Fernando Montiel T.
Rebelión
Regeneración, 1 de marzo de 2015.-No es claro quién está diseñando las estrategias de gobernabilidad en México. No es claro si es un cuerpo colegiado –el Gabinete de Seguridad- o si es potestad individual de algún alto funcionario. No es claro, pero desde un cierto ángulo tampoco importa: lo que sí es claro es que no está funcionando, y que es, de hecho, suicida.
¿A quién con un poco de sensatez se le ocurre enviar a la Policía Federal a desalojar con violencia extrema el bloqueo instalado por los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG)? ¿Qué no fue ahí mismo, en Guerrero, donde un día como hoy hace 5 meses -26 de septiembre- desaparecieron los 43 normalistas que todavía provocan indignación nacional e internacional? ¿que no fue ahí donde, en el marco de las protestas por la complicidad en el ataque de policías y militares, la Secretaría de Finanzas ardió hasta sus cimientos, (CNN México. Oct. 13, 2014), donde un día después se produjo la noticia “Guerrero: Queman Palacio de Gobierno” (El Universal, Oct. 14, 2014) y donde un mes después incendiaron la sede del Congreso local, la Junta de Conciliación y Arbitraje y la Contraloría local (Proceso. Nov. 12, 2014)?
¿Qué no fue ahí mismo, en Guerrero, donde asolados por la violencia pueblos enteros decidieron prescindir del Estado creando guardias comunitarias para defenderse de los narcotraficantes, extorsionadores, secuestradores y asesinos que operaban en connivencia con las autoridades –policías y militares- que en principio los debían proteger? ¿que no fue ahí también donde al 12 de noviembre 13 alcaldías habían sido tomadas (Reforma, Nov. 12, 2014), al 8 de diciembre sumaban 17 (Vanguardia. Dic, 8, 2014) y donde ya para el 29 de diciembre eran 28?
¿Qué no fue en Guerrero también donde los padres de los desaparecidos intentaron entrar por la fuerza en las instalaciones del 27 Batallón de Infantería –algo inédito en la historia del país- para buscar a sus hijos? (CNNMéxico. Ene. 12, 2015)? ¿y qué no fue ahí donde hace apenas veinte días se encontraron 61 cuerpos en un crematorio abandonado?
¿Qué no históricamente Guerrero ha sido un estado golpeado con ferocidad por la violencia política? ¿Qué no ocurrió ahí, la matanza de Aguas Blancas en 1995? ¿qué no en 1996 -durante la ceremonia del primer aniversario de la masacre- se dio a conocer ahí también el Ejército Popular Revolucionario (EPR)? ¿Qué no fue en Guerrero donde tuvo lugar en 1998 la masacre de El Charco? ¿qué no ambas atrocidades fueron producto de una estrategia sistemática de represión y violencia contra la oposición? ¿qué este ha sido el patrón histórico tal y como lo documento -incluso con instrucciones escritas- la Comisión de la Verdad de Guerrero en su informe presentado el pasado mes de octubre?
¿Qué de verdad todo esto no dice nada? ¿de verdad no significa nada?
El desalojo pasado 24 de febrero tuvo sus resultados. Al tiempo en que un sector del empresariado exigía la represión (¿el mismo que cerró filas con el ejército en favor de la opacidad por su participación en la desaparición de los 43?) las víctimas se levantan brillan por su dolor: fotografías de personas –literalmente- bañadas en sangre, policías y maestros heridos de gravedad, un profesor -adulto mayor que padecía poliomelitis- a quien mataron a golpes y más: “De acuerdo con testimonios, hubo tres detenidos, entre ellos una mujer embarazada que también fue golpeada” (El Universal. Feb. 6, 2015)
Suicida, es la violencia ilustrada.