Elecciones 2018: La esperada recta final

«Por el momento el tigre continúa al acecho»: Falta lo más importante: el voto ciudadano; Jesús Ramírez analiza el momento político antes de las elecciones

Por Jesús Ramírez Cuevas

Regeneración, 22 de junio del 2018. A menos de dos semanas de que se lleven a cabo las elecciones presidenciales, de nueve gubernaturas y de más de 3 mil cargos de elección popular, se mantienen las tendencias que se han dado desde el inicio del proceso electoral.

López Obrador el fenómeno del año

El rechazo y la inconformidad de la mayoría de los ciudadanos en contra del gobierno y del sistema político, encontraron un cauce con la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

A pesar de las campañas sucias en su contra, AMLO se ha convertido en el fenómeno político de la temporada.

Incluso en muchas en muchas regiones se recibe al tabasqueño con un fervor no visto en décadas en nuestros país.

No solo canalizó el enojo social, sino que ha logrado despertar un sentimiento de esperanza en todos el país.

Hay una efervesencia social inédita que Andrés Manuel López Obrador ha detonado, y su sola presencia provoca tumultos en plazas públicas, univesidad, calles e incluso en aeropuertos.

La campaña sucia en su contra no funcionó y sólo ha logrado que Lopez Obrador siga incrementando sus simpatías.

Anaya, la decepción

A pesar de que el candidato del frente PAN-PRD-MC, ha contado con apoyos muy importantes de los capitanes del dinero, intelectuales y medios de comunicación, su campaña se estancó y no ha logrado remontar.

Anaya ha relizado diversos intentos por relanzar su campaña sin éxito. El capítulo más reciente a favor del voto útil, tampoco funcionó.

Por el contrario, el gobierno de Enrique Peña –a través de la PGR- le asestó un duro golpe cuando lo implicó en un caso de lavado de dinero.

El tema parecía haber pasado a segundo plano, pero en vísperas del tercer debate, apareció un video del hermano de su socio, en el que se cuenta cómo el empresario Manuel Barreiro, compró terrenos en Querétaro, se los vendió a Anaya y luego se los recompraba más caros, y que las ganancias obtenidas se lavaron en el sistema financiero mediante empresas fantasma.

Según el relato de Barreiro, los beneficios económicos de las operaciones sirvieron para financiar la campaña de Anaya.

Para rematar, el senador panista Ernesto Cordero, presentó una denuncia contra Anaya por lavado de dinero, misma que la SEIDO admitió.

Fue la puntilla para impedir que se lograra remontar su lejano segundo lugar.

En respuesta Anaya amagó con encarcelar a Peña Nieto si gana la elección.

Hermanos de la corrupción

La acusación de corrupción contra Anaya revela la manera en que se lava el dinero para financiar de manera ilegal campañas electorales.

La fórmula es sencilla y es utilizada tanto por políticos del PRI, como del PAN y del PRD: empesarios financían préstamos para comprar casa, terrenos o edificios; luego los dueños del dinero recompran más caro y las ganancias que se generan son su aportación encubierta a través de empresas fantasmas y lavado de dinero.

Este modo de proceder hermana al candidato del Frente con el del PRI.

El candidato imposible

José Antonio Meade ha sido uno de los aspirante presidenciales con más obstáculos en su contra, mismos que no ha podido remontar.

Siendo el candidato oficial, Meade cargó con el desprestigio del gobierno de Peña Nieto.

Además tuvo que arrastrar al PRI, la peor marca electoral del momento.

Y por si fuera poco, su campaña nunca encontró el tono y las propuestas que se conectaran con los ciudadanos.

Tercer debate, sin sorpresas

En el tercer debate llevado a cabo el martes 12 de junio en Mérida, Yucatán, el debate se desdibujó entre ataques y pifias. De esta manera, se les acabó el tiempo a José Antonio Meade y Ricardo Anaya.

A pocos días de las elecciones las tendencias se mantienen y, si no pasa nada extraordinario, AMLO podría ser elegido próximo presidente.

Pero todavía falta el momento más importante: el voto de los ciudadanos, que tendrán la última palabra.

Esperemos que el sistema político no recurra a sus viejas prácticas para intentar impedir lo que ya se percibe: un cambio de gobierno y de régimen, y la posibilidad de una verdadera transición a la democrática.

Por el momento el tigre sigue al acecho.