El cantante de origen salvadoreño, KIME, crea Cipota Morena, que narra la historia de una mujer, quien de niña intenta blanquearse con cloro; el racismo y la discriminación son la columna vertebral de este trabajo de 8 piezas
Por Martha Rojas
Arquímidez Reyes, mejor conocido como KIME, llegó a México hace más de ocho años alentado por el manager de Emmanuel, quien lo conoció en El Salvador y lo instó a probar suerte en nuestro país. KIME llegó con muchas ilusiones y ganas de triunfar en el mundo artístico. Consiguió trabajo en un establecimiento de Antara Polanco de lo que mejor sabía hacer: cantar. Ahí experimentó por primera vez y en carne propia el racismo y las consecuencias del colonialismo.
Ese hecho ocurrido cuatro años atrás, perpetrado por el gerente del establecimiento, del que se niega a mencionar su nombre, inspiró el trabajo musical del Salvadoreño titulado Cipota Morena una pieza musical que acompaña ocho cortos, que, a su vez reflejan las experiencias de discriminación de la diáspora centroamericana.
“Cuando comencé a trabajar en el lugar, el gerente me decía que no me asoleara porque me veía gris, durante ocho meses me cuestinó si yo había ido a la playa, si tomaba mucho sol, me decía que usara bloqueador solar, que tenía que protegerme, hasta que un buen día me dijo que tenía cara de indio y que acorrientaba el lugar, así que me despidió. Ese hecho me marcó profundamente porque yo no había tenido conciencia de que sus comentarios en realidad se trataban de una violencia racial por mi color de piel y tampoco había caído en cuenta acerca de mi origen étnico, de mi indigenismo”, aseguró KIME en entrevista con RegeneraciónMX.
El músico agrega que el episodio fue un renacer en el sentido de que lo acercó a sus raíces latinoamericanas. Lo hizo consciente de que hablar del racismo es una cuestión urgente y necesaria porque aunque nos hayan heredado los complejos por el color de piel blanco y las características propias de los europeos, en nuestros genes están las características de nuestros ancestros.
Cipota Morena cuenta la historia de una mujer llamada Doretea Granados, que siendo una niña es encontrada por su madre lavándose con cloro. En su imaginario infantil pretende que la sustancia aclare su color de piel, pensando en que si lo logra será aceptada y querida.
“Es un epidodio real con el que muchos latinoamericanos podemos vernos reflejados porque la mayoría somos morenos y de baja estatura y se no ha dicho que el ideal es ser blanco, alto. Nosotros no somos así. A mi cuando era pequeño mi madre se decía ‘¿Por qué me habrá salido tan morenita esta hija mía?’. En Salvador es un problema que nazcas con el cabello rizado, una característica de los afrodescendientes, nadie quiere tener el pelo así.
“Incluso aquí en México es difícil ver a una persona con rasgos indígenas protagonizando una serie o un melodrama, generalmente son los papeles de servidumbre los que se les asignan. Este tipo de cuestiones están relacionadas con el racismo interiorizado, por ejempo, cuando dicen ‘el indio no tiene la culpa sino el que lo hace comprade’, infiriendo que la palabra indio es sinónimo de barbarie”, agrega el también cantante.
Marcado por las secuelas de la Guerrilla Salvadoreña, KIME encontró en la música un refugio y una esperanza que germinó cuando comienza a cantar ópera en El Salvador, emigra a México en busca de una escena más grande y es aquí en donde lanza está lucha contra el racismo desde su trinchera que es la música.
@Trineandolibros