En general vemos que, con pocas excepciones, el partido en el poder es el ganador. En la mayoría de los casos es el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y donde gobierna Acción Nacional (PAN) parece suceder lo mismo, que vuelve aganar
. No es casual: el poder se ejerce de varias formas sobre la votación: beneficios a votantes, trabas a opositores, etcétera.
El papel de Morena parece ser muy diferente de un lado a otro. Un extremo es Cuauhtémoc, donde el candidato Ricardo Monreal recibe 10 puntos de ventaja en encuestas de periódicos, aunque un diario pequeño,La Razón, le da una pequeña ventaja al PRD. Su publicidad tiene amplia presencia en la delegación, por los diferentes medios. Esto no se ve en otras delegaciones.
En otras delegaciones, como Iztapalapa, la candidata de Morena tiene popularidad, pero también la del PRD, y diferentes encuestas dan el triunfo a una o a la otra.
En numerosas demarcaciones la presencia de Morena no se nota o se nota muy poco. Y hay otras en las que es difícil una evaluación precisa. Lo claro es que hay casos de fraude muy evidente. Y puede quedar, en otros casos, en tercero o cuarto lugar.
Hay otro elemento que me parece importante. En varias delegaciones, tal vez la mayoría, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), gobernante en el plano federal, no tiene presencia local importante. Queda en tercer lugar o incluso en cuarto en las encuestas. Y es que el equipo electoral aquí no depende del gobierno federal, sino principalmente del local. Por eso el PRI gana más fácilmente donde gobierna, y aquí le va mucho peor. Depende en buena medida de sí mismo.
Con los partidos chicos el trato es totalmente injusto. Lo mismo se trata, por ejemplo, al Partido del Trabajo, que lleva años de existencia y trabajo, que ha construido instalaciones de salud y de educación, que ha organizado colonias urbanas, que a otro partido que se formó de la noche a la mañana. Cuentan los números y ya. Pero no son sólo los números de votos directos, que hasta ahí sería más justo, sino que cuentan lo mismo los sufragios provenientes de una alianza.
Entonces, puede sobrevivir un partidito formado de la noche a la mañana, con 1 por ciento o menos de votos propios, si tiene una alianza que le dé los otros.
Otra injusticia es la del Partido Verde, que puede violar todas las leyes que quiera si en los hechos apoya al gobierno, si es formalmente aliado del PRI en planillas conjuntas. Le perdonan las multas, le rebajan los castigos, lo apapachan y sigue violando las leyes. El PRI no necesita ensuciarse tanto las manos, porque tiene quien lo haga por él.
Ya en el artículo del 5 de abril señalábamos que el organismo oficial es el primero en oficializar fraudes electorales. Acepta y oficializa el regalo masivo, por el gobierno, de televisores antes del día de los comicios
.
También se señaló que tenemos una división de la izquierda y hechos que desacreditan al partido que ha tenido más votos de esta izquierda
.
Hay un movimiento importante que llama a no votar
. Ya hemos dicho que eso sólo favorece al gobierno con menos votos opositores, pero es un movimiento importante.
No debemos olvidar, por las elecciones, la importancia de defender el petróleo, la independencia nacional, la industria eléctrica, los derechos sobre el agua y sobre la tierra y los derechos laborales. El voto debe ser por quienes defiendan estos principios.
Las elecciones deberían eliminar a por lo menos algunos de los partidos microizquierdistas. Después de esta fase debería haber un proceso, si no de reunificación, de coordinación y de formación de un frente. De elaboración de un programa común, no sólo de las agrupaciones de izquierda que asuman una posición correcta, sino sobre todo de organizaciones sociales y de lucha dentro de la ley.