RegeneraciónMx.- Era muy niña pero lo recuerdo como si fuera ayer, mi madre y yo habíamos abordado el tren en la estación Buenavista rumbo a Orizaba, arrullada por el vaivén de ese “caballo de acero”, miraba embelesada por la ventanilla como el paisaje parecía caminar ante mis ojos sin poder alcanzarme, luego de varias paradas en las que aprovechamos para comer y comprar artesanías, mamá repetía orgullosa que mi abuelo había sido ferrocarrilero, labor que amo y respetó incluso más allá de su jubilación y hasta sus muerte.
En Maltrata el tren iba lento, había un despeñadero y recuerdo subir y bajar la cabeza por la ventanilla, presa de la emoción y el miedo. ¿nos vamos a caer, mama? Y mi madre sonreía y negaba con la cabeza. El tren es seguro, estaremos bien, respondió.
Llegamos a Orizaba, a las afueras del pueblo y muy cerca de las vías del tren estaba nuestro destino, la casa de los compadres de mi madre, una colorida cabaña de madera llena de flores, la cabaña estaba hecha de tablones rústicos, los pisos y camas los cubrían pieles de oveja y vaca, todo hecho con las manos de nuestro anfitrión. Los dueños, dos ancianos que para mí tenían mil años nos ofrecieron lo mejor que tenían, su casa, un plato de frijoles que sabían a gloria y atole de masa. Fue un viaje de cuento, con unos anfitriones y una cabaña también de cuento.
Por la noche, encendieron los quinqués hasta que me llevaron a dormir, la cabaña se iluminaba parcialmente y se mecía al compas del tren que cada tanto pasaba con su rugir y su silbato que lejos de asustarme me arrulló al sentirme protegida por esa mole de acero, imaginaba que era un enorme guardián que a cada tanto iba a vigilar nuestro descanso. Nunca volvimos, pero la cabaña y sobre todo el potente tren quedaron entre mis recuerdos infantiles mas preciados.
Volví varias veces a la estación Buenavista siendo mayor y con objeto de pequeños viajes de placer hasta que en 1999 la estación fue oficialmente cerrada. Recuerdo que lloré y me enfurecí. Ferrocarriles se había vuelto parte del botín de privatizaciones alegando la obsolescencia del transporte y la inminente modernidad a la que el país se enfrentaba. No habría más transporte de pasajeros y el que quedaba desde la capital sería de carga, y fue propiedad de “Kansas City Southern”, constituyendo Ferromex y Ferrosur y solo dejaron dos vías turísticas de pasajeros: “EL Chepe” y el “Tequila express” y ninguno alcanzaba a la colorida cabaña de mi infancia.
Para ese entonces ya había tenido oportunidad de viajar y ver que en otros países, el transporte ferroviario estaba en auge, las pesadas máquinas habían sido reemplazadas por unas más ligeras, más veloces y silenciosas, pero también imponentes. La mentira era clara, el saqueo y la venta de ferrocarriles que inició Ernesto Zedillo, entonces ocupante de la silla presidencial, iba poco a poco y lentamente carcomió casas, terrenos, medios de comunicación y todo lo que se encontrara a su paso y a través de los sexenios posteriores se perpetuó el despojo de nuestros bienes para beneficio de unos cuantos.
Con el sexenio de Peña Nieto, se llegó a decir que se construirían líneas ferroviarias de pasajeros: la México-Querétaro y otra en Yucatán, pero también fue mentira. Alegando crisis en los precios del petróleo, el proyecto quedó en letra muerta y del presupuesto destinado para el proyecto nunca se supo su destino final. De las líneas férreas nacionalizadas por Lázaro Cárdenas entre 1929 y 1937 no quedaba nada y el sueño de una patria nuestra apenas había durado 60 años.
Diciembre del 2021.
Ver al presidente recorrer el camino a Santa Lucia en tren despertó aquellos recuerdos, el Tren Maya, el Interurbano y el Suburbano volverán a mover a los mexicanos a través de esos románticos rieles desde donde disfrutas el camino sin prisas porque el mundo también se mueve en tren. Sé que no encontraré aquella cabaña de madera y hoy, mis ojos no se llenan de lágrimas sino de orgullo al ver que, aun teniendo a una facción de poderosos intereses en contra, las obras se hacen, los presupuestos no se pierden, y poco a poco, se recupera el México de mi infancia convertido en moderna patria. Aquel tren me lo quitaron, pero hoy me entregan uno bueno, limpio, honesto y sobre todo, de los mexicanos.
Cuando dijeron que el recorrido en Santa Lucia era un montaje pensé: “montaje fue cuando nos quitaron tierras y transportes en pos de una supuesta modernidad; cuando arrancaban obras para justificar presupuestos; cuando despojaron a pobladores que defendían sus tierras y los masacraron para construir un aeropuerto que jamás serviría”.
Los medios dicen lo que les ordenan y en todos esos casos, el disfraz estuvo ahí.
Poco a poco nos están devolviendo un país que creímos perdido y eso habría que aplaudirlo de pie.
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