El oportunismo en la política

En la historia política de los movimientos y cambios sociales siempre aparece el oportunismo en la política, desde las cúpulas del poder económico hasta los políticos que han hecho sus carreras en el ascenso burocrático.

 

Por Napoleón Gómez Urrutia| La Jornada.

Regeneración, 09 de agosto de 2018.- La vida política en México está cambiando, y las personas también. Antes del primero de julio, las campañas, los discursos, las posiciones individuales y de grupo o partido, así como las preferencias electorales, se realizaron y manifestaron, a veces con tranquilidad, otras con agresión y con la pasión que acompaña al interés de obtener un triunfo a cualquier costo.

A muchos participantes no les importó provocar y ofender a los demás que no compartían sus ideas o sus candidatos. A otros les resultó conveniente colocarse en lo alto de la barda para no comprometerse abiertamente, pero la gran mayoría decidió jugársela por el cambio de partido en el poder, con su candidato, sin escuchar las calumnias y las mentiras que los demás le proferían.

Es curiosa la naturaleza humana. Una vez conocidos los resultados y el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador, las actitudes de algunos comenzaron a cambiar, al pasar de ser sus acérrimos enemigos a ser los tolerantes del cambio que se avecina, e incluso a comenzar a reconocer y alabar hasta fervientemente la necesidad de que México se transforme en una sociedad más democrática, más progresista, que permita corregir los errores del pasado, hasta convertirla en una de mayor justicia y equidad, que tienda a revertir la pobreza y la desigualdad.

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Las caras, las expresiones de molestia e incredulidad se fueron diluyendo y transformando durante las últimas cinco semanas, de ser la negación al cambio o la defensa acérrima del mantenimiento de las condiciones cómodas de la explotación, el abuso de poder, el tráfico de influencias y la prepotencia manifiestas, hasta transformarse en que aún los más recalcitrantes enemigos se habían convertido en simpatizantes, partidarios y hasta amigos del nuevo gobierno que iniciará sus funciones el próximo primero de diciembre, pero que desde ahora, a una velocidad inesperada, está transformando los objetivos y el destino de la nación.

En la historia política de los movimientos y cambios sociales siempre aparecen los oportunistas, desde las cúpulas del poder económico hasta los políticos que han hecho sus carreras en el ascenso burocrático, el servilismo, la ambición personal y de grupo, hasta los descarados que buscan colocarse y mantenerse en el sistema sin escrúpulos, sin ideología, sin pasión de servir, pero sí de servirse y así quedar bien en forma cínica con el que llegue, sin importar el pensamiento, la mentalidad, los compromisos con la nación y el pueblo. Es decir, simplemente para aprovecharse de las nuevas circunstancias sin considerar la dignidad o el decoro personal, los cuales en ellos nunca han existido.

López Obrador aparentemente ha abierto las puertas a los arrepentidos, pero no necesariamente los colocará o pedirá que se incorporen en posiciones de mando a las tareas del cambio y la transformación de la economía y la política nacional. El presidente electo ha mencionado la reconciliación como una estrategia de solución de los conflictos pendientes y de aportación de esfuerzos de aquellos que estén dispuestos a contribuir para enriquecer a la sociedad y volver real el bienestar de la mayoría, bajo las nuevas reglas y objetivos que la nación se plantea.

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En los próximos meses y años veremos quiénes verdaderamente están dispuestos a transformar al país con un espíritu de justicia y respeto hacia los demás, sin exigir privilegios ni favores especiales. En ese camino se conocerá a los oportunistas de siempre, así como a los que traigan y aporten nuevas ideas, propuestas, planes y programas para alcanzar lo que el mismo Andrés Manuel ha calificado como la Cuarta Transformación Histórica de México.

Los que estamos convencidos sinceramente del nuevo modelo que el país requiere, aportaremos lo mejor de nuestra experiencia, capacidad y conocimientos para mejorar la realidad y hacer posible la prosperidad económica y social de la población, así como alcanzar las metas de crecimiento y desarrollo con equidad. Siempre al lado del pueblo, de la clase trabajadora y de aquellos grupos e individuos dispuestos a consolidar el futuro de la nación sobre la base del auténtico respeto y amor a México y a los mexicanos.