Aunque Peña Nieto presuma la detención de cabecillas del narcotráfico, la inseguridad y la violencia en el país continúa y, de acuerdo con InSight Crime, seguirá mientras no se legisle sobre otros problemas de fondo como la legalización o prohibición de las drogas.
Regeneración, 16 de junio de 2017.- El gobierno de Enrique Peña Nieto presumió que hasta el momento se han detenido a varias personas ligadas al crimen organizado. Entre ellas, grandes capos del narco como Joaquín El Chapo Guzmán o José Antonio Romo López, la Hamburguesa, jefe de plaza en Zacatecas del Cártel del Golfo.
Renato Sales Heredia, comisionado Nacional de Seguridad, aseguró que 107 de los 122 objetivos principales, fueron capturados durante la presente administración.
Entre los detenidos se encuentran Joaquín el Chapo Guzmán, jefe del Cartel de Sinaloa; Dámaso López Núñez, alias el Licenciado, mano derecha del Chapo; Servando Gómez, la Tuta, fundador de los Caballeros Templarios; Vicente Carrillo, jefe del Cartel de Juárez; y Héctor Beltrán Leyva.
En aquel entonces, Sales mencionó que Juan José Esparragoza, el Azul, integrante del Cártel del Pacífico –quien se presume murió, pero no se tiene la certeza de ello- Ismael Zambada García, el Mayo Zambada; Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, líder del CJNG; Maxiley Barahona Nadales, de Los Zetas; e Ignacio Rentería, el Nacho o el Cenizo. Además de los hijos del Chapo, Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán.
Sin embargo, para el centro de análisis InSight Crime las capturas no han logrado que la lucha contra el crimen organizado avance.
«Como tal, las cifras son en efecto impresionantes. Pocos jefes criminales han logrado escapar del gobierno, y convertirse en un gran capo en México casi siempre equivale a terminar preso o muerto (…) En el largo plazo, este parecería ser un requisito para que México supere definitivamente sus problemas de seguridad pública», señala un análisis del centro.
Sin embargo, el hecho de detener a los capos no significa que con ello se solucione la criminalidad pues es necesario abordar otros temas de fondo, como la legalización de las drogas.
«Mientras no se aborden estos asuntos y otros más, es poco probable que dicha estrategia arroje suficientes resultados», señala el análisis.
Agrega que “el arresto o el asesinato de un capo debilita a las organizaciones afectadas, lo que a su vez alienta a los rivales a expulsarlas de su territorio. Y lo que es peor aún, a veces este debilitamiento conduce a enfrentamientos al interior de los grupos criminales, dado que quienes ocupaban puestos intermedios intentan dominar a las organizaciones que han quedado sin sus líderes».
Además, indica que la detención de los criminales trae efectos secundarios que también son evidentes.
«La eliminación de uno o varios capos ha provocado el aumento de la violencia en el país, como ha ocurrido en Sinaloa, Michoacán y Guerrero. La caída de un grupo hegemónico, un fenómeno ligado a la estrategia contra los capos, generó largas guerras en Tijuana y Juárez. Aunque hay algunos ejemplos que demuestran lo contrario, en general el arresto de los capos ha provocado más derramamiento de sangre y por muchos años”.
InSight Crime apunta que según las promesas de campaña del presidente de México, “intentó distanciarse de la agresiva estrategia de su predecesor, con el fin de enfocarse más en la prevención de la violencia, en lugar de ir tras los capos”.
El centro de análisis subraya que “en realidad, lo que Peña Nieto prometía era una estrategia similar a la de Calderón, pero vendiéndola en otros términos».
Además, indica que la detención de los capos sirvió a Peña para que la prensa internacional y los ciudadanos desviaran la atención y los errores del gobierno y la falta direccionamiento estratégico, se vieran opacados ante los “logros” en materia de seguridad.
Con información de Huffington Post