enigmática conexión entre la propia historia que está viviendo y las memorias del general. El final (que no he de desvelar aquí para instarlos a descubrirlo por ustedes mismos) es una especie de coitus interruptus y queda abierto a la interpretación.
Esta novela tiene pasajes eróticos y otros muy oscuros, en el que la brujería y la sutil crítica de Fuentes al fervor religioso y al conservadurismo se encuentran también presentes. Uno de los aspectos que dotan de mayor peculiaridad a la novela es la forma en que está narrada, ya que, sin ser del género epistolar, está escrita en segunda persona del singular (tú) y en presente simple, con algunos pasajes en futuro, lo cual constituye una experiencia mucho más inmersiva para el lector, quien puede “vivir” la experiencia de Felipe Montero casi en tiempo real.
«Al separarte, agotado, de su abrazo, escuchas su primer murmullo: «Eres mi esposo». Tu asientes: ella te dirá que amanece; se despedirá diciendo que te espera esa noche en su recamara. Tu vuelves a asentir, antes de caer dormido, aliviado, ligero, vaciado de placer, reteniendo en las yemas de los dedos el cuerpo de Aura, su temblor, su entrega: la niña Aura.»
Como lo dije antes, el título de Aura está grabado con letras de oro en el gran panteón de la literatura mexicana, por lo que no es de extrañar que en diversos momentos se haya recurrido a él como una lectura escolar a niveles de secundaria y preparatoria. Cuando en 2000 la población mexicana fue víctima de uno de los mayores timos político-mediáticos y se permitió el ascenso de Vicente Fox al poder, entró junto con él toda una caterva de pintorescos personajes de la ultraderecha. Uno de ellos fue Carlos Abascal, perteneciente a una dinastía de cristeros y que se desempeñó como secretario del trabajo durante dicha administración.
Cierto día de 2001, Abascal ojeó el pequeño libro que le había tenido que comprar a su hija como parte de las lecturas escolares de tercero de secundaria. Ante el contenido que Abascal consideró pornográfico y blasfemo, hizo que se destituyera a Georgina Rábago, la profesora de español que había osado incluir el “profano” libro en el programa de lecturas para el colegio de monjas Félix de Jesús Rougier, según Abascal, sin apegarse a lo recomendado por la SEP.
En los medios nacionales, saltaron a la defensa de Abascal personajes como el yunquista y entonces presidente de la organización Provida, Jorge Serrano Limón, así como el cardenal Norberto Rivera, quien, durante el sexenio de Fox, por instrucciones de comunicación social de presidencia, era rodeado de cámaras y micrófonos después de decir misa, para que su opinión sobre el panorama político del país apareciera en los principales noticieros. Otro actor político que también salió en defensa de Abascal fue Marta Sahagún, en ese momento vocera de presidencia y más tarde esposa de Vicente Fox, a quien, paradójicamente, y según lo consigna José Gil Olmos en su libro Los brujos del poder, ella pretendió conquistar con base en un bebedizo que incluía su propia sangre menstrual y vello púbico, suministrado en pequeñas gotas a escondidas y conocido como “las vitaminas del presidente”, a instancias de un sacerdote ocultista conocido como “Padre Campos”.
A la postre todo quedó en la anécdota. Incluso Carlos Fuentes, de manera irónica y despreocupada agradeció en 2008 a Carlos Abascal (fallecido en ese mismo año) durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, porque aquel escándalo de censura hizo que las ventas de Aura se incrementaran inesperadamente, con una tasa de 20 mil ejemplares por semana durante el periodo en que fue tema nacional.
La obra de Carlos Fuentes sigue viva y prevalece atemporal como reluciente arma para ser esgrimida contra la ignorancia y el oscurantismo que algunos grupos nunca abandonan.
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