Por: Marco Dávila | Rebelión
¿Quién piensa que en Estados Unidos, el país más avanzado capitalistamente hablando, es posible la existencia de una corporación cuyo servicio sea bueno, bonito y hasta gratis? ¿Qué es lo que hace que Facebook cuente con una enorme riqueza de miles de millones de dólares –150 billones a la fecha?
La entrada al siglo XXI de las llamadas redes sociales, como Facebook —una empresa que logró en pocos años lo que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) no logró en decenas de años, ingresar a cientos de millones de mentes—, actualmente la más popular del mundo, con más de un billón de usuarios, está revolucionado la forma de pensar y se ha convertido en una necesidad para millones de gentes alrededor del mundo.
Hace dos años el fundador de Wikileaks, Julian Assange, decía que si tienes una cuenta de Gmail, una cuenta de Facebook o un Blackberry, prácticamente ya te fregaste. Lo que quiso decir fue que las redes sociales, en realidad son algo más que redes sociales. Para los más suspicaces, Facebook, más allá de ser una red social, es un “servicio de inteligencia que se sirve de cada huella dejada por los usuarios para hacer dinero con ellas”, es un “proyecto de la CIA”, es un “predador de datos”, es una “aspiradora universal de publicidad”, es un “traga-datos planetario”, es “¡el sueño de los espías!”, es “la máquina de espionaje más terrible del mundo, jamás inventada”…
La intimidad del usuario es lo que le da su enorme riqueza, entre más saben sobre él, más dinero pueden hacer. La gente le ofrece a Facebook sus datos y le da su confianza, ellos a cambio le dejan ser parte y disfrutar de todos sus beneficios. El usuario puede socializar, tranquila y felizmente y, mientras tanto, Facebook venderá sus datos personales, los almacenará y los convertirá en ganancia, sacándole jugo monetario a la vida privada de millones.
Sin duda, Facebook funciona como un medio de intercambio de información: sirve como una plataforma en donde activistas y organizaciones progresistas muchas veces tienen gran peso e influencia, sirve como un sitio donde sociedades enteras se entretienen y se entrelazan unos con otros; de ahí el usuario toma sus noticias, se reencuentra con sus seres queridos, expresa sus gustos, sus frustraciones, sus emociones, sus posiciones políticas…
Al mismo tiempo, el planeta corre peligro de ir perdiendo terreno en cuanto a privacidad y libertades reales se refiere. Se corre peligro de ir convirtiendo a la persona en simple producto, peligro de que las formas de pensar estén siendo moldeadas por máquinas —individualistas en su esencia, con claroscuros en su origen—, cuyo interés primordial es hacer dinero.
Bueno, bonito y hasta gratis. Demasiada belleza para ser cierto.