Cónclave papal abierto a la libertad del Espíritu proclama Abad Ogliaria

Cónclave de 7 de mayo no debe ser «lugar cerrado» (eso significa), sino Cenáculo abierto al mundo entero. Libertad de Espíritu rejuvenece, purifica, crea

Cónclave de 7 de mayo no debe ser "lugar cerrado" (eso significa), sino Cenáculo abierto al mundo entero. Libertad de Espíritu rejuvenece, purifica, crea

Regeneración, 29 de abril de 2025. En víspera del inicio de la elección del Papa tras la muerte de Francisco, el Abad Ogliaria envió un mensaje de iglesia abierta en su mensaje de salutación.

Subrayó además una iglesia con cristo al centro, abierto a la fraternidad diálogo por el bien mundo y paz.

Cónclave

Cabe destacar que el medio del Vaticano indicaron que el mensaje previo a la sexta reunión de los cardenales reunidos con vistas al cónclave sucesorio.

Y es que se destaca que Ogliaria subrayó que el Cónclave no debe ser un «lugar cerrado» (como dice el propio término), sino un «Cenáculo» abierto de par en par al mundo entero.

Mismo, en el que impere «la libertad del Espíritu» que «rejuvenece, purifica, crea».

Lo anterior dicho por abad benedictino de San Pablo Extramuros, Dom Donato Ogliari, que pronunció la meditación de apertura de la Sexta Congregación General.

Asistieron los cardenales llegados a Roma en vísperas del cónclave, que comenzará el 7 de mayo y deberá elegir al sucesor del Papa Francisco, como se indica.

El Espíritu, deseó el abad, será «el protagonista principal» de los diálogos, de las «dinámicas, a veces dialécticas» que caracterizan «todo encuentro humano».

Lo anterior,» para que encienda las mentes e ilumine los ojos» por “el bien de la Iglesia y del mundo entero”.

Los desafíos

Cabe destacar que se indica que Dom Ogliari dedicó luego gran parte de su meditación a los desafíos de la Iglesia en el mundo.

Esto es, citando el cambio antropológico, las guerras fratricidas, las autocracias y los nacionalismos, los liberalismos postcapitalistas basados ​​en el puro beneficio.

La devastación de la Creación, además, los riesgos vinculados a las nuevas tecnociencias, las migraciones.

Así como «la incapacidad de la política para encontrar soluciones que respeten el principio sagrado de la acogida, la solidaridad y la inclusión».

Detalló, la secularización “generalizada e invasiva” de las sociedades occidentales en particular.

Se trata de una encrucijada, subrayó el abad, ante la cual la Iglesia está llamada a recorrer “sin miedo” el camino del diálogo.

Mismo diálogo “intensificado por el Papa Francisco en todos los frentes”, como “elemento constitutivo de la misión eclesial”.

Interno

Cabe destacar que el abad se refirió a los desafíos internos de la Iglesia, como la «herida purulenta» de los abusos, la rarefacción de las vocaciones sacerdotales y religiosas.

Asimismo, el riesgo del clericalismo y la burocratización del ministerio sacerdotal. Todo esto, no es una autocompasión estéril.

De ahí la invitación a ver, en medio de tantos desafíos, «la presencia viva del Resucitado» que acompaña a su Iglesia también en medio de las dificultades de la historia.

Con Cristo

Cabe destacar que Ogliari subrayó necesario recomponer alma, mente y corazón en torno a la persona de Jesús: es Él, en efecto, a quien la Iglesia que está llamada a anunciar y testimoniar al mundo.

Y si «en el centro de la misión» no está Cristo, entonces la Iglesia sería sólo «una institución fría y estéril».

Al tiempo que proclamó evitar «ser fagocitados por los halagos del mundo y por las fáciles vías de escape que nos propone».

Que Cristo, Dom Ogliari, sea el aliento, la brújula y la estrella polar del Colegio Cardenalicio, dijo.

Asimismo, recordó la importancia de aprender de Jesús la mansedumbre y la humildad, el amor misericordioso y compasivo.

Esto es, dijo, una Iglesia así enraizada, de hecho, es «abierta, valiente, profética», «aborrece las palabras y los gestos violentos», se convierte en la voz de los sin voz.

Una Iglesia enraizada en Cristo, es «maestra de fraternidad», marcada por el respeto, el diálogo, la «cultura del encuentro y la construcción de puentes y no de muros».

Lo anterior, «como siempre nos ha invitado a hacer el Papa Francisco».

Madrastra no

E incluso dijo que la iglesia sea madre y no madrastra, lejos de la autorreferencialidad, dispuesta a salir al encuentro de aquellos hermanos y hermanas en la humanidad.

Arraigada en Cristo es sobre todo la que pone en el centro a los descartados, a los pobres, a los desheredados, a los últimos.

Al respecto, Dom Ogliari se centró en la “categoría teológica” introducida por el difunto Francisco según la cual la pobreza, más que un problema sociológico y ético, es “una cuestión que concierne a la doctrina”.

Por eso, el benedictino dijo estar seguro de que la Iglesia «no dejará de tener los ojos y el corazón bien abiertos sobre los últimos de la tierra», soñando «incluso con lo que parece imposible».

Sinodal

Luego, instó a los presentes a “someterse al escrutinio del Espíritu” para purificar sus corazones de todo lo que “no coincide con el pensamiento de Cristo”.

Seguidamente, Dom Ogliari recordó la importancia de la unidad y la comunión de la Iglesia, como “unidad plural y comunión diversificada”.

Por último, el día en el que Italia y Europa celebran la fiesta litúrgica de Santa Catalina de Siena, el abad de San Pablo Extramuros invitó a los cardenales a mirar:

Aquella que – “loca de amor por Cristo” – trabajó incansablemente “por la reforma y la unidad de la Iglesia, por la paz y por el Papa”.

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