Por José Agustín Ortiz Pinchetti
Regeneración, 16 de febrero de 2015.-Los mexicanos somos cursis. Tenemos obsesión por la opinión de los extranjeros sobre nosotros. Nos hacemos la ilusión de que podemos ser significativos. En Europa y Estados Unidos, por mucho tiempo, al hombre común le ha importado un rábano nuestro país. Ahora es distinto: el mundo ha cambiado con rapidez y nuestro sistema político es percibido como corrupto y atrasado y está poniendo en peligro la estabilidad de la región. El señor Peña, quien comenzó su mandato con el aplauso de los medios conservadores más influyentes y que fue visto como dirigente proactivo, capaz de dejar atrás el nacionalismo revolucionario; hoy, los mismos creadores del mexican moment han despertado a la realidad: México no va en la dirección correcta y podría colapsar.
El mundo entero parece ensañarse con Mr. Peña. The Economist publicó que no se da cuenta de que no se da cuenta. Esta misma semana ha hecho una crítica burlona de la designación de Virgilio Andrade, amigo personal y subordinado del Presidente, encargado de investigar los negocios irregulares del ¡propio Presidente! En las semanas pasadas no sólo los progresistas, el británico The Guardian y el francés Le Monde (que ha investigado nuestras cuentas secretas en Suiza), sino medios como The Economist, Bloomberg, McClatchy (editora propietaria del Miami Herald), The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post han revelado irregularidades y puesto en duda credibilidad y capacidad. Incluso, el periódico español El País parece distanciarse del proyecto, aunque todo mundo sabe que el grupo Edomex controla la empresa que lo publica. El rotativo reconoce la crisis de libertad de expresión y de derechos humanos que atraviesa México, pero afirma que el deterioro de PRI, PRD y PAN generan el peligro de que AMLO, un populista nacionalista, pudiera ganar en 2018; es la misma tesis de Jorge Castañeda, The Economist, The Financial Times y otros medios, lo que ya revela una tendencia, bastante tendenciosa.
Uno puede especular hasta qué punto el gobierno de Estados Unidos tolera, impulsa o induce esta campaña. Lo difícil es determinar el motivo. ¿Quién puede dudar que Peña y sus aliados son enteramente dóciles a las señales de Washington? Quizá la vieja decisión estadunidense de quebrar al PRI y reorganizar el escenario político del vecino del sur, pudiera estar en condiciones de volverse en una realidad.
Por otra parte, es verdad, como sostiene Primitivo Rodríguez, que esta ofensiva elude la gran responsabilidad del gobierno de Estados Unidos y la Iniciativa Mérida en la devastación, sin precedente, que padecen el pueblo y la nación debido a la guerra contra el narco, el terrorismo y la migración indocumentada.
Twitter: @ortizpinchetti