La publicación británica menciona que el cinismo de EPN ha beneficiado al excandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Regeneración, 23 de enero de 2015.-La revista, The Economist, señaló que los últimos escándalos de Peña Nieto con el Grupo Higa y la familia San Román, han sido capitalizados por el dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador.
“El gobierno está manchado por el escándalo”, dice la publicación. Recuerda el caso de los 43 normalistas, y recuerda la “casa blanca” de Angélica Rivera, Primera Dama; la casa de Malinalco que el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, compró a Grupo Higa en octubre de 2012 (de 850 metros cuadrados, ubicada en un club de golf en Malinalco, Estado de México y que costó 7.5 millones de pesos).
También habla de la cancelación del tren de Alta Velocidad México-Querétaro, que tendría un costo de 50 mil 820 millones 264 mil 042 pesos brutos.
Y “la última vergüenza” –menciona–: la casa de Peña en Ixtapan de la Sal.
“En noviembre, el gobierno canceló abruptamente un contrato de 3.7 mil millones para un tren de alta velocidad adjudicado a un consorcio que incluye a Grupo Higa. Días más tarde se supo que la palaciega casa privada del Presidente había sido comprada con una gran hipoteca concedida a la Primera Dama [Angélica Rivera] por el mismo grupo”.
La revista dice que tanto Peña como el señor Videgaray insisten en que no han hecho nada ilegal. “Se están perdiendo el punto. En las democracias modernas, a cuyas filas México aspira a ingresar, rascarse las espaldas mutuamente, como parecen haber hecho con Grupo Higa, es visto como un comportamiento inaceptable”.
The Economist agrega: “Si se toman en serio la lucha contra la corrupción y los conflictos de intereses, los líderes políticos de México podrían mirar a Brasil. Petrobras, la petrolera estatal de Brasil, está envuelto en un escándalo mucho más grande que involucra sobornos de quizás 4 mil millones en la última década. Los fiscales creen que gran parte del dinero fue para el gobernante Partido de los Trabajadores y sus aliados de gobierno. La Presidenta, Dilma Rousseff, presidió el directorio de Petrobras durante gran parte de este período”.
“Gracias a fiscales feroces y a tribunales independientes, y una nueva, dura ley contra el soborno, los brasileños pueden estar seguros de que el delito de Petrobras será investigado y castigado, incluso si el camino lleva a la propia Rousseff. En 1992, un Presidente brasileño fue sometido a juicio político por corrupción; más recientemente, varios ministros se han visto obligados a dimitir por contratos dudosos o nexos poco éticos con empresas privadas. Decenas de directivos de empresas de construcción bajo contrato con Petrobras se enfrentan a cargos criminales”, recuerda la revista.
(Sin Embargo)