«La noche de Iguala», propaganda del gobierno para descalificar a las víctimas

Noche de Iguala

Estreno de “La noche de Iguala” que reproduce la tesis de la PGR y sin pruebas, apuntala la versión de que el narco infiltró a los estudiantes de Ayotzinapa. Los familiares de los 43 han desmentido esta versión, misma que los expertos de la CIDH han cuestionado

Regeneración, 16 de octubre de 2015. «La Noche de Iguala», película dirigida por Jorge Fernández Menéndez que se estrenó hoy en las salas de mexicanas. La trama de la película apuntala la “mentira histórica” de Jesús Murillo Karam sobre el caso de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

En la película, que se presenta como un documental pero tiene más elementos de ficción que de realidad, los sicarios de Guerreros Unidos matan a 43 estudiantes de Ayotzinapa porque entre ellos supuestamente había 17 infiltrados de sus rivales, Los Rojos. La película deja mucho que desear en términos cinematográficos ya que es confusa y aburrida, y poco creíbles las recreaciones armadas para fortalecer la tesis de asesinaron a los estudiantes y de que fue por razones del crímen organizado.

El filme, que dura alrededor de dos horas, es una supuesta reconstrucción de hechos y la recuperación de datos para contar una versión que le echa la culpa abiertamente a las autoridades y estudiantes de la normal Isidro Burgos, al gobierno local y al grupo delictivo Guerreros Unidos, para después elogiar la actuación del gobierno federal y las fuerzas federales que resguardando la zona.

“Integrantes de Guerreros Unidos señalan al director de la normal, José Luis Hernández Rivera, como integrante de los Rojos”, dice el narrador.

La película justifica las muertes y desapariciones que han acontecido en el Guerrero desde mediados del siglo pasado por ser un “semillero de guerrilleros”, como Lucio Cabañas y Genero Vázquez, y por ser una zona clave para la siembre de amapola y opio.

“Los desaparecidos se cuentan por docenas, Guerrero es la entidad más peligrosa. Desde mucho antes del 26 de septiembre, Iguala ya era una zona de horror”.

Entre otras teorías, se menciona que entre los chicos había dos infiltrados identificados, Bernardo Flores Alcaraz «El Cochiloco» y Julio César Mondragón conocido como «El chilango», quien fuera encontrado en la zona industrial de la Iguala con la cara desollada.

Para luego añadir que la viuda de Mondragón recibió 15 mil pesos en dos cheques de parte del gobierno del Estado de Guerrero (o sea, ni para los gasto del entierro).

La película de marras argumenta que los estudiantes no sólo eran perseguidos de los Guerreros Unidos, sino también por “Los Rojos”, grupo al que supuestamente pertenecían los normalistas.

“Unos de los autobuses de los 43, transportaba droga y Los Rojos pensaban que se la estaban robando”, dijo el narrador.

La película apoya la teoría, ya desmentida por el Grupo de Expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que dice que los normalistas fueron asesinados, quemados en el basurero de Cocula para después arrojarlos al cauce del río San Juan.

En una sala con tres espectadores, el documental terminó, sin pena ni gloria, con la dramatización de una última escena en la que se ve cómo un sicario llama a su jefe.

«Los hicimos polvo, jefe, nunca los van a encontrar», dice un actor al hablar por teléfono a quien supuestamente ordenó el crimen.

“La película es parte de la guerra mediática” del gobierno dijo Omar García, vocero de los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.