En Costa Rica al menos 200.000 jóvenes llevan una vida social vegetativa, es decir, que ni trabajan ni estudian, según reflejan recientes investigaciones.
Algunos recurren a las drogas y al alcohol para ahogar su aburrimiento, un camino que conduce a la mayoría de ellos a unirse a grupos del crimen organizado.
Los así denominados ‘ninis’ no tienen el hábito de la lectura, ven mucha televisión, pasan horas jugando a videojuegos y se conforman con tan solo satisfacer las necesidades fisiológicas más mínimas.
La gran mayoría de jóvenes ‘ninis’ vive en un barrio pobre y peligroso. Los psicólogos explican que las condiciones familiares en que se desarrollan podría ser el factor clave del curso que dan a sus vidas, tomando en cuenta que sus padres incumplen su deber de guiar y motivar a sus hijos.
«Yo creo que de alguna manera son jóvenes que necesitan fuerza y apoderamiento para volver a creer en sí mismos, porque en todo lo que han estado es vergüenza por el barrio en el que viven, les da vergüenza decir de dónde vienen porque los apartan, vergüenza de tener lo mínimo para ser parte, para sentirse dentro de una sociedad, entonces lo que hacen es juntarse, como los adolescentes lo hacen, pero no necesariamente para cosas más positivas», comentó la psicóloga Etty Kauffmann.
Pero hay quienes logran romper las cercas. Sander Reyes, quien logró ser el mejor promedio de su escuela y encontrar un empleo en una empresa jurídica, pese al ambiente hostil de su barrio, La Carpio, a donde, según nos contaron, hasta los policías tienen miedo de entrar.
Sander asegura que la voluntad es lo primordial en casos como el suyo.
«Entonces ellos me dicen que vamos, pero yo que no, yo necesito superarme, me decían: ‘salimos’, y yo: ‘toca estudiar, voy un rato pero después me vengo’. Y me deсían: ‘Sander para qué dedicas tanto tiempo al estudio, de qué te sirve’. Y yo ‘es que quiero superarme, no quiero ser la persona de bajos recursos’. Siento que eso te ayuda mucho», contó Sander.
Pero muchos sí que se rinden ante la tentación de olvidar su aburrimiento en el alcohol o en las drogas.
Además los ‘ninis’ con frecuencia pueden ser presas del crimen organizado, generando un alza en las tasas de delincuencia juvenil en el país.
«Estuve en un grupo hace poco, no mucho, hace un mes, me aparté gracias a Dios de un grupo que, no puedo decir el nombre, creo que el grupo más pesado que hay en ese momento aquí en Carpio, con ellos he hecho cosas que han quitado la paz de muchas personas, es un grupo bastante severo, creo que me aparté en un buen tiempo», relató un ‘nini’, Yozser Guevara Campos.
El Estado, a través de diversos programas, intenta generar empleos para estos jóvenes.
Pero el hábito de sobrevivir con lo básico puede tenderle trampas a los más desprevenidos a la hora de buscar un empleo, según explican los expertos.
«No es que no quieran, es que realmente no tienen las habilidades sociales para entrar en esa exigencia que tiene el trabajo, no han tenido eso nunca, no lo han tenido de niños, las comidas han sido cuando ha habido, a la escuela han ido o no han ido independientemente de si los mandaban o no, al colegio se han salido y han vuelto a entrar, no han entrado, digamos, en una lógica social igual a la nuestra, están en su propio código», explicó Etty Kauffmann.
Sea por la apatía que sienten por su propia vida o sea por las condiciones familiares que los rodean, lo cierto es que muchos jóvenes desean postergar su adultez.
Y aunque esa vida pasiva en apariencia sea cómoda para ellos, muchos creen que es su propia irresponsabilidad la que no solo no les permite madurar, sino que frena el crecimiento económico y social del país.
Información. RT