Caravana migrante se compone de refugiados económicos, mayoritariamente de un país con un gobierno aliado a los Estados Unidos: Honduras. ¿Por qué dejan sus países de origen?
Por Arturo Gallegos*
Regeneración, 2 de noviembre del 2018. Sobre la caravana migrante que se dirige a los Estados Unidos desde el pasado 12 de octubre hay dos preguntas muy simples y sencillas de responder, pero que arrojan información relevante sobre sus implicaciones en el contexto geopolítico regional.
¿De dónde vienen en su mayoría estos migrantes? y ¿Por qué dejan sus países de origen?
La respuesta a la primera pregunta es Honduras.
En este país se originó la caravana y a pesar de que en estos momentos de entre las 5,000 a 7,000 personas que la componen se encuentran ciudadanos de otros países centroamericanos, la mayoría siguen siendo hondureños.
Este hecho en sí representa el primer problema político para el gobierno de los Estados Unidos, puesto que el origen de estos migrantes no les representa ningún valor político.
Si la caravana proviniese de gobiernos enemigos como Venezuela, Bolivia o Cuba, pudiese ser utilizada como instrumento propagandístico contra los mismos, como ha sido utilizada la oposición venezolana, cubana o nicaragüense.
Por el contrario, el gobierno hondureño en manos de Juan Orlando Hernández es un fuerte aliado de los EUA.
Por cierto Hernández llegó al poder por medio de una interpretación amañada del derecho de reelección y a través de una contienda electoral altamente sospechosa de fraude, la cual fue inmediatamente avalada por el gobierno norteamericano y por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Todo esto ocurrió pocos años después de que el presidente de izquierda Manuel Zelaya fuese depuesto por un golpe suave completamente inconstitucional, sobre el cual ni los EUA ni la OEA dijeron nada.
Dicho sea de paso, ninguna caravana migrante se originó durante la administración de Zelaya.
Por lo tanto admitir a los migrantes en territorio norteamericano sería para su gobierno aceptar tácitamente la pésima labor de su aliado hondureño.
La respuesta a la segunda pregunta
Esta caravana no se compone de refugiados de zonas en guerra, a pesar de los altos niveles de violencia de sus países.
Los datos confirman que en su mayoría se trata de refugiados económicos.
Estos son producto de las mismas políticas neoliberales impuestas por los EUA en la región por medio de sus gobiernos sátrapas y apoyados por la colaboracionista Organización de Estados Americanos.
Si la meta de la caravana es solo alcanzar físicamente la frontera sur de los EUA, entonces esto dependerá de la actitud del gobierno Mexicano.
El aún presidente Enrique Peña Nieto ya ha mandado reprimir a los migrantes utilizando la fuerza pública.
Obedeciendo así la orden de Donald Trump de detenerlos en la frontera sur de México.
Para esto Peña Nieto se escudó en la legalidad y la defensa de la soberanía del País.
Por otro lado, si su meta es ser admitidos en los EUA esto será aún más difícil, siendo conocido el descarado racismo que profesa Donald Trump y que le sirvió como carta ganadora en las elecciones presidenciales.
El presidente norteamericano ha declarado que la caravana está compuesta por “lo peor”, esto sumado al poco valor propagandístico de la caravana y al reconocimiento tácito de la fallida política económica en la región impiden creer que los centroamericanos serán admitidos en territorio norteamericano.
Todo nos hace suponer que es muy probable que la caravana migrante termine varada en territorio mexicano, tal y como sucedió algunos años antes con el contingente de migrantes haitianos.
De ser así, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, que tomará posesión el próximo 1ero de diciembre, ya se ha expresado sobre el tema en el sentido de que los hermanos centroamericanos serían eventualmente admitidos en México y que se les proporcionaría trabajo.
Medidas que ya levantaron la suspicacia del mexicano blanco y mestizo tradicionalista y conservador que esconde su racismo en frases como “no soy racista pero…”, “los centroamericanos son pandilleros…” o “no tenemos trabajo ni para nosotros”.
Como si 7,000 personas pudiesen desestabilizar una sociedad de 120 millones.
En todo caso estas medidas son lo mínimo que uno esperaría de un gobierno progresista de izquierda, como el que pretende configurar López Obrador.
Bajo estas circunstancias es que se debe saludar la eventual decisión humanitaria del próximo presidente y se debe condenar en los más duros términos no solo la criminalización de la migración, sino también el racismo encubierto en argumentos económicos o prejuicios culturales.
Pero sobre todo se debe señalar y condenar la política neoliberal diseñada por los EUA para la región e impuesta en nuestros países por medio de la burguesía local apoyada en todo momento por los medios de comunicación a su servicio y bajo el auspicio de la OEA.
Es esta política económica que ha creado las tragedias sociales que obligan a los migrantes a abandonar sus países en busca de una mejor vida y no las trivialidades achacadas a las idiosincrasias de los pueblos, provenientes de estereotipos prejuiciosos y xenófobos.
*Arturo Gallegos es maestro en Derecho, doctorante y docente de la Facultad de Derecho de la Universidad Friedrich-Schiller de Jena, Alemania