La firma del contrato entre Pemex, Chevron e Inpex significa «la desaparición de la propiedad de la energía y la soberanía del país», advierte Walter Ángel
Regeneración, 2 de marzo de 2017.- Tras cuatro años de rondas de licitaciones, Pemex, la estadounidense Chevron, y la japonesa Inpex acordaron explorar y extraer hidrocarburos en aguas profundas del golfo de México. Este contrato culmina un proceso que significa la pérdida de control de la paraestatal mexicana sobre los hidrocarburos nacionales.
Ver: Pemex firma con Chevron e Inpex Corporation para extraer petróleo
El contrato fue firmado el pasado martes 28 de febrero.
Walter Ángel, ingeniero y miembro del Sistema Integral de Análisis Estratégico de la Energía en México, estima que tras este contrato «el futuro es que Pemex sea sólo un suministrador de contratos», y tras este cambio «las empresas se harán cargo de la cadena productiva».
Pemex comenzó a vincularse a este tipo de contratos de riesgo con empresas como Chevron hace años para prestación de servicios, obra pública y exploración. Sin embargo, con estas nuevas condiciones, la propiedad de los yacimientos se traslada a los inversionistas extranjeros, explica.
Ángel vaticina que, a largo plazo, Pemex mantendrá esta fórmula y se convertirá en una especie de administradora de pactos similares, mientras que dejará las ganancias y la propiedad de los pozos a sus socios, que no estarán sometidos al control de la Comisión Nacional de Hidrocarburos mexicana que asigna estos contratos.
El periodista Al-Dabi Olvera, de RT, recuerda que las llamadas reformas estructurales implementadas por Enrique Peña Nieto se llevaron los aplausos de las iniciativas neoliberales que querían abrir el mercado a la competencia y la liberalización de la industria petrolera, mientras que en el propio territorio nacional surgieron diversos detractores de la medida, precisamente porque querían que Pemex siguiera teniendo control sobre sus propios yacimientos.
Pemex, debilitado por el propio Gobierno
Walter Ángel explicó que Pemex presentó pérdidas durante cuatro años consecutivos, y esto ha debilitado a la paraestatal.
Ver: Pemex perdió 32 mil mdp a finales de 2016 y ha sufrido 4 años de pérdidas
Estas pérdidas, aunque han disminuido en este año, suman 1.4 billones de pesos durante el último cuatrimestre. Walter Ángel asegura que las pérdidas son consecuencia de la falta de inversión, el abono de la deuda de Pemex y su capitalización: la paraestatal emplea su rendimiento «en el pago de intereses».
Además, tras cuatro años de la Reforma Energética, Pemex no fue dotado de recursos para explorar y desarrollar pozos petroleros, los cuales le fueron garantizados en la primera ronda de licitaciones.
El proceso de despojo lleva décadas
Silvia Ramos, integrante de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTyPP) y empleada de la refinería de petróleo de Tula (donde Pemex acaba de ceder el suministro de hidrógeno a una empresa francesa), explica que el desmantelamiento de la industria petrolera mexicana comenzó en 1986, cuando el presidente Miguel de la Madrid desincorporó los primeros productos petroquímicos que, durante décadas, se consideraban estratégicos y sólo podía elaborar la paraestatal.
Posteriormente, el mandatario Carlos Salinas de Gortari dividió la empresa en cuatro subsidiarias y un complejo corporativo y su sucesor, Ernesto Zedillo, intentó desincorporar la industria petroquímica del país, aunque enfrentó oposición.
Durante los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón surgió el debate en torno a su privatización total, aunque el PRI de Peña Nieto impidió el proceso, tal vez para ponerlo en marcha cuando regresara al poder.
«Pemex era un monopolio porque así lo requería el proyecto histórico de México por proyectos privados para la soberanía energética de EU», pero «la firma de estos contratos es la desaparición de la propiedad de la energía y la soberanía del país», advierte Walter Ángel.
La importancia de la autonomía petrolera
En México, las iniciativas neoliberales buscan reemplazar a las empresas productivas nacionales. Si algo así sucede con Pemex, éste perderá la operación y dirección de la industria energética del país.
«El petróleo no es una mercancía, sino un bien estratégico que permite tener soberanía energética; un componente esencial de la soberanía nacional», asegura Silvia Ramos.
Desde 1938, cuando el general Lázaro Cárdenas aprobó mediante decreto presidencial la nacionalización de la industria energética, todos los asuntos relacionados con el crudo fueron dirigidos por la paraestatal Pemex, la cual no sólo fue un símbolo de identidad, sino que también un factor clave para su proyecto de país durante todo el siglo XX.