Llegue quien llegue a la Casa Blanca, ya está determinado por los aparatos de inteligencia, corporaciones, los bancos, el capital y aspiraciones militares
Por Gonzalo Gabriel Ballesteros
Regeneración, 07 noviembre 2016.- El problema no es Trump ni Clinton, el problema creo que radica en la hegemonía de éste y otros centros de poder, el sistema económico que predomina, las formas de poder tan distintas que se ejercen, pero la cuestión aquí principalmente es, ¿qué estamos haciendo para transformar todo esto?, ¿qué alternativas estamos pensando?, ¿cómo le podemos dar la vuelta a todo esto que no es nada fácil y es demasiado lento?
Se puede dar una visión de cómo será Clinton o Trump y este mundo, porque es claro que muchas cosas no cambiarán radicalmente: en el sistema económico seguiremos viviendo en crisis en diferentes escalas, seguiremos viendo la constante depredación de los capitales extranjeros en lugares y zonas como las mineras o la facturación hidráulica; la volatilidad del sistema financiero; en la política exterior habrá cambios pero no de manera sustancial, quizá podríamos ver una política exterior más violenta o predispuesta al conflicto o presencia militar; se hará más visible la guerra y la competencia por los recursos y seguiremos viviendo en un mundo que, frente al cambio climático, las estrategias den sólo paso a diseños geoestratégicos en beneficio de los intereses militares y del capital.
En relación con América Latina, no descansarán, porque nunca lo han hecho, en ver que cada gobierno de la región esté supeditado o sea ‘pro-US’, con todo lo que esto implica, como el apoderamiento de los recursos naturales y el fomento de las cadenas de la dependencia y la supeditación.
¿Entonces qué se puede hacer frente a esto?
Creo que la discusión y el diálogo de las organizaciones, de los colectivos, de los pueblos, la academia, los partidos políticos y de la gente en general debe concentrarse en esto y en las estrategias para la transformación. En sí, esto se ha venido poniendo en práctica, y sobre ello hay excelentes enseñanzas en estos últimos 30 años, de gobiernos y pueblos a nivel global que están tratando de dar la vuelta. Pero ha resultado más difícil de lo esperado, por lo que no debe de tomarse como fracaso, sino material de enseñanza para ajustar, cambiar o transformar totalmente las estrategias.
Si uno ve distintos informes del gobierno estadounidense, ya sea en materia de cambio climático, de defensa o en materia económico-financiera, uno podrá ver claramente que ellos nos piensan constantemente de aquí a 50 ó 100 años, en su frenesí de querer controlarlo todo en el nombre de su Seguridad Nacional. Esto debe despertar otro tipo de análisis que ayude a crear constantemente nuevas alternativas porque, el que ellos no descansen en inmiscuirse en cada uno de los poros de la vida social, nos da a nosotros una gama muy amplia de qué es lo que se debe de discutir, planificar y transformar.
Hace ya un par de años en mis clases de geopolítica el profesor hizo un asombroso comentario ante un mundo como el antes descrito: «no existen los determinismos, al contrario, todos los espacios se construyen y se transforman». Creo que es aquí, exactamente, el punto que nos da esperanza para el cambio y para dejar de pensar que este negocio electoral estadounidense pueda determinar o no el rumbo del mundo. No son en sí las elecciones, o uno u otro candidato, lo que determine totalmente las decisiones de ésta y otras naciones, el asunto es más complejo.
Sin duda se puede hacer una lectura, o doble lectura, de los discursos de los candidatos y sus intenciones, pero lo que harán, llegue quien llegue a la Casa Blanca, ya está semi determinado por los aparatos de inteligencia, las corporaciones, los bancos, el capital y por las aspiraciones militares, todas están imbricadas a las motivaciones políticas de esta República Pragmática y su Presidencia Imperial.