«La muerte de Guadalupe no fue natural, sino que fue desaparecida y asesinada». La sociedad ahora exige que el asesinato en Cherán no quede impune
Regeneración, 18 de enero de 2018.- La activista social María Guadalupe Campanur Tapia, de 32 años de edad, fue hallada muerta el pasado martes sobre el el kilómetro 15 de la carretera Carapan-Playa Azul, en el predio denominado Irapio.
De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia de Michoacán, citada por el medio Nación 3.0 de Michoacán, el cadáver tenía un alto grado de descomposición cuando fue encontrado, lo que impidió determinar la causa de muerte, pero, amigos, familiares y compañeros activistas están seguros de que fue asesinada.
«la muerte de Guadalupe no fue natural, sino que fue desaparecida y asesinada», escribió, Carolina Iunuen, una amiga de la activista en las redes sociales.
La organización Coordinadora de Feministas indicó a través de sus redes sociales que «fue un feminicidio, que además, se considera representa una vulneración comunitaria estratégica, al ser ella una de las comuneras activas más añejas y constantes».
Ahora, la sociedad organizada exige que este crimen no quede impune y ha surgido en las redes sociales el ‘hashtag’ #JusticiaparaLupita, para dar difusión a este caso.
De acuerdo con los testimonios en las redes sociales, Guadalupe «era una de las mujeres purépechas que inició el movimiento contra los talamontes en Cherán, y de las pocas que continuó en la estructura de autogobierno desde la ronda comunitaria».
Carolina escribió la siguiente semblanza de Guadalupe:
«Guadalupe Campanur Tapia, mujer de 32 años, p’urhépecha oriunda de Cherán. Activa en la lucha por la seguridad, la justicia y la reconstrucción del territorio comunal de Cherán, desde el 2011 hasta la fecha. Particularmente, me atrevo a decir que su feminicidio hiere personal, comunitaria y a nivel global, no sólo por el hecho del crimen hacia una mujer. Sino que su participación en la comunidad y por ende, su ausencia, afecta en lo más profundo en términos de seguridad, toda vez que ella fue integrante fundadora de la Ronda Comunitaria, específicamente del cuerpo de Guardabosques y de alguna u otra manera, seguía incidiendo en ese rubro. Es decir que esto puede interpretarse también como un mensaje para intimidar y acallar a quienes genuinamente le apostamos a revalorar la vida, a partir de acciones comunitarias que vayan más allá de la resistencia. También es una forma de aterrorizar a las mujeres y en suma, cobra el sentido de una técnica etnocida para menguar la lucha por la vida ejercida por la comunidad p’urhépecha de Cherán, Michoacán».
Por su parte, Marcela Turati escribió sobre la guardabosques:
«Era soltera, y por eso fue muy señalada. Era libre, y eso no mucho gustaba. Ella es una de las mujeres que aparece en la portada del libro de Ale («Guardianes del territorio«), con otras compañeras -ella la de la esquina: falda roja, suéter azul, pelo largo, suelto-, alrededor de una fogata, haciendo guardia nocturna, cuidando el sueño de todos».