El presidente estadounidense encabezó los actos oficiales por el 13°aniversario de los atentados del 11 de septiembre del 2001, destacando el inminente fin de la guerra que su país inció en Afganistán tras los ataques, pero con una nueva intervención militar en puerta.
12 de septiembre de 2014.-En un discurso frente al Pentágono, uno de los blancos de los atentados cometidos por Al Qaeda con cuatro aviones de pasajeros, Obama no pasó por alto que a las 3.000 personas que perdieron la vida en los ataques se agregan los más de 6.800 estadounidenses muertos en las guerras derivadas de aquella tragedia.
«Durante más de una década de guerra, la generación del 11S ha respondido a la llamada de su país y dentro de tres meses nuestra misión de combate en Afganistán, que comenzó un mes después de los atentados, llegará a su fin», destacó Obama, según informó la agencia de noticias EFE.
Pese a haber insistido durante su mandato en que su país no puede verse permanentemente involucrado en guerras en Medio Oriente, el presidente se dirigió anoche por televisión al pueblo estadounidense en horario de máxima audiencia para explicar por qué debe ampliar de nuevo las intervenciones militares.
Tras haber debilitado a Al Qaeda y matado al cerebro de los ataques del 11S, el saudita Osama Ben Laden, Obama explicó que el radicalismo islámico de nuevo es una amenaza, esta vez por los avances de los yihadistas del Estado Islámico (EI) en Siria y en Irak.
Obama aseguró en su intervención pr televisión que ha reunido los apoyos internacionales suficientes para liderar una «amplia coalición» que permita «destruir» al EI, un esfuerzo que, según dijo, llevará «tiempo» y que implica «riesgos» para las fuerzas militares implicadas.
Pero hoy pasó por alto esa nueva crisis, que podría arrastrar a Estados Unidos a un largo y complejo conflicto, y centró su discurso en la victoria del pueblo estadounidense sobre el odio y el miedo de la violencia terrorista 13 años después.
«Trece años después de que mentes llenas de odio conspiraran para quebrarnos, Estados Unidos se mantiene erguido y orgulloso y se sigue guiando por los valores que nos sostienen», dijo Obama.
Washington recordó hoy con solemnidad y banderas a media asta unos atentados que sumieron a la ciudad en la conmoción y envolvieron en llamas y humo al Pentágono, el símbolo del poderío militar estadounidense, donde murieron 125 empleados y 59 pasajeros y tripulantes del vuelo 77 de American Airlines.
El presidente y la primera dama, Michelle Obama, iniciaron la jornada con un momento de silencio en los jardines de la Casa Blanca a las 08.46 de la mañana, momento en que comenzaron los ataques del 11S con el primer avión que se estrelló contra las Torres Gemelas de Nueva York.
En la ceremonia de homenaje del Pentágono, el secretario de Defensa, Chuck Hagel, destacó que «vivimos en una época de muchos desafíos complicados, pero Estados Unidos siempre se han enfrentado a ellos y ha respondido como una nación unida por un propósito».
En los últimos trece años, el 11 de septiembre se ha convertido en un día de homenaje y espíritu patriótico, así como un momento para la reflexión sobre unos atentados que cambiaron el rumbo de la historia y motivaron la creación en Estados Unidos de un entramado militar y de seguridad sin precedentes.
En Nueva York, cumpliendo con el ritual anual, familiares y seres queridos de las víctimas de los ataques se congregaron en el Memorial del 11S «para no olvidar jamás».
Reunidos en parejas, los familiares de las víctimas procedieron a la lectura de los nombres de las 2.983 personas que perdieron la vida en los atentados en Nueva York, Washington y Pensilvania, y los de los fallecidos en el primer ataque contra las Torres Gemelas en 1993.
Si el año pasado la novedad fue el final de las obras de la One World Trade Center, la llamada Freedom Tower, esta vez la ceremonia se celebró por primera vez a unos pasos del nuevo Museo del 11S, que abrió sus puertas hace unos meses y que hoy cerró al público en general para que pudieran verlo los familiares.
Hasta el Memorial del 11S se acercaron los principales líderes políticos de la ciudad, encabezados por primera vez por el nuevo alcalde, Bill de Blasio, así como los gobernadores de Nueva York, Andrew Cuomo, y Nueva Jersey, Chris Christie.