Con Peña Nieto aumentaron 59% las agresiones a comunicadores
De cada 10 ataques, seis los comete una autoridad
En Veracruz 10 periodistas asesinados en el gobierno de Javier Duarte
Regeneración, 20 de marzo de 2014. Cada 26 horas se comete una agresión contra un periodista en México. El año pasado fue el año más violento contra los trabajadores de la información. En coberturas de protestas sociales la organización Artículo 19 documentó 60 ataques a periodistas por fuerzas de seguridad y servidores públicos.
En su informe anual 2013, la organización internacional Artículo 19 señala que mientras el crimen organizado comete homicidios de periodistas, los poderes federales, estatales y municipales tienen otros métodos de intimidación y hostigamiento.
Son los estados de Veracruz, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, donde más violencia se ejerce contra la prensa, seguidos de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Tlaxcala, Baja California, Zacatecas y DF, donde se registraron 34 casos. En el gobierno de Javier Duarte en Veracruz han sido asesinados 10 periodistas.
Dos días antes de la presentación del informe “Disentir en silencio: violencia contra la prensa y criminalización de la protesta, México 2013”, Darío Ramírez, director de Artículo 19, sufrió el allanamiento de su casa y el robo de computadoras y documentos de trabajo. A éste se suman siete incidentes más contra su organización, incluida una amenaza de muerte en abril de 2013.
En la presentación del informe Darío Ramírez y Juan Villoro enumeraron los mecanismos de protección institucional: La Ley para la Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, la Fiscalía Especial para la Atención a Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Ley General de Víctimas. No obstante, advirtieron que las agresiones aumentan y que la impunidad y la negligencia son la regla. Cabe mencionar que, en ocho años, la fiscalía especial no ha emitido una sola sentencia condenatoria.
Si el derecho a la información no se garantiza para la población, se daña gravemente a la democracia. Como dijo el escritor Juan Villoro “la verdad muchas veces descubre zonas de niebla que para muchos debían permanecer así, en la cultura de la opacidad”.
En la línea sutil que separa lo legal de lo ilegal, “no son los criminales consumados, sino los poderes aparentemente legales y negocios aparentemente acreditados los que se sienten amenazados por el trabajo del periodista”, afirmó Villoro, porque “la luz de la verdad es una amenaza para la impunidad”.
La mayor parte de las agresiones y ataques a los periodistas ha sido documentada por las redes sociales que han emergido como el mejor antídoto contra la impunidad, el olvido y la desmemoria. Las voces de protesta no dejan de sentirse cuando se ataca a los periodistas, cuya labor esencial es ser los ojos y oídos de la sociedad. Basta de violencia contra la prensa libre.