Gustavo Leal F/ La jornada.*
Sin atreverse a reconocer que los desafíos financieros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) derivan de la ley Zedillo, que en 1995 lo despojó de sus recursos pensionarios –que suman en las Afore 2.4 billones de pesos–, Carlos Treviño, director de finanzas, estima que su viabilidad dependerá solamente de lo que el organismo haga, toda vez que en la reforma hacendaria quedaron fuera modificaciones a las cuotas patronales que contribuirían con mayores ingresos. ¿Qué puede hacer el IMSS en su soledad?
De acuerdo con Treviño –como reiteró el director general, José Antonio González Anaya–, al problema del régimen de jubilaciones y pensiones de sus trabajadoresse le puso final hace tiempo. Dejó de crecer, estima, porque la pensión de todos los empleados nuevos no va a gravitar en las finanzas del IMSS, ni de ahorita ni del futuro. ¿Cuál es su nueva oferta?
Treviño busca un mecanismo para poder retener ese talento o retrasar la jubilación. “¿Qué pasa –se pregunta– si yo retengo el talento de un doctor que tiene grandes capacidades? Pues ganan los derechohabientes y también las finanzas del instituto. En vez de pagar la pensión de esa persona y contratar a un nuevo médico, me ahorro ese doble pago”. Además, la incorporación al esquema sería voluntaria. También asume que nunca va a llegar un momento en el que el instituto sea inviable financieramente ( Reforma, 3/7/14).
Avalado por el ex director Daniel Karam, en reunión del consejo técnico del IMSS realizada en agosto 2010, Eduardo González Pier –actual subsecretario de Integración y Desarrollo del Sector Salud y entonces responsable del cargo que desempeña Treviño– manifestaba que hay una muy alta probabilidad de que el instituto no tenga para pagar sus nóminas a finales de 2012 o principios de 2013.
En la reunión el IMSS puso sobre la mesa la liquidación de 319 mil trabajadores y su recontratación para ahorrar pensiones, así como la depuración de la nómina activa y de jubilados para disminuir su costo. González Pier añadió: no omito recordar que la opción más drástica, aunque muy difícil, es liquidar a los 319 mil trabajadores, cláusula 56, que es la que da 150 días más 50 por año. Cuesta 152 mil millones de pesos. Y precisó: por ejemplo, las viudas que ya no son viudas o huérfanos que ya tienen más de 25 años (¡sic!) Es absurdo que se retiren cirujanos de 55 años de edad.
O, empleando el cortoplacista lenguaje de Manuel Molano, director general adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco): el IMSS requiere de una reingeniería que repiense su modelo y que incluya al sindicato como causante de parte de los pasivos. El instituto, pontifica Molano, se ha convertido en un impuesto puro, en un impuesto a la formalidad económica. Sería un retroceso competitivo importante para las empresas la aprobación de la reforma a la ley para homologar las bases de cálculo de las contribuciones al IMSS con las del ISR, porque los patrones actualmente ya cargan con costos de aseguramiento social de los trabajadores. La aprobación aumentaría la informalidad: volvería al IMSS una institución muy costosa para los patrones.
Para Molano no hay vuelta de hoja: es el propio esquema de contribuciones al instituto lo que ha generado la informalidad en las relaciones laborales. El IMSS tiene un cierto costo que es el que se paga por cada trabajador, pero con un beneficio incierto. Se deben encontrar maneras mucho más ingeniosas que la fórmula de aportaciones tripartitas. Más bien vamos pensando en la universalización del sistema.
En 2010 el Imco hizo un cálculo de qué ocurriría si no se universaliza la salud. Según Molano, lo que sucede es que el presupuesto integrado (Seguro Popular, IMSS, Issste e Issfam) crece a tasas de 7 u 8 por ciento anual: si en 2010 ya representaba 7 por ciento del PIB, a lo mejor ahorita ya traes otro punto adicional del PIB, y en una década se convierte en un problema de 17 puntos porcentuales del PIB.
¿Y cómo se universaliza? Según Molano, lo siguiente que tiene que ocurrir en el IMSS es una clara separación entre las áreas que operan servicios médicos y las que financian y aseguran, ya que son dos funciones diferentes y en las que se genera un importante conflicto de intereses. También se necesita adelgazar la estructura del instituto, trabajar de manera muy profunda en la subrogación de los servicios, y revisar su conexión con el sector privado, ya que muchos médicos del IMSS tienen prácticas privadas por la tarde que son financieramente muy exitosas. El IMSS es una institución demasiado grande para fallar; no puedes declarar la quiebra del IMSS porque ni siquiera es jurídicamente factible. Se trata de cambiar el modelo de negocio.
En suma: después de la reforma laboral (noviembre de 2012) y sus nuevos tipos de contratación con que Enrique Peña Nieto alejó la posibilidad de casi cualquier seguridad social para los jóvenes, la alternativa del Imco es esa universalización vía protección social mínima: la pensión universal de mil 92 pesos (en el año 2026) y el falso seguro de desempleo financiado con los propios fondos de vivienda de los trabajadores. Éste es piso (¿o sótano?) básico que prescribe la Organización Internacional del Trabajo-Latinoamérica.
Lo que seguía es, como quiso y no pudo la secretaria Mercedes Juan, degradar sólo a paquetes esenciales el nuevo derecho a la salud, empatándolo con los derechos mínimos en pensiones y desempleo universales. ¿Y las jubilaciones-IMSS?
México, Regeneración, 11 de abril del 2015. Fuente: La Jornada Foto: LaVozdeDurango*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco