Grupos criminales han causado incendios y tala de árboles mientras estos hechos ocurren con pleno conocimiento de las autoridades de Chihuahua.
Regeneración, 18 de junio de 2016.- Grupos criminales han causado incendios y tala de árboles para encubrir el saqueo que cometen en total impunidad, con pleno conocimiento de las autoridades de Chihuahua.
Así lo declararon pobladores y sacerdotes de la Tarahumara. Todos ellos lanzaron la voz de alerta sobre la devastación de los bosques de la región serrana.
«Somos testigos de una explotación forestal sin control. La codicia de unos pocos y la impunidad ambiental han llevado a que cada vez más la delincuencia organizada se adueñe de predios y aserraderos, y a que la madera sea trasladada con permisos de dudosa procedencia, hasta llegar a incendios provocados», así manifestaron.
Los clérigos Celestino Villa y Javier Ávila fueron quienes denunciaron a los saqueadores del bosque. Agregaron que denunciaron estos problemas directamente al gobernador César Duarte Jáquez y al fiscal general del estado, Jorge González Nicolás.Sin embargo no ha habido respuesta por parte de ellos.
«Sentimos que estamos llamados a cuidar esta creación, lo que también es un llamado del papa Francisco, que nos dice que este territorio, nuestra casa común, la están tratando con mucho descuido, pero también es un llamado de la Iglesia tarahumara de cuidar a los fieles de la montaña, que nos obliga a emprender acciones sobre lo que está pasando; somos colaboradores en los planes de Dios para las familias de la tierra», expuso el clérigo Celestino Villa.
El sacerdote Javier Campos, jesuita, conocido en los pueblos serranos como Padre Gallo, aseguró que la devastación del bosque ha trastocado la forma de vida de las comunidades indígenas, la cual está íntimamente ligada al sustento que obtiene del medio ambiente, en una economía de autoconsumo.
Su relación con el creador y la naturaleza está destrozada y económicamente no reciben beneficios. Este deterioro de los bosques los expulsa de sus rancherías a los pueblos y de los pueblos a la ciudad, recalcó.
El religioso, quien tiene unos 50 años de labor pastoral en la Tarahumara, habló de la alteración del régimen de lluvias en la región serrana en las últimas décadas. Antes había de ocho a nueve meses de lluvia, nieve y humedad, ahora hay precipitaciones solamente ocho o nueve semanas al año, recordó.
Gabriel Parga Terrazas, sacerdote de la diócesis de la Tarahumara, explicó que la tala legal en la región de la Sierra Madre es indiscriminada, porque se ha sobrevalorado la masa verde de los bosques de Chihuahua, sin tomar en cuenta tasas de recuperación del arbolado y la fragilidad de los ecosistemas.
Hay un progama del presidente Enrique Peña Nieto que quiere doblar la producción forestal de México, para cubrir la demanda del país, sin tomar en cuenta los daños colaterales que esto significa en materia ambiental. Una de las principales afectaciones es a las cuencas hidrológicas, la captación de agua. Se están dando permisos en forma indiscriminada, sin estudios serios que permitan una explotación sustentable, insistió.
Las unidades forestales y los que hacen estudios siempre están sobrevalorando el bosque, para dar permisos de explotación. El impacto es muy agresivo, lo sabemos todos los que vivimos aquí, es urgente tomar acciones ara frenar el daño, sostuvo Parga.
Impunidad e ilegalidad
Javier Ávila, párroco de Creel y presidente de la Comisión de Solidaridad y Derechos Humanos, afirmó que el patrimonio natural de los bosques de la Tarahumara “está muy amenazado.
En esta región de Creel a San Juanito se habla de más de 20 mil pinos destruidos, de más de 800 hectáreas incendiadas. Hay tráfico ilegal de madera; a veces las mismas autoridades ejidales están involucradas; la impunidad y la ilegalidad siguen haciendo muchísimo daño a nuestra casa común, sentenció Ávila.
A los problemas de la tala del bosque se suma el auge de la actividad minera a tajo abierto, que tiene consecuencias negativas en el ambiente. Ya hay una afectación permanente al paisaje, contaminación de arroyos y alta probabilidad de que el lugar donde se encuentran las minas quede totalmente degradado, alertó el sacerdote Fernando Martínez.
Junto a sus pares de la diócesis de la Tarahumara estuvieron habitantes de pueblos serranos que ofrecieron testimonios del saqueo de madera y hablaron del temor fundado que tienen de hacer denuncias públicas, por la injerencia directa de grupos criminales, coludidos con grandes empresarios de la industria forestal que se benefician de la tala ilegal.
La Jornada.