A partir de la huelga general del 31 de marzo, se extiende un movimiento de protesta en toda Francia, su nombre Nuit Debout (Noche en Pie). Este domingo, hay cientos de asambleas en plazas de las principales ciudades del país. Después de seis movilizaciones nacionales y reuniones populares en espacios públicos, está naciendo un nuevo movimiento de confluencia de luchas que podría cambiar las cosas que llama a tomar las plazas de las ciudades de toda Europa.
Elisenda Panadés
Periódico Diagonal
Regeneración, 10 de abril de 2016. “Por fin, un movimiento político que intenta cambiar las cosas en este país”, suspira Anne, cineasta de 50 años que acudió este domingo en la tarde a la asamblea ciudadana que reunió a más de un millar de personas en la plaza de la República de París, epicentro de un movimiento de confluencia de luchas sociales que ha arrancado en Francia el pasado 31 de marzo.
“El 31 de marzo no regreseramos a casa!”. Con esta frase, el colectivo Convergence des Luttes (Convergencia de Luchas) lanzó una convocatoria con el hashtag #Nuitdebout (noche en pie) en vistas a la huelga general del pasado 31 de marzo contra la reforma laboral. El objetivo: concentrarse después de la manifestación para debatir y crear un movimiento transversal para que el Gobierno escuche «la voz de los sin voz”, según explica en una entrevista en la revista alternativa Ballast el movimiento Nuit Debout, impulsado por activistas del derecho a la vivienda, inmigrantes y refugiados, colectivos de precarios, estudiantes, etc.
La huelga general como punto de partida
La huelga general del pasado 31 de marzo había sido convocada en toda Francia por los sindicatos de trabajadores y las asociaciones estudiantiles contra el proyecto de ley El Khomri (apellido de la ministra de Trabajo), una propuesta de flexibilización del mercado laboral que se ha hecho ampliamente impopular en el país: el 51% de los franceses desea que el texto sea retirado y el 56% aprueba la huelga del 31 de marzo, según una encuesta publicada por los medios este domingo en Francia.
Un rechazo que explica el éxito de la huelga general (1,2 millones de ciudadanos salieron a la calle en todo el país, según los organizadores) y en parte el éxito de la convocatoria de la Nuit Debout. Tras la manifestación en París del jueves 31 de marzo, que hizo desfilar a miles de personas bajo una lluvia inclemente, fueron ya varios centenares los que acudieron a la plaza de la República. Desde entonces, los llamados “indignados franceses” ocupan y se concentran cada día en la populosa plaza, hasta que a primera horas de la madrugada son expulsados por los CRS, los antidisturbios.
A diferencia del 15M, con el que se le ha comparado desde el primer día, no se trata de acampadas, sino de ocupaciones de plaza, explica Quentin, de 22 años, de formación perodista pero que trabaja en un Macdonald’s y que participa en el movimiento en París desde el primer día siendo uno de los voluntarios que atienden a los medios, aunque “nuestro movimiento no tienen ni portavoces ni representantes”, aclara. Más de 22 ciudades francesas, como Toulose, Nantes o Lyon, entre otras, han siguido la convocatoria de la Nuit Debout.
De la decepción a la acción
Como seguramente otros que hoy están en la plaza de la República, Anne acudió hace casi cuatro años (mayo de 2012) a festejar a la plaza de la Bastilla el fin del reinado del conservador Sarkozy ante la victoria socialista y su discurso antiausteridad. La decepción no tardó en llegar, tras el vuelco liberal del Gobierno de Hollande, y desde entonces la izquierda francesa ha vivido durante meses escasamente movilizada y sumida en un estado de decepción y pesimismo.
Lejos quedaban las grandes movilizaciones, en época del Gobierno de Sarkozy, como las de 2006 (contra el contrato del primer empleo) o las de 2010 contra la reforma de las pensiones. Hasta este pasado 31 de marzo. La gota que parece haber colmado finalmente el vaso ha sido el proyecto de la ley del trabajo, tras cuatro años de Gobierno socialista, meses de discurso securitario (tras lo atentados terroristas en París de 2015) y una polémica –pero finalmente abortada este mes de marzo– reforma de la nacionalidad francesa.
Es muy pronto para poder decir si este movimiento nacido hace tres días va a perdurar y amplificarse en Francia, un país acostumbrado a la institucionalidad política, ya sea sindical o partidista, y con una crisis económica existente y unas políticas de austeridad emprendidas aunque no comparables a las de un sur de Europa que ha visto nacer los últimos años importantes movimientos de protestas, como en España o Grecia.
Sea cual sea el futuro del movimiento Nuit Debout en Francia, las protestas contra la ley del trabajo continúan en el país (las próximas están convocadas para los días 5 y 9 de abril) y la actividad no para de aumentar en la plaza de la República. Cada día se celebran múltiples y diversas actividades (debates, talleres, conciertos, etc.) y una asamblea general convocada a las 18h. Multitudinaria fue la de este domingo (34 de marzo, según su propio calendario), primer día de sol y buen tiempo después de tres días –y noches– de lluvia y frío. Una asamblea conformada por más de un millar de participantes (y seguida en vivo por más de 20.000 personas a través de la aplicación de vídeo en directo Periscope) que debatió desde temas organizativos básicos como la ubicación de una cocina en la plaza (a pesar de los gritos de una mujer “nos da igual, ¡hablemos de cosas serias!) hasta intervenciones más políticas y ovacionadas, como la del economista crítico Frédéric Lordon, ya todo un referente para el movimiento, quien invitó a los participantes a escribir una “Constitución para la República social”.
Asambleas en toda Francia este fin de semana
Una comparación inevitable
“El aire del 15M está aquí”, gritó micrófono en mano en la multidudinaria asamblea Emma, activista del 15M en Barcelona, recién llegada a París para echar una mano en la comisión de comunicación. Aunque el referente más evocado ha sido el de los indignados, hay quien compara este incipiente movimiento al de Occupy Wall Street, las protestas de Taksim, en Estambul en 2013, o las de los zadistas en Francia (contra del aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes), entre otros. “Está por ver qué seremos”, dice Quentin. “De momento, sólo puedo decir que esto es bello y vamos a seguir”. «El 15M es un buen ejemplo”, nos dice, por su parte, Émile, de 20 años, estudiante de Historia en la Sorbona, desde un stand de los estudiantes de su universidad instalado en la plaza.
“Con Podemos compartimos la voluntad de reescribir la democracia, aunque nuestro objetivo no es crear un partido político”, aclara Émile. Para Anne, de origen español, los indignados son un modelo, aunque “allí tampoco se ha ganado aún”, sentencia. Son pasadas las seis de la tarde y la asamblea empieza en una plaza, la plaza de la República –epicentro de las muestras de condolencia por los atentados terroristas en París de enero y noviembre de 2015, ocurridos a escasos metros–, ahora llena desde el pasado 31 de marzo de jóvenes y no tan jóvenes repletos de inquietudes, ideas y de esperanza.