Los mexicanos deportados narraron que recibieron trato de criminales y sufrieron largas horas esposados además de haber sido objeto de vejaciones e insultos en las cárceles de Estados Unidos.
Regeneración, 08 febrero 2017.- El día de ayer, llegaron en un vuelo a la Ciudad de México, mexicanos deportados que estuvieron por meses y hasta años en prisiones de Estados Unidos, se encontraban preocupados por la situación de sus familias que se quedaron en el país vecino.
Los compatriotas deportados sufrieron largas horas esposados o sido objeto de vejaciones e insultos en Estados Unidos. Se veían cansadísimos. Habían esperado su deportación entre diferentes estancias (cárceles) migratorias, casi siempre lejos de donde fueron detenidos.
Rodeados por la prensa, no articulaban a contar de inmediato su historia, algunos contaban su encuentro con Peña a partir de su historia, expectativas, frustración.
‘‘Aquí no hay trabajo, por eso me fui’’. ‘‘Espero que cumpla el Presidente lo que nos ofreció’’. ‘‘No le puse atención al Presidente. La verdad yo no le creo todo lo que dice’’, respondían.
En un comunicado distribuido por la Presidencia sobre el encuentro entre Peña y los deportados, se consignan los testimonios de Samuel Morales, Aarón Silva y Pedro Santos.
Silva dijo haber recibido allá ‘‘trato de criminal’’ y todo por intentar tramitar una licencia de conducir. Santos aseguró que ya no quiere irse ‘‘para el otro lado; es una experiencia muy fea que se vive allá’’.
Pedro Vázquez, de 38 años, contó a la prensa que fue arrestado el 12 de diciembre en Atlanta, Georgia. Lo detuvieron por manejar sin licencia ni seguro. Pasó más de un mes en una cárcel de Irwin y después lo trasladaron a El Paso.
Con 20 años fuera de México, originario de Pachuca, dijo no saber qué hará ahora. En ese momento sólo pensaba en salir del aeropuerto. En Denver dejó a su esposa y le prometió regresar. Para eso verá cómo reunir los 5 mil dólares que, calcula, le costaría entrar de nuevo a Estados Unidos. ‘‘Tengo que ir por ella, ni modo que la deje allá’’.
Dijo que ‘‘allá (EU) eso no es vida. Allá es trabajar todo el tiempo. Si no trabajas, no pagas renta ni teléfono, aseguranza, ni cuentas… pero a pesar de eso, siempre vives mejor que aquí’’.
Ramón Barajas, de Tamazula, Jalisco, vivía en Colorado con su esposa y cuatro hijos. Fue detenido al momento de tramitar su licencia de conducir. Es la segunda vez que lo deportan. Estuvo 18 años en Estados Unidos, dijo estar triste por su esposa e hijos, pero feliz de regresar a su país y ver de nuevo a su familia. No omite contar cómo, al ser trasladado a Texas, las autoridades de allá lo trataron ‘‘como a un criminal’’. Lo esposaron de pies y manos. ‘‘Por eso prefiero estar aquí libre que preso allá’’.
Todos, aseguraron haberse ido de México ‘por la escasez de trabajo y por los bajos sueldos: “lo que ganas aquí comparado con lo que ganas en dólares es mucha diferencia”, afirmaron.
En el aeropuerto internacional de la Ciudad de México acudieron a recibirlos pocos familiares, también algunas ONG y trabajadores del Programa Seguro de Desempleo de la Secretaría del Trabajo de la Ciudad de México. Están ahí siempre, a la llegada de cada vuelo para ofrecer ayuda aunque no pocas veces los paisanos, con su tristeza, frustración y dolor a cuestas los dejen con un palmo de narices.
Con información de Jessica Xantomila y La Jornada