Bernie Sanders promete ser azote del poder establecido

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El senador de Vermont escenifica con su victoria en New Hampshire, el giro del Partido Demócrata hacia la izquierda. La derrota de Clinton evidencia el desgaste de las elites políticas pero sigue adelante en las preferencias, pero a una escasa ventaja. Hay encuestas nacionales que dan empate técnico entre Clinton y Sanders

Regeneración, 10 de febrero de 2016. Bernie Sanders ganó este martes la batalla a Hillary Clinton en las primarias de New Hampshire. Y cuando subió al escenario a celebrarlo en un instituto de secundaria de Concord, la pequeña capital del Estado, el público empezó a taconear en el suelo como si quiera provocar un terremoto.

El sanderismo no ha adquirido la categoría de seísmo todavía y la ex secretaria de Estado sigue como favorita en la carrera por la Casa Blanca, pese al tropiezo, pero no le queda duda de que no resultará fácil.

Algo inusitado en estas elecciones primarias ha sido Bernie Sanders, un activista veterano de izquierda con 74 años, que ha capitalizado el descontento social y arrasado entre los jóvenes, primero empató con Clinton en Iowa (meses atrás estaba 40 puntos abajo) y ahora ganó en New Hampshire.

La revolución «sanderista»

Tras retirarse el tercero que aún había en discordia la semana pasada, en los caucus de Iowa (el exgobernador Martin O’Malley), la carrera demócrata es ahora cosa de dos y el senador por Vermont ha ganado la segunda batalla con 60% de los votos y 20 puntos de diferencia. Con el 73% escrutado, Sanders se lleva 13 delegados, frente a los 7 que se queda Clinton.

Más allá de los números, la victoria impulsa hacia delante la revolución sanderista, Es oxígeno para la izquierda activista, derivada del movimiento Ocupa Wall Street. Las ideas derivadas de este movimiento ahora son el centro de discurso de Bernie Sanders y hasta hace poco se escuchaban en los márgenes de la política americana. En New Hampshire, un estado de 1.3 millones de habitantes y un elevado voto independiente, se convirtieron en corriente central.

Sanders se ha hecho con un espacio ideológico que nadie estaba ocupando en el partido demócrata y es muy consciente de que ha cosechado votos que en otras primarias, en otras elecciones presidenciales, se quedaban en el sofá renegando de la política.

Por eso esta noche, con los resultados en la mano, el senador lanzó un mensaje muy claro: “Cuando hay mucha participación, ganan los demócratas, cuando hay poca, ganan los republicanos”.

Es lo mismo que comentaba al El País Niklas Moran, un treintañero de Nueva York convencido de que la clave está en que Sanders mantenga el tirón entre los hasta ahora no votantes. “Los estadounidenses no somos tan conservadores como la política refleja, lo que pasa es que mucha gente no se implica en las urnas”, decía.

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Sanders abarrota los mítines, clama contra Wall Street y contra los ricos, promete una salud pública y una educación gratuita para todos. Levanta una rebelión contra las élites, no como ideal, sino como necesidad urgente. Nacido en el distrito de Brooklyn, Nueva York, en el 41, tiene un perfil comparable al Jeremy Corbyn en el partido laborista británico.

Bernie Sanders, socialista democrático declarado, ha capitalizado el hartazgo ciudadano, la crisis de la clase trabajadora en Estados Unidos y un voto joven para el cual la palabra socialismo no lo espanta.

El senador por Vermont pide una revolución y promete ser azote de un establishment con el que muchos progresistas relacionan a Clinton. En la carrera de fondo por convertirse en el candidato demócrata para las presidenciales de noviembre sigue siendo favorita la ex secretaria de Estado. Pero el nerviosismo crece: en 40 años, nadie, salvo Bill Clinton, ha logrado la nominación del partido sin ganar en alguna de las dos primeras pugnas de las primarias, las de Iowa (donde Clinton y Sanders empataron) o las de New Hampshire.

Derrota de Clinton

Clinton no tardó nada en salir a reconocer la derrota ante su rival. “Sé que tengo mucho trabajo por hacer, especialmente con los jóvenes”, dijo, y subrayó un mensaje muy progresista: “Ningún banco es demasiado grande para caer”; “Nadie es demasiado poderoso para evitar la cárcel”; “Subida de salarios”. Y concluyó con una coletilla: “Yo sé cómo hacerlo”. Así puso en valor su experiencia frente a Sanders, una trayectoria en la que destaca su compromiso por los derechos de las mujeres, de los niños o de los homosexuales.

El País