Pavimento deteriorado, proliferación de baches, circulación reducida a dos carriles, falta de mantenimiento y señalizaciones, hasta deslaves y negligencia, proliferan en las vías del país.
Regeneración, 16 de julio de 2017.- En varios estados del país, algunas partes de las carreteras federales se han convertido en verdaderos tramos de la muerte debido a las malas condiciones en que se encuentran.
Desde pavimento deteriorado, proliferación de baches, circulación reducida a dos carriles, falta de mantenimiento y señalizaciones, hasta deslaves y negligencia o poca pericia de los conductores como causantes de la mayoría de los accidentes viales.
Por ejemplo, la carretera Transpeninsular, de mil 711 kilómetros, en Baja California, que cruza Tijuana, Rosarito y Ensenada hacia Los Cabos, en Baja California Sur, tiene un tramo de 15 kilómetros, donde los accidentes son frecuentes. Sólo en el primer semestre de 2017 hubo 34 percances.
Asimismo, el trecho Chapultepec-Meneadero, el cual une a Ensenada con el sur del estado, es peligroso por la alta movilidad y el tráfico; además, la carpeta asfáltica siempre está dañada y faltan señalizaciones.
En el casi de Campeche, debido al mal estado del pavimento, los baches y contar con sólo dos carriles, el tramo entre Ciudad del Carmen (Campeche) y Frontera (Tabasco), ha sido catalogada como la carretera de la muerte por la frecuencia de accidentes mortales.
Para la SCT sus casi 96 kilómetros no son riesgosos, pero, para los habitantes de la región sí lo son, y aún recuerdan aquel 15 de mayo de 2014, cuando un autobús chocó de frente contra una pipa de gas que explotó y dejó al menos 15 muertos y más de 23 lesionados.
Otro caso de tramos peligrosos se encuentra en Coahuila, donde cuatro de los 32 kilómetros de la autopista Carbonera-Puerto México-Los Chorros, vía de cuatro carriles que conecta al centro del país con la frontera norte, son considerados tramo de la muerte por los transportistas de carga, debido a sus frecuentes curvas con falta de peralte y la velocidad que los vehículos toman al desplazarse con dirección a Saltillo, capital del estado.
También en Chihuahua, las carreteras federales y estatales no tienen mantenimiento, están deterioradas y faltan señales. Por ejemplo, la Panamericana, la cual atraviesa el estado con alrededor de 800 kilómetros, carece de acotamientos, lo que la vuelve riesgosa. Otra vialidad federal es la que comunica a Ciudad Juárez con Nuevo Casas Grandes, cuya angostura y numerosos baches han ocasionado accidentes graves.
En Jalisco, además de la peligrosidad de sus carreteras por el número de accidentes registrados por la falta de mantenimiento –748 y la muerte de 258 personas– se suma el acoso del crimen organizado que circula por esas vías.
Lagos de Moreno-Guadalajara y su desviación a Yahualica, la carretera federal 80 que conduce de Guadalajara a la costa sur pasando por Autlán y llegando a Colima o a Barra de Navidad, además de la Guadalajara-Tepic, son las vías federales más riesgosas.
También en Nayarit, los municipios de El Nayar y Amatlán de Cañas son los más afectados en tiempos de lluvias, con derrumbes constantes en sus carreteras.
Asimismo, en Michoacán, la autopista Siglo XXI (Pátzcuaro-Lázaro Cárdenas) enumera varias tragedias, porque es de un solo carril, hay varias zonas de derrumbes, las casetas de peaje no están instaladas en el lugar correcto y tiene defectos de construcción, como en las uniones de los puentes.
Con información de La Jornada