Por Fabiola Rocha
Regeneración 27 de agosto 2016.- Recuerdo, como un sueño, el fin de semana en el que decidí que quería ser poliamorosa.
En 2011, fui a un taller de performance organizado por el Instituto de Cultura de Acapulco; apliqué para entrar porque conozco el trabajo del grupo encargado del taller, una organización artística internacional que hace performance art principalmente: La Pocha Nostra quienes trabajan para trascender conceptos como fronteras, raza, género y brechas generacionales, como dice en su página de internet.
“Nuestro común denominador es el deseo de retar y borrar las peligrosas barreras entre el arte y la política, la teoría y la práctica, el artista y el espectador, el mentor y el aprendiz, el cuerpo y las pesadillas culturales. Nos esforzamos para erradicar mitos de pureza y disolver las barreras rodeando la cultura, la etnia, el género, el lenguaje, el poder y el oficio. Tristemente, en este punto del tiempo, esto aún es considerado actos radicales”.
En aquellos días estaba bastante interesada en el trabajo de grupo y obviamente quería ir al taller, así que hice la solicitud y afortunadamente fui seleccionada.
El taller duró una semana. Para la graduación, los instructores: Dani D’Emilia y Saul Garcia Lopez, orgnanizaron una gran fiesta con todos los participantes, 15 en total.
Habíamos estado juntos una semana entera, haciendo ejercicios de confianza, tocándonos, conociéndonos, viéndonos, hablando entre nosotros, haciendo confesiones. Y al final de aquella semana, no éramos amigos, pero de alguna manera, nos queríamos.
Yo sentía mucho amor y admiración por mis compañeros, tanto que con un par de cervezas en mi sistema, me encontré besando a todos mis nuevos amigos.
No éramos individuos, éramos un cuerpo gigante de 15 personas que se tocaba y besaba sin prejuicios, pena o culpa.
Aquel día descubrí el placer de ser amada y me di cuenta que no era necesario amar a una sola persona: podía estar enamorada de 15 personas… y ellos me querían.
No importa que sólo estuviéramos juntos una semana, amé ese momento y lo recuerdo como si fuera ayer.
Después entendí que los territorios del arte también son territorios de amor, y eso, en aquel contexto de creatividad y creación, inmersa en aquella energía, me hizo sentir más libre; entonces determiné amar a todas las personas que quiero amar, en entera libertad y sinceridad
Todavía estoy en la lucha: vivo en una sociedad que quiere aplastar todas las manifestaciones libres de amor, y no es fácil sobrepasar mis propios prejuicios y la forma en que fui educada, pero estoy tratando.