Pobladores acuerdan ser “vigilantes de la seguridad y constructores de la paz” en Cuetzalan ante aumento de la delincuencia. En 2 años se cometieron 17 homicidios, 158 robos a casas habitación, tiendas de Diconsa, templos, cooperativas de ahorro, repartidores, pagadores de Prospera, cobradores de CFE. Incluso al palacio municipal. Además, 25 asaltos a transporte público.
Leticia Ánimas
Regeneración, 22 de noviembre de 2016. Cuetzalan, Puebla.- Tras manifestar su hartazgo por el incremento de la violencia y la inseguridad en el municipio de Cuetzalan, pobladores acordaron tomar en sus manos la vigilancia de veredas, caminos, barrios y comunidades y decir “ya basta” a autoridades y delincuentes a quienes denunciaron de actuar en complicidad.
En un mitin en la plaza central, los manifestantes acusaron al alcalde Óscar Paula Cruz de “reunirse con los delincuentes y sus jefes” y de haber dejado de cumplir su responsabilidad de velar por la ciudadanía convirtiéndola en presa fácil de la delincuencia, mientras él mueve “en vehículos blindados y con guardaespaldas”.
En la denominada Marcha por la Paz y la No Violencia que se realizó este sábado a pesar de los pronósticos en contra debido a la copiosa lluvia que cayó en las calles de este Pueblo Mágico, cientos de participantes, a mano alzada, decidieron constituirse en “vigilantes de la seguridad y constructores de la paz” para frenar los robos y asaltos que se han multiplicado y para evitar “responder con violencia” a esta situación.
Consideraron que el municipio atraviesa por una grave situación pues sólo en lo que va de la administración de Paula Cruz se han cometido más de 158 robos, en los que han asesinado a 17 personas y una más fue víctima de secuestro.
Los manifestantes detallaron que de febrero de 2014 a la fecha ha habido “más de 60 robos a casa habitación, seis a tiendas Diconsa, nueve a escuelas, dos a templos, cinco a la cooperativa de ahorro y préstamo, uno de ellos con secuestro de una persona; seis robos del dinero de Prospera.
Además de cuatro atracos a cobradores de luz de la CFE, uno en la presidencia auxiliar de Yohualichan, otro en el Palacio Municipal de Cuetzalan, uno a un cajero automático, 13 asaltos a vehículos repartidores de mercancías, cervezas, alimentos para aves y ganado, distribuidores de pollos y de gas; tres a vendedores de pan, 12 atracos a repartidores de tortillas.
Ha habido 25 asaltos a vehículos de transporte público, de ellos 10 fueron realizados a mano armada y cinco con violencia. Además de que tres personas resultaron heridas y una muerta.
A esto debe sumarse 16 homicidios cometidos en caminos, casas habitación y vehículos en el mismo periodo, explicaron.
“Ya son muchas las víctimas que han sufrido sus maldades: algunos son familiares nuestros, otros son amigos y muchos más fueron o siguen siendo nuestros vecinos”, indicaron.
El pueblo enmudeció al escuchar el recuento y luego se ánimo cuando se les convocó a frenar a la inseguridad ante la omisión del municipio.
“El hartazgo nos puede llevar a que respondamos en forma violenta, antes de que eso suceda los invito a que nos organicemos mejor para prevenir o evitar más delitos. Los invito a que todos nos convirtamos en vigilantes de la seguridad y en constructores de la paz”, dijo uno de los voceros acordado por los dos grupos.
Un hombre al micrófono recordó que los pobladores de Tzicuilan ya pusieron la muestra de que se puede vigilar los barrios, las comunidades, las juntas auxiliares y todos en su conjunto al municipio.
Fue entonces cuando se lanzó la pregunta a los presentes: “¿Estamos dispuestos a volvernos vigilantes de nuestros barrios y nuestras comunidades?, Por favor levanten la mano quiénes estén dispuestos”. La aprobación fue generalizada.
La marcha, un mensaje para los delincuentes
La manifestación también pretendió ser un mensaje para “los delincuentes” de que ya no van a permitir que se metan a sus casas, escuelas o templos para llevarse las pocas cosas de valor que poseen.
Reconocieron que hay algunos factores que parten desde la sociedad han contribuido a esta situación: como la pérdida de valores en las familias, la violencia dentro de ella y el abandono del campo, que debe corregirse.
Pero también, dijeron, la inseguridad se debe al incremento de la emigración, al mayor consumo de drogas, la desaparición de las policías auxiliares, la carencia de empleos y la amenaza de los proyectos extractivos que traen aparejada “la llegada de la delincuencia organizada”.
Los participantes expresaron que si cumplen los acuerdos que tomaron para vigilar su comunidad “sus hijos y nietos” se los agradecerán.