El Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha revivido a personajes que habían quedado en el olvido y que ahora han intentado, por todos los medios, difamarlo, pero también han dado mayor alcance a los medios de comunicación corporativistas. No caigamos en su juego.
Por Melissa Cornejo
RegeneraciónMx, 23 de febrero de 2022.- Comienzo a escribir esta columna explicando, casi a manera de defensa propia, que no busco crear polémica, desestimar la lucha o el trabajo de mis compañeros, imponer mi forma de pensar o decirles a todos los que tengan a bien leerme, cómo conducirse. Simplemente busco compartir la lectura que he realizado las últimas semanas que, de ser acertada, nos ahorraría tiempo y energía, mismos que podríamos redirigir a cuestiones más urgentes.
Todos hemos sido testigos del gran número de personajes que todos los días atacan y mienten con la intención de manchar la administración actual o de tergiversar, sin el menor recato, las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador. La respuesta inmediata de todos los simpatizantes de la Cuarta Transformación es salir a defender el proyecto, presentar pruebas, e incluso engancharse en discusiones o ridiculizar por días al personaje en cuestión. Y si bien esto por un lado ha servido para cortar la cadena de la deshonestidad intelectual y la infodemia, por otro lado, creo que presenta un riesgo que no estamos tomando en cuenta.
A estas alturas del texto es indispensable precisar que existen dos clases de respuestas a los desvaríos de estos personajes: la primera, se centra exclusivamente en desmentir noticias falsas y exponer a los personajes deshonestos y corruptos de la oposición que tienen grandes plataformas y amplio alcance gracias a los medios de comunicación corporativos, y que gracias a eso tienen un impacto directo en la opinión pública, o por lo menos, en un amplio sector de esta; por lo contrario, la segunda respuesta es aquella que, sin quererlo, le da foco a personajes que, sin nuestra atención nadie recordaría —o en el peor de los casos, nadie conocería siquiera—.
Dicho lo anterior, puedo explicar a detalle el riesgo que observo en la manera en la que hasta ahora nos hemos conducido frente a los impresentables: cuando estamos frente a todos aquellos que pertenecen al segundo grupo, les estamos haciendo un favor incluso al atacarlos, pues sin darnos cuenta estamos reviviendo carreras muertas, les estamos dando foco, los estamos engrandeciendo y le estamos entregando a la derecha nuevas marionetas —y pseudomártires— listos para que usen en nuestra contra.
Con todo esto no quiero decir que debemos permanecer indiferentes ante las trampas y las mentiras de los opositores, sino que sería prudente comenzar a elegir nuestras batallas. No dejemos que la popularidad de López Obrador les sirva de paraguas a personas que, de otra forma y en otro contexto, pasarían desapercibidas.
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