Varias comunidades de California plantean llevar a las urnas iniciativas de ley para prohibir la práctica
Un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la Universidad de Stanford alerta sobre el riesgo de que la extracción de gas y petróleo, mediante la utilización de una mezcla de millones de litros de agua, arena y productos químicos a alta presión, podría estar contaminando los acuíferos de agua potable
1 de septiembre de 2014.- A mediados de marzo, en Sacramento una multitud se manifestó en contra del fracking (la técnica de fracturación hidráulica para extraer gas y petróleo del subsuelo) por su impacto ambiental. Ahora son varias las comunidades de California que se plantean llevar a las urnas iniciativas de ley para prohibir la práctica.
En Santa Bárbara, donde la pelea entre las petroleras y los defensores del medio ambiente está en plena ebullición. En las elecciones de noviembre, la población del condado dará su veredicto sobre la llamada proposición P, que plantea la supresión del fracking en la zona.
Los grupos ambientalistas no tienen ninguna duda sobre la necesidad de prohibir esta práctica. “No podemos dejar a las compañías petroleras que usen nuestro agua”, afirma Rebeca Claassen, cofundadora de Santa Bárbara County Water Guardians, el grupo promotor de someter la propuesta P a las urnas.
Las petroleras tiemblan ante la posibilidad de que la prohibición se haga realidad y ya ha comenzado a movilizarse contratando a un equipo de consultores influyentes en lo político para combatir la medida. Hay muchos intereses económicos en juego que se verían afectados si el condado de Santa Bárbara se opone a que la práctica del fracking continúe extendiéndose en su territorio.
Frente a esos intereses pesan los argumentos de quienes ponen voz a un miedo colectivo. “No podemos afrontar seguir con estas prácticas en California hasta que no estemos completamente seguros de que no suponen una amenaza para la salud humana y la naturaleza”, apunta el director del Sierra Club California, Kathryn Phillips. Y añade: “La última cosa que queremos es que el agua se convierta en no potable y nunca más podamos recuperarla”.
No solo Santa Bárbara llevará a las urnas la prohibición de la fracturación hidráulica a alta presión. También San Benito e incluso Los Ángeles se están planteando propuestas similares.
Afectación a los mantos acuíferos
Las sospechas sobre los efectos negativos que la práctica del fracking puede acarrear para la salud pública y el medio ambiente crecen cada día, al mismo ritmo que las compañías petroleras aumentan sus prospecciones en el subsuelo para explorar nuevos nichos de gas y petróleo.
Un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la Universidad de Stanford alerta sobre el riesgo de que la extracción de gas y petróleo, mediante la utilización de una mezcla de millones de litros de agua, arena y productos químicos a alta presión, podría estar contaminando los acuíferos de agua potable. La razón se debe a que las perforaciones se estarían realizando en capas superficiales del subsuelo, las mismas por las que discurre el agua que bebemos.
Dominic DiGulio y Robert Jackson, científicos de la School of Earth Sciences, tras llevar a cabo un estudio en dos formaciones geológicas de Wyoming donde se practica el fracking, concluyen que “aunque no hay evidencias de que el agua potable se haya visto contaminada, la práctica debería estar mejor controlada y supervisada, dado de que existe un alto riesgo de que los acuíferos se puedan ver afectados”.
“Millones de galones de diésel y de fluidos que contienen aditivos orgánicos e inorgánicos fueron inyectados en estas formaciones durante cientos de veces para ablandar las rocas”, aseguran DiGulio y Jackson. Estos métodos de estimulación ácida y fracturación hidráulica se están llevando a cabo en capas que contienen fuentes de gas natural y de agua potable, según se pone de relieve en el estudio.
“Las consecuencias de esta actividad están escasamente documentadas y se desconoce el riesgo que pueden entrañar para la salud pública y el medio ambiente”, manifiesta DiGulio. Un riesgo que se ve acrecentado por el hecho de que la 2005 Energy Policy Act prohíbe practicar fracking bajo las capas subterráneas de los acuíferos.
La industria del fracking niega que sus actividades estén afectando al agua potable, ya que las extracciones se realizan a niveles mucho más profundos; pero según pone de manifiesto el estudio de Stanford no siempre esa es la realidad. La EPA (Environmental Protection Agency) documentó en 2004 que la extracción de gas natural mediante fracking se había realizado en las capas de los acuíferos.
El estudio abre también otra brecha concerniente a la posibilidad de que aún en caso de que el fracking se lleve a cabo en capas más profundas que las del agua potable, se desconoce hasta qué punto la permeabilidad de ciertos niveles podría estar en juego. “Estamos hablando de un medioambiente extremamente complejo, con áreas de baja y alta permeabilidad por las que se mueve el agua”, reflexiona DiGulio.
Lo cierto, en toda California, crece la oposición al fracking, coincidiendo con el aumento de la práctica que no ha hecho sino aumentar sus prospecciones y buscar nuevos yacimientos no sólo en este Estado sino en toda la nación.