Regeneración, 31 de julio 2014.-El ciudadano europeo laico se sienta cómodamente frente al televisor, o a leer el periódico, viendo las noticias que llegan de Gaza y del resto de los territorios palestinos ocupados. Siente cierta lástima, al final hay muchas víctimas mortales (más de 500 civiles de la población de Gaza en el momento de escribir este post). Pero quizá no sienta dolor, al fin y al cabo las bombas y los misiles no le caen encima, y esos tanques israelíes no se mueven por su terreno ni apuntan con sus cañones a su casa.
Israel, como siempre, ataca a otro al que se le ve lejano, del que no se conoce su rostro y que forma parte, en cualquier caso, de una población rara. Es una población que parece fundamentalista, con códigos culturales y sociales diferentes a los de los europeos laicos y modernos. Los israelíes, en cambio, resultan más cercanos.
No, querido ciudadano europeo laico, Israel te ataca a ti también al tiempo que mata a muchas mujeres y niños palestinos.
Te ataca recordándote que eres cómplice, y que tus políticos y tu civilización no se sintieron cómodos con una comunidad religiosa presente en el seno de la Europa cristiana del siglo XIX y comienzos del XX. Por lo que decidieron mantener la pureza cristiana de esa vieja Europa, trasladando a esa comunidad al territorio de otro pueblo, allá lejos.
Te ataca porque te recuerda que para limpiar la conciencia europea por los crímenes cometidos por esta civilización durante la Segunda Guerra Mundial, que mató a millones de judíos en el Holocausto, debes apoyarle. Un chantaje particular: limpia tu conciencia de los crímenes cometidos en la Segunda Guerra Mundial apoyando siempre a este Estado israelí artificial, surgido de la nada e implantado en otra tierra que ya tenía un pueblo compuesto por todas las religiones.
Te ataca recordándote, mientras te hace un gesto de burla, que a pesar de ser un laico moderno, eres su socio político y económico, y mantienes muchos vínculos con un Estado religioso y racista. Me dirás que dentro de las fronteras de este Estado hay 1.300.000 palestinos árabes cristianos y musulmanes. Tú, los israelíes y yo sabemos muy bien que se trata de aquellos con los que no pudo acabar el Estado racista sionista y permanecieron en sus tierras, en su país, a pesar de todas las masacres llevadas a cabo desde 1948 hasta hoy. Y su presencia no mancha la naturaleza judía y sionista de este Estado.
Te ataca porque te demuestra que eres un mentiroso cuando dices que el respeto de los Estados a los derechos humanos es la base de cualquier colaboración, demostrándote que mata a la población civil usando armas en cuya fabricación y con tu dinero has participado. Recordándote, con el mismo gesto de burla de antes: «Tú me plantaste aquí para proteger de cerca tus intereses en una zona muy importante después de que ya no pudieras seguir colonizándola de la manera tradicional».
Te ataca diciendo: «Mira, es verdad que soy un Estado para judíos, un Estado racista, pero soy capaz de fabricar mi enemigo religioso y racista, y alimentar un odio racial y religioso contra mí». Y hacer que las voces laicas, progresistas y no religiosas sean cada vez mas débiles en las filas del enemigo. Y tú no podrás quejarte salvo usando frases muy generales contra «el conflicto entre religiones». Si dices algo más te acusaré de «antisemita» y ganaré cualquier batalla mediática en tu contra.
Te ataca diciendo que eres socio de estos crímenes continuos, racistas contra la humanidad porque los miras y no actúas en su contra.
Israel te ataca y ataca a los palestinos y los asesina. Pero al menos los palestinos saben por qué mueren desde 1948 hasta hoy, e Israel no es capaz de poner en duda las bases morales y éticas de un pueblo que intenta permanecer y resistir en su tierra.
Basel Ramsis es realizador y productor de cine