La justicia chilena condenó a nueve militares por el asesinato del famoso cantante Víctor Jara, durante la dictadura de Pinochet.
Regeneración, 04 de julio de 2018.- Con un retraso de 45 años, la justicia chilena condenó a nueve militares el retiro y asesinato de Víctor Jara, quien durante la dictadura de Augusto Pinochet, asesinaron materialmente al cantante folclorista Víctor Jara.
Recordemos que el cantante, fue detenido el 11 de septiembre de 1973. En el Estadio Chile fue torturado. Luego debía ser llevado al Estadio Nacional, pero nunca llegó; fue asesinado con 44 balazos.
“El ministro en visita de causas de derechos humanos Miguel Vázquez Plaza condenó a nueve miembros del Ejército en retiro por su responsabilidad en los homicidios del cantautor Víctor Jara Martínez y el exdirector de prisiones Littre Quiroga Carvajal, ocurridos en septiembre de 1973 en Santiago”, indicó el Poder Judicial en un comunicado.
El juez de la Corte de Apelaciones, Miguel Vázquez, pudo probar la responsabilidad delictiva de Hugo Hernán Sánchez Marmonti, Raúl Aníbal Jofré González, Edwin Armando Roger Dimter Bianchi, Nelson Edgardo Haase Mazzei, Ernesto Luis Bethke Wulf, Juan Renán Jara Quintana, Hernán Carlos Chacón Soto y Patricio Manuel Vásquez Donoso.
En un fallo de casi 350 páginas fundamentó las penas a quince años y un día de presidio por las muertes de Jara y el ex director de prisiones Littré Abraham Quiroga Carvajal. Además se les aplicó la pena de tres años de cárcel a Rolando Melo Silva por su carácter de encubridor de los asesinatos.
Todavía queda un eslabón fundamental de la cadena criminal sin condena: Pedro Pablo Barrientos, el militar acusado de haber torturado y disparado contra el músico, poeta y director teatral.
El Tribunal Supremo chileno declaró procedente el pasado mes pedir su extradición a Estados Unidos, donde vive desde 1989, el año en que Pinochet se preparaba para entregar el poder.
Su último poema
Poco antes de morir acribillado a balazos, el poeta escribió Somos cinco mil, según su abogado, el cantor anotó cuánto brotó de su mente ese momento, hasta que se vio obligado a entregar, apurado y en secreto, los papeles de vuelta a Boris, quién los escondió en su libreta. Dos soldados se llevaron a Víctor a la fuerza.
Somos cinco mil
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frio, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltó al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿Es este el mundo que creaste, dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas solo existe un número
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente
¡Canto que mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento…
Vía El Periódico