Cientos de personas marcharon en Honduras durante el entierro de Berta Cáceres, líder indígena asesinada, la policía lanzó gases. La familia acusa a la constructora Desa que busca construir la represa hidroeléctrica Agua Zarca, en la comunidad de Río Blanco, a la que se opone la organización que encabezaba Berta Cáceres.
Regeneración, 5 de marzo de 2016. Comunidades indígenas y negras, estudiantes, jóvenes, ancianos, embajadores. Cientos de personas en Honduras se han acercado al velorio de la mujer que le torció la mano al Banco Mundial y a China. Miles de personas han protestado en diferentes lugares del país centroamericano y de América Latina para expresar su condena por la muerte de Berta Cáceres, la activista social y medioambiental que fue asesinada el miércoles en Honduras.
Berta Isabel Zúñiga Cáceres, segunda de cuatro hijos de la luchadora indígena Berta Cáceres, fue asesinada el 3 de marzo en su domicilio de La Esperanza, Intibucá, Honduras. La familia responsabiliza del homicidio a Desa, una empresa que quiere construir la presa hidroeléctrica Agua Zarca, en la comunidad de Río Blanco porque la había amenazado. También señalan al gobierno de Honduras que ha entregado concesiones hidroeléctricas y mineras que afectan a las comunidades.
La madre de Cáceres reveló que la policía dice que se trató de un intento de robo. «Pero todos sabemos que fue por su lucha», agregó en declaraciones recogidas por la agencia AFP.
Cáceres era líder de la comunidad indígena lenca y una prominente defensora de los derechos humanos en su país.
En abril de 2015, su lucha le valió el Premio Medioambiental Goldman, el máximo reconocimiento mundial para activistas de medio ambiente.
Miembros de las comunidades indígenas y negras de la localidad de La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de la capital, Tegucigalpa, llevaron a cabo movilizaciones el viernes para protestar contra el asesinato de la activista.
«Para nosotros la muerte física es un paso, pero hay una vida espiritual permanente. No solamente hemos venido a rendir homenaje sino también a exigir justicia y el castigo de los responsables», le dijo al diario hondureño La Prensa Miriam Miranda, líder de la Organización Fraternal Negra de Honduras (Ofraneh).
En la manifestación se escucharon y leyeron consignas como «Justicia para Berta», «La lucha sigue», «Sangre de mártires, semilla de libertad» y «Berta volverá y será millones».
Cientos de personas le rindieron sus respetos durante su velorio, el cual se llevó a cabo en la casa de su madre, Berta Cáceres Flores, en La Esperanza. «Crecí en un hogar dirigido sólo por mi mamá y desde temprano ella trabajó en la defensa de los derechos humanos», le había contado a BBC Mundo la activista en 2015.
La madre de Cáceres reveló que la policía dice que se trató de un intento de robo. «Pero todos sabemos que fue por su lucha», agregó en declaraciones recogidas por la agencia AFP.
Ni las amenazas de violarla, lincharla, de atacar a su madre y secuestrar a sus hijas y ni el asesinato de sus compañeros la frenaron en su lucha. Madre de cuatro hijos cuya campaña contra un polémico proyecto hidroeléctrico con financiación internacional le valió el premio Goldman. En esta imagen, del viernes, se observa a la hija mayor de Cáceres cuando hablaba con los medios de comunicación en La Esperanza.
El viernes, en Tegucigalpa también se organizaron concentraciones para condenar la muerte de la activista. Se registraron movilizaciones en Ecuador, El Salvador y España.
Decenas de personas en la capital hondureña encendieron velas en honor a la defensora de los derechos humanos. En esta foto, el grupo de asistentes aplaudía mientras caminaba alrededor de unas candelillas que fueron colocadas de tal manera que se podía leer: “Berta Cáceres vive”.
El jueves, un grupo de estudiantes en Tegucigalpa se enfrentó a la policía para protestar por la muerte de la activista.
La policía le lanzó gases lacrimógenos a los manifestantes. Mientras tanto la investigación judicial sobre lo que ocurrió el miércoles continúa. El portavoz de la Policía Nacional de Investigación (PNI), Aníbal Baca, le dijo a BBC Mundo que «entre dos y tres individuos irrumpieron en la vivienda y le dieron muerte».
Su hija declaró que su madre era una luchadora que creía en un mundo distinto, de justicia y armonía con los seres humanos, con la naturaleza, con toda la vida. Con esa convicción fundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), organización que encabezaba.
La madrugada del pasado día 3, dos personas ingresaron a la casa de Berta Cáceres Flores, localizada en la comunidad de La Esperanza, y la asesinaron a tiros. Hirieron también al ambientalista mexicano Gustavo Castro, quien se encuentra retenido en Honduras en calidad de testigo.