Regeneración, 28 de diciembre de 2015.- «El 100% de la producción de Zara en Asia es trabajo infantil». Así lo declaró Ehsan Ullah Khan, el líder pakistaní contra la esclavitud de niños y niñas que encabeza un movimiento a nivel mundial para denunciar el trabajo forzoso que padecen 400 millones de niños en el mundo.
Khan lleva largo tiempo centrando su lucha contra Inditex, la multinacional española que ha incrementado sus beneficios en un 5% en 2014, pero que según Khan, mantiene a miles de menores cosiendo en industrias que forman parte del sucio tejido de subcontrataciones del grupo que se extienden en Asia.
Ullah Khan era periodista y trabajaba en un diario local, se convirtió por casualidad en un referente mundial de la lucha contra la esclavitud infantil. En 1967 se cruzó con un chico de 18 años, esclavo, que estaba llorando en la calle sentado a un lado en la banqueta. “Quise ayudarle, le dije que era libre como cualquier otra persona que nace en otra parte del mundo, pero él sólo quería morirse”. En ese momento decidió fundar el Frente de Liberación del Trabajo Forzado, que lo llevó a prisión y a sufrir atentados en varias ocasiones.
Vive en Suecia, en el exilio forzado sin la posibilidad de volver a su tierra. Ahí creó el movimiento Marcha Global, desde donde articula una lucha para erradicar la esclavitud infantil con políticas de educación. Con su trabajo, Khan ha logrado que cinco empresas de Pakistán cierren sus instalaciones y ha conseguido la liberación de cientos de niños.
En Camboya o Bangladesh, un menor que trabaje en una fábrica entra a las 4 de la mañana y sale a las 6 de la tarde. Con horarios que van entre las 10 y las 16 horas, y los salarios no van más allá de 2 euros al día. Las grandes marcas de ropa, alfombras, futbol o material médico se sostienen gracias al trabajo de menores que son vendidos a las mafias o las empresas por sus propios padres. “Comprar un niño en Pakistán es muy barato y una vez que lo has hecho, puedes hacer con él lo que quieras”. Así le sucedió a Iqbal Masih, vendido por su madre cuando tenía cinco años a cambio de 600 rupias, 12 euros. Masil comenzó a trabajar en una fábrica de alfombras persas donde fue maltratado y despojado de todos sus derechos. A los 10 años conoció el frente de Ullah Khan que consiguió liberarlo y volverlo una figura símbolo de la esclavitud de los niños. La mafia lo asesinó cuando tenía 12 años.
Khan afirma que los gobiernos y las multinacionales son cómplices de este entramado que convierte a los oprimidos en mano de obra barata. “Por eso siempre digo que no compren de empresas como Zara, Mango, Ikea o H&M, porque con el dinero que les entregas ellos compran 5 esclavos más”. “Este es un gran problema político, social, económico y militar pero a ninguno de ellos les interesa cambiar el sistema”, comenta sobre los gobiernos y las empresas.
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