Discurso de Andrés Manuel López Obrador, Presidente del Consejo Nacional de Morena, en la Asamblea Nacional en Defensa de la Economía Popular el Petróleo
Amigas y amigos:
Antes que nada mi agradecimiento sincero a todas y todos ustedes por su presencia en este importante acto.
Desde el 8 de septiembre nos hemos congregado en cinco ocasiones y ustedes, enfrentando todo tipo de adversidades, han respondido al llamado para defender la economía popular y el petróleo.
Es muy importante que en momentos como éste, haya mujeres y hombres decididos a luchar por el presente y el futuro de la nación; sobre todo, cuando se trata de prevenir un mal mayor, algo que todavía no sucede pero que de permitirse, agravaría la tragedia económica, política y social de México.
Actuar como lo estamos haciendo requiere de un grado superior de conciencia: luchamos por convicción, sin depresión ni fatalismo; no aceptamos la pobreza material, pero tampoco el latrocinio y la opresión; vivimos de manera consciente, como lo han hecho en la historia de México los que han luchado por la libertad, la justicia, la democracia y la independencia.
Ese es el espíritu que llevó a Hidalgo y a Morelos a arriesgar y a entregar la vida por la causa de la igualdad y de la soberanía; el que permitió a Juárez mantener una inquebrantable fe hasta lograr la restauración de la República; el que impulsó a Madero a dejar la vida muelle de su familia acomodada y desafiar al dictador; es el que mueve el corazón de todos los que acompañan este movimiento de resistencia que, es por sobre todas las cosas, una revolución de las conciencias.
Repito: ustedes representan la voluntad honrada que se subleva ante la injusticia, ustedes luchan por una nueva vida y trabajan por una patria nueva.
Estamos aquí para evitar un gran atraco que, consideramos, terminaría de cancelar el futuro de los mexicanos y de destruir al país. Una minoría sin escrúpulos, enajenada por la ambición material, luego de haberse quedado con las empresas públicas, los bancos, los ferrocarriles, las minas y otros bienes del pueblo y del país, buscan ahora apoderarse del sector energético nacional.
Hemos dicho muchas veces que las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución, no van dirigidas en realidad a impulsar el crecimiento económico, la creación de empleos y el bienestar de los mexicanos. No hay nada en esas reformas para darle el valor agregado a la materia prima, para construir refinerías y dejar de comprar la gasolina en el extranjero, ni para fomentar la industria petroquímica.
No se busca tampoco utilizar las ventajas comparativas que significa, en un mundo globalizado, el poseer petróleo para reducir los costos de los energéticos e industrializar a México.
Se trata, simple y llanamente, de que las empresas extranjeras se hagan cargo de perforar los pozos petroleros y se apropien de la mitad de la producción. Eso es lo que significan, en esencia, los llamados “contratos de utilidad compartida”. Quienes promueven esta reforma quieren agujerear compulsivamente todo el territorio nacional hasta agotar las reservas petroleras de México.
Para ello, esgrimen pretextos burdos e insostenibles, que rayan en la irracionalidad. Dicen que se requiere de inversión extranjera, porque no hay recursos económicos para financiar al sector energético, cuando Pemex es una de las empresas más rentables del mundo.
Alegan que no tenemos tecnología, cuando en México desde hace 100 años hay experiencia en exploración y perforación de pozos petroleros.
La tradición petrolera en nuestro país se origina desde que se empezó a utilizar el petróleo con fines industriales.
Sostienen, entre otras mentiras, que no es negocio refinar el petróleo en México, cuando Estados Unidos, en los últimos 10 años, ha triplicado su capacidad de refinación de crudo y obtiene grandes ganancias de la venta de las gasolina; por cierto, es allá a donde enviamos el crudo y luego nos lo regresan, porque les compramos más de la mitad de la gasolina que consumimos en el país.
Ante la falsedad de que sólo nos oponemos y no tenemos propuesta, decimos de nuevo que especialistas de nuestro movimiento han presentado proyectos alternativos, obviamente, distintos a los que ha venido imponiendo, en materia de política petrolera, la tecnocracia corrupta.
En esencia, nuestra propuesta ha sido combatir la corrupción en Pemex, desmantelando a las bandas que operan al interior de esa empresa pública y que se han dedicado a la ordeña de ductos, a medrar con la entrega de contratos, al transporte de los combustibles, la compra de las gasolinas y otros negocios ilícitos.
Para modernizar a Pemex hay que impedir además, que se sigan haciendo jugosos negocios desde las cúpulas del poder, hay que poner un alto a los acuerdos que se toman desde Los Pinos en beneficio de políticos y empresarios de Washington, Texas, Madrid, Londres y de otras latitudes; hay que evitar que sigan robando los allegados de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
Sólo con esta limpia se obtendrían miles de millones de pesos. Si a esto se añade la decisión de no vender petróleo crudo al extranjero, sino procesar toda la materia prima en nuestro país, construyendo aquí las refinerías e impulsando la industria petroquímica, se estaría logrando realmente la transformación que Pemex necesita.
Sin embargo, esta no es la idea de los actuales gobernantes. En sentido estricto ellos no son servidores públicos, sino viles mercaderes. Es un contrasentido pensar que con la entrega de las ganancias del petróleo a las corporaciones extranjeras, vendrán el crecimiento económico, la generación de empleos y la reducción de las tarifas de energía eléctrica y de gas.
Desgraciadamente, va a ser lo opuesto. Vamos a tener menos presupuesto público, continuará el estancamiento económico y el desempleo, y será más profunda la crisis de inseguridad y de violencia.
Pero no se trata sólo de vivir para contarlo, para poder decir el día de mañana que teníamos razón, sino de evitar lo inminente; el sufrimiento, los conflictos y el hundimiento del país. Por eso estamos aquí, para impedir la trágica felonía que tiene como prólogo un acto de traición a México porque cada vez va quedando más claro que Peña pactó en el extranjero la entrega del petróleo y es público y notorio que lo único que le importa es cumplir, a como dé lugar, ese compromiso.
Hace unos días, por ejemplo, Manlio Fabio Beltrones, dijo que el gobierno estaba dispuesto a concederle al PAN su demanda de reforma electoral, con tal de que le ayudara a lograr la aprobación de la reforma energética. En su momento sostuvimos que Peña, luego de haber pactado en el extranjero, había llegado al acuerdo con dirigentes del PRD para que aprobaran la reforma fiscal y con los del PAN había negociado la reforma energética.
Aquí conviene volver a decir que las dos reformas son parte de lo mismo. Aumentaron los impuestos y el déficit, es decir, autorizaron la contratación de deuda pública, porque saben que se tendrán menos ingresos y menos presupuesto cuando se compartan las ganancias del petróleo con los extranjeros.
Por eso también es muy hipócrita la actitud de los dirigentes del PAN que se opusieron a la reforma fiscal, cuando saben perfectamente que si se aumentaron los impuestos fue por la reforma energética que ellos ahora están decididos a apoyar.
Pero venimos a este acto a terminar de ponernos de acuerdo en cómo impedir que se lleven a cabo las reformas constitucionales. Ya se aprobó un plan de acción de desobediencia civil pacífica; sin embargo, les propongo que la demanda central de nuestro movimiento siga siendo el que se consulte a todos los mexicanos antes de imponer las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución.
Es decir, que en estos días previos al dictamen, continuemos, por todos los medios a nuestro alcance, comunicando a la sociedad un hecho básico: que ni Peña ni los legisladores tienen legitimidad para imponer una reforma de tanta trascendencia sin consultar a los ciudadanos. Que quede claro: nuestra única y principal demanda es que primero se consulte al pueblo de México.
Es particularmente importante, también, que en estos días cruciales hagamos frente a la campaña permanente que los medios de desinformación del régimen oligárquico mantienen en contra nuestra. Debemos explicar a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo, a nuestros vecinos, que no somos un grupo de alborotadores ansiosos por romper el orden público, por el contrario, actuamos en defensa de la Constitución, las leyes y la convivencia pacífica entre mexicanos.
Debemos exponer que es el gobierno oligárquico el que pretende, con su reforma energética, subvertir el orden constitucional; son ellos los subversivos: los oligarcas apoderados de las instituciones, son quienes, por su infinita ambición, buscan, una vez más, violentar el pacto social de México.
En cuanto a los cercos al Senado, a la Cámara de Diputados y a los congresos locales, les recuerdo lo siguiente:
Debemos estar atentos al llamado que se hará para iniciar la acción, en cuanto, comience el trámite de dictaminación de las reformas en el Senado.
Hagamos el compromiso de estar todos presentes. Obviamente, me incluyo; ahí voy a estar todo el tiempo.
Reafirmamos el carácter pacífico de nuestro movimiento. Todas las acciones de resistencia se llevarán a cabo bajo el principio de la no violencia. Nada de encapuchados. Cada uno de nosotros debe estar pendiente para no permitir la participación de infiltrados ni provocadores mandados por el régimen.
La coordinación de los cercos a las cámaras de Senadores y Diputados y a los congresos locales, estará a cargo de los dirigentes de MORENA.
Por razones obvias, los primeros en llegar a los lugares acordados deberemos ser los que vivimos en el Distrito Federal y en los municipios conurbados del Estado de México.
También les recuerdo, de manera especial, que el próximo sábado 7 de diciembre vamos a llevar a cabo el segundo apagón en protesta por el aumento mensual a las gasolinas. Les pido que corran la voz para que ese día, de 7 a 8 de la noche, muchos ciudadanos apaguemos la luz y mantengamos encendida la llama de la esperanza.
Amigas y amigos:
Es muy importante que en estos días definitorios convoquemos a todos los ciudadanos de organizaciones sociales, civiles y políticas a luchar unidos en defensa del petróleo. Tenemos, como es natural, diferencias, pero nada, absolutamente nada, puede estar por encima del interés del pueblo y de la nación.
Aquí aprovecho para reiterar nuestro compromiso y solidaridad con las maestras y los maestros de México, que luchan en defensa de sus derechos.
Lo mismo expreso a los trabajadores electricistas y a los mineros, así como a las y los sobrecargos, administrativos y pilotos; expreso también nuestro reconocimiento y nuestro apoyo a los defensores de derechos humanos, a los familiares de las víctimas de la violencia y a todos los luchadores sociales del país.
Asimismo, informo que mañana voy a enviar a los empresarios de México una carta en la que explico las razones por las que nos oponemos a la reforma energética; en ella les informaremos que, a diferencia de lo que se sostiene en la propaganda oficial, todos los mexicanos, incluido los sectores empresariales del país, resultarían gravemente afectados con la entrega del sector energético a los extranjeros.
Amigas y amigos:
Muchas gracias por la compañía en estos momentos cruciales. No me despido de ustedes porque nos vamos a seguir encontrando; les convoco a que, juntos, sigamos haciendo historia y que, con toda firmeza, gritemos:
¡Viva la Constitución!
¡Viva la industria petrolera nacional!
¡Viva la libertad!
¡Viva la dignidad!
¡Viva la justicia!
¡Viva la soberanía!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!