La comunidad afromexicana respalda el Paro Cívico Nacional que se desarrolla en Buenaventura y Chocó, Colombia, en demanda de agua y otros servicios básicos.
Por Mijane Jiménez Salinas
Mujer afromexicana, presidenta de la Asociación Mano Amiga de la Costa Chica
Regeneración, 24 de mayo de 2017.- Soy mujer afromexicana, originaria de Cuajinicuilapa, Guerrero, México, y desde la distancia escucho el grito de las comunidades afrodescendientes del Pacífico colombiano quienes desde hace 14 días decidieron salir a protestar a las calles del principal puerto de Colombia, Buenaventura.
Este es un paro cívico que responde a la violencia y discriminación estructural que por décadas ha hecho presencia en esta región colombiana; es un grito de resistencia que nos muestra a los demás pueblos negros de las américas que organizados y unidos podemos articular acciones y exigir a los respectivos gobiernos nuestro derecho a una vida digna; nuestro derecho a vivir sin miedo.
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En México el proceso de reconocimiento de los pueblos afromexicanos como sujetos de derecho en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ha sido largo y aún esperamos por “Reconocimiento, Justicia y Desarrollo”; es evidente que el estado mexicano ha hecho caso omiso a los compromisos firmados ante los organismos internacionales. El pueblo afro de México vive en la invisibilizción, pues se desconoce nuestra existencia, lo que ha generado racismo institucional, estructural y jurídico, así como también las posibilidades de desarrollo para nuestra gente. Vivimos en el sueño utópico del reconocimiento constitucional, sin políticas públicas y sin el mínimo reconocimiento a nuestra identidad y existencia.
La situación en Colombia es diferente, desde 1991 los pueblos raizales, palenqueros, negros y afrodescendientes fueron reconocidos en la constitución nacional, pero hoy, en 2017, las condiciones de pobreza, discriminación, expropiación de tierras y violencia no se han modificado.
Buenaventura duro 40 días sin agua; la ciudad vive cercada entre paramilitares, narcotráfico y empresarios que se han apoderado de las regalías del puerto; no hay vías de comunicación, las escuelas son insuficientes, no hay fuentes de trabajo; a pesar de ser una de las ciudades con mayores regalías es una de las más pobres de todo el territorio nacional colombiano.
Es momento de que el mundo sepa que los afrodescendientes estamos unidos, y que desde nuestros espacios apoyamos cada uno de los movimientos surgidos para defender a nuestros pueblos negros. Las calles también son nuestras, que la fuerza de las ancestras y ancestros les reconforte para seguir luchando, son una muestra de que la negritud no tiene por qué sobrevivir, tenemos que bien vivir dignamente, por nuestras niñas y niños, para dejar un mundo mejor del que nosotras y nosotros encontramos, por las y los que están por venir.
Pueblo afrocolombiano del pacífico ¡resiste!
Son una fuente de inspiración para nosotras y nosotros, ¡Guerrero despierta! ¡Oaxaca despierta! ¡Veracruz despierta! ¡Coahuila despierta!
¡México despierta!