Javier Sicilia convirtió el ‘amor’ en odio y decidió hacer comparativos carentes de fundamento en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por Beatriz Aldaco
RegeneraciónMx, 21 de diciembre de 2021.- Del dolor más grande que puede soportar un ser humano, Javier Sicilia extrajo, aparentemente, amor. Siempre he dicho que es difícil juzgar los sentimientos y las acciones derivadas del sufrimiento, sobre todo cuando éste es atroz. ¿Quiénes somos para hacerlo si no nos ha ocurrido lo mismo que al sufriente, y aun cuando así lo fuera? Sin embargo, la responsabilidad de lo que se dice y se hace aun en medio de ese dolor, no se puede ni se debe eludir. Y Javier Sicilia no es la excepción, con esa mudanza del amor al odio que lo ha llevado a algo tan absurdo y carente de fundamento como a comparar al presidente Andrés Manuel López Obrador con Adolfo Hitler (artículo ‘En el espejo de Hitler’, revista Proceso, 13 de diciembre de 2021).
Ojalá Sicilia respetara la palabra. No sólo ha perdido la veneración a ese recurso fundamental de su oficio poético y periodístico, sino que traiciona lo que algún día pudo haber habido de pensamiento crítico en sus análisis de la realidad social y política, y desdeña, además, los más elementales conocimientos de historia.
1.- ¿Cómo compone Sicilia sus absurdos comparativos? Desatendiendo el más básico sentido del rigor soslayando preguntas fundamentales que como periodista debe conocer y ejercer: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué.
En el caso de la masa hitleriana y “la masa” mexicana, Sicilia se centra en la apariencia de las formas y desdeña la prioridad de los contenidos; forma no siempre es fondo, o bien, la fórmula no es tan simple como él, tramposamente, lo quiere hacer aparecer. ¿De QUÉ masa se trata?: de una masa alemana sometida a los medios de comunicación centralizados en la propaganda nazi A FAVOR, por supuesto, de Hitler, VS una “masa” mexicana desencantada y alejada de los grandes medios de comunicación controlados por los poderes fácticos, que trabajan EN CONTRA del presidente.
¿De QUÉ masa se trata?: de una masa alemana sometida a los medios de comunicación centralizados en la propaganda nazi A FAVOR, por supuesto, de Hitler, VS una “masa” mexicana desencantada y alejada de los grandes medios de comunicación controlados por los poderes fácticos, que trabajan EN CONTRA del presidente.
¿QUIÉN?: Una masa compuesta por hombres y mujeres, dominada y mediatizada por un férreo aparato de propaganda encabezado por Joseph Goebbels, VS millones de ciudadanos en contacto DIRECTO con el líder, que coinciden con él en la urgencia de solventar problemas como la pobreza y la corrupción.
¿PARA QUÉ?: Una masa que es utilizada para instaurar un régimen cimentado en la supremacía racial aria, VS una “masa” que está a favor del nuevo gobierno en gran medida porque, en oposición al caso alemán, incluye por primera vez en su concepción y sus programas a todas las razas, pueblos y grupos sociales.
2.- Un trasnochado Sicilia anclado en un discurso teórico rebasado en sus significados y terminología, desde una supuesta y ridícula superioridad que se autoconfiere, quizá, por escribir en Proceso, ese medio que reporta cada vez más destellos goebbeleanos, y ser “poeta”, ofende, como es común entre ciertos sectores de la oposición, al pueblo mexicano denominándolo “masa”, es decir, entidad amorfa, algo que se manipula, que permite ser atraído y controlado sin ofrecer resistencia alguna porque carece de capacidad para ello.
No se ha dado cuenta todavía la oposición, síntoma de que su capacidad de cálculo e inteligencia están cada vez más mermados (lo que le endilgan erróneamente a la “masa” les ocurre a ellos), de que mientras más se alejan y menosprecian al pueblo, más distantes están de recuperar el poder.
Para Sicilia, la masa, ese ente carente de personalidad, sirve sólo para “acrecentar el poder” del líder, es un medio, no un fin, un recurso, no un conglomerado con necesidades, carencias, aspiraciones, criterio y alma.
La “crítica” de don Javier es la del cuenco vacío, o de la caverna de Platón: se centra en la apariencia de las formas, no en los contenidos, que son los que nos transportan a la esencia de los fenómenos. Los presidentes prianistas también llenaban plazas, pero eso corresponde sólo a la forma, pero ¿cuál era el contenido? Se trataba en general de grupos acarreados cuya presencia era necesaria para intentar legitimar a líderes indefendibles como Calderón y Peña Nieto.
Y todavía más, acusa que en la gran plaza, el zócalo, “su poder (de AMLO) se expresa de manera más intimidante”. ¿Cómo podría defender Sicilia esa aseveración en un debate y no en un monólogo descompuesto como el de su artículo? ¿Intimidante? ¿Sin granaderos, con gente contenta, cantando y bailando siempre?
Para mantener excitada a la masa, dice, “el discurso (de Hitler) debía estar sustentado en el sueño de un gran mañana”. En este caso el parangón aplicaría más a los mítines del PRIAN, fincados en grandes promesas nunca cumplidas, y no en compromisos concretados en el presente inmediato como en el caso actual: programas sociales, combate al huachicol, convertir la corrupción en delito grave, paridad de género, no condonación de impuestos, y un etcétera bastante extenso.
3.- Bastaron tres años para corroborar que la agorería apocalíptica en torno al desempeño del presidente Andrés Manuel López Obrador fue un grito malogrado de nulas repercusiones. En sus ilusiones paranoicas y catastrofistas, Sicilia continúa, palabras más, palabras menos, con el gastado dicho de que AMLO es un peligro para México: “No llevará al mundo a una guerra ni al exterminio de una raza. Exacerbará la violencia y la injusticia en México; las llevará a grados mucho más terribles de los que hoy vivimos”. ¡Cuidado, don Javier!, el futuro se le está acortando, ya corre el cuarto año del gobierno de la Cuarta Transformación y no se ven visos de su anunciado diluvio.
Su desquiciamiento se corrobora con esta comparación que, por supuesto, tampoco podría defender en un debate: “la Cuarta Transformación, esa versión mexica del Tercer Reich” y con el desliz políticamente incorrecto de que no sólo AMLO “tiene la misma psicología” que el Führer, sino que éste lo rebasa en ciertas cualidades: “Ciertamente AMLO no es Hitler, carece de su genio y de la disciplina de las masas del nazismo”. Bendito “no genio” y esa carencia de imponer una disciplina nazi de nuestro presidente en el pueblo, don Javier.
Cuánta razón tuvo Andrés Manuel López Obrador de no aceptar el beso falso de quien incubaba odio y no amor en su ser. Y ahí está el artículo de marras para corroborarlo.
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