De las cerca de 350 familias que huyeron, sólo 20 han regresado. Pese a la presencia del Ejército el comisario huyó, incluso fue a entregar el bastón de mando al ayuntamiento.
Regeneración, 21 junio 2017.- En el municipio de Chilapa de Álvarez, del estado de Guerrero, unos 800 indígenas nahuas que entre el 6 y 7 de junio huyeron de las comunidades de Ahuihuiyuco, Tetitlán de la Lima, Tepozcuautla y Lodo Grande, debido a la violencia entre Los Ardillos y Los Rojos, que se disputan el cultivo y trasiego de drogas.
Las tierras de cultivo están abandonadas; las chozas, escuelas y casas de salud han cerrado y los animales recorren las calles sin rumbo, esas localidades de la Montaña Baja están desoladas, a pesar de la presencia del Ejército.
En Ahuihuiyuco, los soldados instalaron un retén fuera de la comisaría municipal, pero el comisario huyó, afirmó Manuel Olivares Hernández, del Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón; incluso fue a entregar el bastón de mando al ayuntamiento, precisó.
En este pueblo (Ahuihuiyuco) hay 30 personas desaparecidas, la mayoría nahuas. De las cerca de 350 familias que huyeron, sólo 20 han regresado, comentó.
El mayordomo de la iglesia de Santa María de Guadalupe afirmó que el cura dejó de oficiar misa; apenas vino el domingo un rato y la primaria Narciso Mendoza estaba cerrada.
En el poblado se cuenta la historia de Bernabé Carreto, quien el año pasado buscaba a sus tres hijos desaparecidos. Nunca los encontró y fue ejecutado. La misma suerte corrieron su mujer y dos de sus hijos menores de edad en el camino a Chilapa.
Aunque el número de desplazados varía según la fuente de información, Olivares Hernández asevera que suman aproximadamente 800 familias nahuas.
En Tetitlán de la Lima, abandonado por la mayoría de las 30 familias, un campesino que se dirigía a sus tierras con su familia demandó al gobierno seguridad.
Más adelante en Tepozcuatla, donde el centro de salud está cerrado, lo mismo que la telesecundaria Lázaro Cárdenas. Fuera de la comisaría municipal se instaló una base de operaciones mixtas. Un oficial del Ejército Mexicano recibe a reporteros y al personal del Centro José María Morelos. De las 127 familias que había, sólo 58 se quedaron, dice.
También se fue el primer comisario y sólo el segundo regresó. Estamos haciendo recorridos en Tetitlán, Lodo Grande y Tepozcuautla, donde empezó el problema, aunque en Ahuihuiyuco, donde están otros compañeros, es más fuerte, explica el militar.
Agregó que intentaron detener a Fulgencio N, líder de Los Ardillos, pero desde que llegamos no estaba. Aquí tenían dos puntos de observación; en uno de ellos asaltaban a la gente.
En Lodo Grande el panorama es el mismo: casas abandonadas, animales hambrientos y la escuela cerrada. Ahí, una familia que labraba sus tierras era protegida por al menos cuatro soldados.
Con información de La Jornada