El día que Che Guevara libró su último combate

CheEl legendario guerrillero, Ernesto Che Guevara fue tomado prisionero el 8 de octubre de 1967 en Bolivia -donde intentó infructuosamente crear un movimiento insurgente- y fue asesinado un día después por un efectivo del ejército boliviano.

Guevara fue herido de bala en su pierna izquierda y tomado prisionero en el combate de Quebrada del Churo, y trasladado a la escuela de La Higuera, donde fue asesinado a sangre fría por un militar boliviano.

El verdugo de Guevara, el exsargento Mario Terán, relató a su ministro del Interior, Antonio Arguedas, cuáles fueron las últimas palabras del guerrillero: «¡Serénese y apunte bien! ¡Va usted a matar a un hombre!».

Terán contó que quedó estremecido por esas palabras, dio un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerró los ojos y disparó la primera ráfaga. 

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Regeneración, 8 de octubre de 2014.-A las 13,30 del 8 de octubre de 1967, en la Quebrada del Yuro, en Bolivia, el Che Guevara comenzaba su último combate. Tenía 39 años y peleó con el coraje de siempre, cubriendo a su ya diezmada tropa, en primera línea de fuego, defendiendo a sus heridos y posibilitando la retirada de los que sobrevivieron a su fracasado intento de crear un Vietnam en Sudamérica. Antes del anochecer, con una pierna atravesada por un balazo que le impedía caminar, su fusil destruido por un disparo y sin proyectil para su pistola, el Che cayó prisionero del ejército boliviano. Lo llevaron a una escuela abandonada de La Higuera en donde lo mantuvieron prisionero por unas horas. Lo ejecutaron en las primeras horas del 9 de octubre dando nacimiento a uno de los mitos más fuertes y perdurables del siglo XX.

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Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de junio de 1928 en Rosario, en el seno de una familia acomodada pero de pensamiento progresista. Con su familia vivió en Córdoba y en la capital federal, estudió medicina y libró un conmovedor combate contra el asma exigiéndose en los deportes más fuertes, como el rugby. Diego Bonadeo cuenta que siendo un chico su función era guardar el inhalador. Cada 15 minutos él corría hasta donde estaba el juez de línea, él le daba el inhalador, aspiraba y seguía corriendo. Siempre se esforzó por superar los límites. A los 12 años recorrió el país a dedo con un amigo. A los 23 recorrió Sudamérica, se topó con una realidad que desconocía y que despertó en él inquietudes sociales y políticas. Volvió al país para recibirse de médico y con el título volvió a partir en busca de aportar desde una medicina social y de buscar respuesta a las injusticias sociales. Recorrió los países del Pacífico y en 1953 arribó a la Guatemala de Jacobo Arbenz, presidente progresista que mantuvo un enfrentamiento con la política de los Estados Unidos en plena guerra fría, que derivó en su derrocamiento por un golpe de Estado. Ernesto Guevara había adherido totalmente al gobierno de Arbenz y se había vinculado con algunos jóvenes militantes con los que quiso armar una resistencia. Fracasó en su intento y marchó a México y allí cambió su historia.

En la capital mexicana conoció a sobrevivientes del ataque al cuartel de Moncada, operativo en el que cayó prisionero Fidel Castro. En esas reuniones empezó a escuchar hablar del abogado cubano que enfrentaba con un puñado de jóvenes a la poderosa dictadura de Batista. Se casó en México con Hilda Gadea, una economista marxista peruana a la que había conocido en Guatemala. En México para vivir trabajó de fotógrafo ambulante hasta que pudo ejercer su profesión. Realizó investigaciones sobre alergia y sobre políticas sanitarias y hasta presentó un trabajo en el Congreso Mexicano de Alergia sobre alimentos semidigeridos que se leyó y fue publicado en una revista científica. En 1955 sus amigos cubanos le presentan a Raúl Castro y éste a su hermano Fidel que lo describiría más tarde: «Era un estudioso del marxismo, autodidacta, muy estudioso, era un convencido».

El 25 de noviembre de 1956 junto a un grupo de cubanos, partió en el Granma desembarcando en las playas de la provincia de Oriente, el 2 de diciembre. La aventura épica que se llamaría revolución cubana y que influenciara a los jóvenes de todo el mundo, había comenzado. Pelearon en situaciones adversas desde que pusieron pie en Cuba, fueron bombardeados, carecían de armas apropiadas. El Che fue herido gravemente. Sin embargo, la lenta lucha de aquel puñado de jóvenes que sobrevivieron al feroz recibimiento, culminó exitosamente y fue seguida con simpatía por todo el mundo. Incluso la estadounidense revista Life, caracterizada por su fidelidad a las políticas norteamericanas, les dedicó un número y catapultó a la fama a aquellos jóvenes barbudos y desaliñados, de pelo largo, que combatían contra un dictador. El Che participó en numerosos combates, siempre en el frente de batalla, como los de La Plata (17 de enero de 1957), El Uvero (28 de mayo), Bueycito (31 de mayo), El Hombrito (30 de agosto), Mar Verde (29 de noviembre), Altos de Conrado (8 de diciembre), Pino de Agua (16 de febrero de 1958). El Che, como se lo empieza a denominar, ya es comandante y desarrolla múltiples tareas. Dirige una de las columnas que va liberando poblaciones y librando combates por toda la isla. Veintiún combates se incluyen en su historia militar en Cuba en donde sobresalió por su valentía temeraria, voluntad, sacrificio e inteligencia para plantear el combate.

Lo demás es historia conocida. Lideró la reforma agraria e industrial en Cuba, fue ministro, manejó el Banco de Cuba, representó a su gobierno en recordadas conferencias internacionales, como la realizada en Punta del Este. Según cuentan, discrepó con Castro por su relación con la Unión Soviética. Guevara pretendía -se afirma- una Cuba alineada con los países del Tercer Mundo y no con los polos que confrontaban en la guerra fría. Eran los años 60, tiempos de liberación de las colonias, de las teorías de Fannon. Un tiempo en donde ser realista era pensar en lo imposible, como se escribió en el mayo francés. En donde los sueños eran esencialmente plurales y no individuales. Se alejó de Cuba y tejió la idea de crear cientos de Vietnam. Anidó en Bolivia y allí lo dejaron solo. Murió peleando y defendiendo sus ideas. Como escribió a sus padres en la despedida, «muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente, y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades».

Lo enterraron en una fosa común que permaneció en secreto hasta hace 5 años.

El cuerpo del Che, como fue exhibido por los militares bolivianos. A la izquierda, un grupo de antropólogos trabajando para hallar su cadáver. Entre ellos, el platense Alejandro Incháurregui.

(Eldía)